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¿El hombre superior a la mujer? Extracto de Islam y derechos humanos (Junta Islámica 2010)
Concienciacción :: Religion :: Islam
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¿El hombre superior a la mujer? Extracto de Islam y derechos humanos (Junta Islámica 2010)
Autor: Yaratullah Monturiol - Fuente: Webislam
“No desmerezco la obra de ninguno de vosotros, sea hombre o mujer:
cada cual de vosotros ha surgido del otro (1)”
En el Islam no se valora tanto a la persona por quién es o como sujeto, sino como la propia gramática árabe indica, es el verbo, es decir, la acción lo que cuenta. Así pues, lo que queda de un ser humano son sus acciones y esto es lo que cuenta: su esfuerzo, concienciación, compromiso, intención, actitud, ya que todas las aptitudes, condiciones y disposiciones que influyen en el resultado son circunstanciales, herramientas u obstáculos… con todo ello hay que optar y actuar. Esa es la responsabilidad y oportunidad del género humano y son sus obras las que se pesan en la balanza. Pero el Corán especifica que no es una cuestión meramente material, en la que se busca una “producción” en concreto, sino que la calidad final se aprecia sobretodo en la ética llevada a cabo en el proceso, que viene a ser lo que decide la belleza de la obra (hassana). Es decir, que cuando se recogen frutos son simplemente a modo de recompensa, para quien ha sembrado o para quienes puedan disfrutar de la cosecha. Pero no es la meta sino el viaje, no es la victoria sino la lucha lo que cuenta; el cómo y el por qué.
Dice la auténtica tradición islámica que no hay diferencias entre los seres humanos, ni un blanco es mejor que un negro, ni un árabe mejor que un no-árabe, sino por la piedad o la bondad; que las mujeres y los hombres son entre ellos hermanos y que tienen los mismos derechos como conyuges ellas y ellos. Muhammad decía que había sido enviado para poner en un estado noble/generoso el carácter y el comportamiento (makârim al-ajlaq). Se conocen muchos detalles de la vida del Profeta. Muhammad trabajaba con sus propias manos sin dejar para otros sus responsabilidades domésticas. Esto no sólo demuestra su humildad, sino que también es una forma directa de predicar con el ejemplo para la igualdad entre hombres y mujeres, demostrando que no hay un rol específico adjudicado a las mujeres. Se le veía a menudo ordeñar ovejas, remendar sus sandalias, zurcir ropas, alimentar a los camellos, levantar la tienda, etc., sin aceptar ayuda de nadie. Él mismo llevaba la compra del mercado y en cierta ocasión, cuando alguien quiso hacerse cargo de ella, dijo: “Es al comprador a quien le incumbe llevar su compra”. De esta forma, condenaba la costumbre de los ricos que compraban en abundancia, haciendo cargar a sus siervos sin preocuparse del peso que les imponían. A menudo, el Profeta seguía a alguna mujer esclava a cualquier rincón de la ciudad para servirla (2).
En este capítulo pondremos en evidencia que el islam no establece la superioridad de los hombres sobre las mujeres, cuando precisamente podemos comprobar en múltiples ejemplos cómo las mujeres adquirían un estatus como personas de pleno derecho a niveles que hasta entonces nadie se había preocupado de plantear. Sin embargo, como resultado de la interpretación patriarcal en este asunto deriva una supuesta “traducción”, que es la interpretación y consiguiente explicación que vulgarmente se le otorga al término qawâma.
1) La polémica qawwâma
¿A qué se refiere, por tanto, el Corán con el versículo Ar-riÿâlu qawwâmûna ‘alâ an-nisâ’ (4:34)? A juzgar por la mayoría de las traducciones del Corán con que contamos en castellano, la respuesta a la pregunta que abre este capítulo sería inequívocamente afirmativa:
Morisco anónimo del año 1606: “Los hombres son doctrinadores sobre las mujeres”
Joaquín García Bravo (trad. del francés de Savary): “Los hombres son superiores á las mujeres”
Vicente Ortiz de la Puebla (traducido del francés de Kasimirski): “Los hombres son superiores a las mujeres”
Benigno Murguiondo y Ugartondo: “Los hombres serán superiores a las mujeres, porque Dios les ha elevado sobre ellas por sus cualidades”
Juan María de Castellar y Francisco Luis Cardona Castro: “Los hombres son superiores a las mujeres”
Bergua: “Los hombres son superiores a las mujeres”.
Cansinos-Assens: “Los hombres (son) preeminentes sobre las mujeres”
Vernet: “Los hombres están por encima de las mujeres”
Cortés: “Los hombres tienen autoridad sobre las mujeres”
Muhammad Assad: “Los hombres tienen autoridad sobre las mujeres
Corán de Bahiÿ M. Hûîsh: “Los hombres son más competentes para la gerencia (de la casa) que las mujeres”
Abderrahman Abad: “Los hombres son los pastores de las mujeres”
Mirza Ghulam Ahmad. Nota al pie: “El versículo presenta dos razones por las que el hombre ha sido establecido como cabeza de familia: sus facultades físicas y mentales superiores…”
Pero sabemos que si, en árabe, se hubiera querido dejar constancia de una superioridad natural o una preeminencia constitutiva de uno de los géneros sobre el otro, no se habría utilizado el término qawwâma. Se habría dicho, por ejemplo, ar-riÿâlu ahsan min an-nisâ’ (los varones son más excelentes que las mujeres) o ar-riÿâlu afdal min an-nisâ’ (los varones tienen preeminencia sobre las mujeres).
Acometemos ahora el reto de traducir este versículo usando para ello el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Árabe del Cairo, donde la voz qawwâm tiene un sólo significado que, traducido al español, sería: “el que cumple con una tarea bellamente”. Según la acepción que da este diccionario, el versículo en cuestión tendría que traducirse:
“Los varones tienen una tarea que cumplir
bellamente para con las mujeres”
Qawwâm viene del verbo qâma-yaqûmu, de la misma familia semántica que “qiyâma” (resurrección, alzamiento), “iqâma” (levantarse para la salât) “Qayyum” (el Subsistente), “istiqâma” (rectitud), “qaum” (pueblo, nación), “maqâm” (lugar), “mustaqîm (de sirât al mustaqîm: sendero recto, vía ascendente)”. Parece que en esta aleya el Corán estuviera diciendo al hombre qum (“¡Despierta!”); despierta a una situación, despierta a una actitud, a una acción. El carácter dinámico y coyuntural del que en un determinado momento está en situación de qâ’im (literal. “el que se pone en pie”), contrasta con cualquier clase de definición estática y definitiva como las de “preeminencia o superioridad” que reflejaban las traducciones castellanas del Corán. Ser qâ’im no es una situación de derecho, sino de hecho.
Por tanto, si qawwâm es la intensiva de qâ’im, el versículo podría tener el sentido de que el hombre debe estar en estado de alerta –“levantado, alzado”- para ocuparse de la felicidad de la mujer. La acepción “cuidar a la mujer” es fácilmente pervertible. Con la excusa de “cuidar a la mujer” asistimos a menudo a un efectivo recorte de libertades. Por tanto, un auténtico cuidado de la mujer, sí; el cuidado que resulta de una protección paternalista y en defintiva frustrante, no.
Quedarían descartadas por completo en un entendimiento correcto de la qawwâma situaciones como el abandono temporal injustificado de la esposa, los malos tratos, la insatisfacción sexual, la miseria económica, la prohibición de salir de la casa o visitar a las amistades o a la familia de sangre, la prohibición de cumplir el dîn (su religión o filosofía de vida) a que ella esté acogida, y, en general, todo lo que cause una justificada infelicidad.
La fitra del ser humano –hombre y mujer- es cuidar todo lo que nos rodea, y, de un modo particular, cuidar de nuestras parejas: “Las mujeres son vestido de los hombres y los hombres son vestido de las mujeres”, nos dice el Corán con toda claridad. La indicación es por igual para hombres y mujeres. Pero en 4:34 nos encontramos con uno de esos casos en los que el Corán se dirige a un interlocutor específico; en esta ocasión, a los hombres (3). Es posible que, en las circunstancias del descenso de la aleya, los varones se hubieran separado en exceso de su fitra naturaleza primordial y estuvieran dando un trato injusto a las mujeres. El Corán es un recuerdo igualmente válido para un momento histórico concreto y para todos los tiempos.
En ese caso, si la Revelación lo único que está diciendo es que los hombres se ocupen todo lo que puedan de atender las necesidades de las mujeres, quedaría en el aire la pregunta de por qué a las mujeres no se les dice lo mismo respecto a los hombres. Pero, precisamente porque el Corán es para los musulmanes Revelación de Al-lâh y no discurso humano, tratar de explicar por qué algo no aparece en el Corán carece de sentido. Nuestro cometido es buscar la explicación de lo que sí está en él.
La maravilla del lenguaje coránico permite, incluso, que desde la misma etimología de qawwâm (del verbo qâma-yaqûmu), el versículo pueda tener un matiz de reproche al varón: “Los hombres se suben por encima de las mujeres usando de los más o menos recursos que Al-lâh les ha dado y su dinero”. En la época preislámica, si bien había mujeres como Jadîÿa, que tenían dinero y regentaban negocios, había muchas otras agobiadas por una situación material precaria, las niñas eran enterradas vivas al nacer, el matrimonio era una forma de venta a través de la dote, y a menudo las mujeres eran objeto de herencia en los testamentos. La interpretación que se les dio a estos versículos entre los musulmanes ya desde que fueron revelados en Medina propiciaba que la mujer pudiera vivir libre e independiente de todo lo que le abrumaba de las costumbres heredadas de la ÿâhilîya (tiempo de la ignorancia).
‘Abd Al-lâh Ibn ‘Abbâs, compañero del Profeta y autor del primer tafsîr del Corán, hizo un comentario luminoso y definitivo de este versículo:
“Los derechos de las mujeres con respecto a sus maridos son iguales que los derechos de estos con respecto a ellas”.
En Sunan al-Imam Ahmed ibn Hanbal (6/256) queda recogido el hadiz del Profeta en el que se nos dice:
“Las mujeres son hermanas de los hombres en relación de igualdad”.
Y en Abû Dawûd (en El libro de la Purificación):
“Las mujeres son hermanas de los hombres, y tienen sobre sus esposos los mismos derechos que éstos sobre ellas”.
No encuentramos absolutamente el menor indicio en el Corán de que a la mujer no se le premie o castigue, no se le conceda o exija, igual que al varón:
Al creyente, varón o mujer, que obre bien le haremos que viva una vida buena y le retribuiremos con arreglo a sus mejores obras (16:97)
El creyente, varón o hembra, que obre bien entrará en el Jardín y no será tratado injustamente en lo más mínimo (4:124)
Los creyentes, varones o hembras, que obren bien, entrarán en el Jardín y serán proveidos en él sin medida (40:40)
Al-lâh ha preparado perdón y magnífica recompensa para los musulmanes y musulmanas, los creyentes y las creyentes… (33:35)
El Corán nos sirve de espejo. Hay versículos especialmente concebidos para hacer que nos conozcamos tal como somos. Éste, por ejemplo, que incluye el pasaje de la daraba, se puede interpretar de un modo terrible o de un modo hermoso, dependiendo de cuál sea nuestra naturaleza. No sin razón, Shah Abdul Halim califica la aleya 34 de an-Nisa como “el verso más malinterpretado del Qur’án” (4). Por asombroso que resulte, cada uno tiene el derecho de interpretar para sí mismo el Corán –lo que es el ejercicio del iÿtihâd- según la grandeza o vileza de su corazón, pero, cuando se trata de sacar esas interpretaciones al ámbito público, hay que estudiar bien qué se está defendiendo y con qué consecuencias (5).
Notas
(1) Corán, 3:195.
(2) Hadiz transmitido por Al-Bujari.
(3) Dentro de una interpretacón textual de la Revelación se puede incluso ir más allá y replantear la significación coloquial de ar-raÿûl como “los hombres”. Literalmente, son “los que usan las piernas”. Frente a ellos, an-nisâ’ tampoco tendría fozosamente que significar “las mujeres”, sino “los que olvidan”. El significado, sin embargo, “quienes usan las piernas deben esmerarse atendiendo a quienes olvidan” sería aún más oscuro y alejado del uso corriente de la lengua árabe.
(4) http://www.muslimtents.com/aminahsworld/Chatisement.html Shah Abdul Halim es director del ‘Islamic Information Bureau of Bangladesh’. Woman: Chastisement & Other Issues.
(5) Actualmente, en Turquía, se está llevando a cabo un trabajo por parte de unos ochenta islamólogos turcos para analizar y estudiar los textos en los que se basan los que defienden el argumento de que las mujeres sean seres inferiores. Por ejemplo, Hidayet Sevkatli Tuksal, es autor de un libro que examina la interpretación machista del Islam, basada en algunos hadices que fueron deliberadamente falsos y elaborados "para asegurar la dominación masculina sobre las mujeres."
“No desmerezco la obra de ninguno de vosotros, sea hombre o mujer:
cada cual de vosotros ha surgido del otro (1)”
En el Islam no se valora tanto a la persona por quién es o como sujeto, sino como la propia gramática árabe indica, es el verbo, es decir, la acción lo que cuenta. Así pues, lo que queda de un ser humano son sus acciones y esto es lo que cuenta: su esfuerzo, concienciación, compromiso, intención, actitud, ya que todas las aptitudes, condiciones y disposiciones que influyen en el resultado son circunstanciales, herramientas u obstáculos… con todo ello hay que optar y actuar. Esa es la responsabilidad y oportunidad del género humano y son sus obras las que se pesan en la balanza. Pero el Corán especifica que no es una cuestión meramente material, en la que se busca una “producción” en concreto, sino que la calidad final se aprecia sobretodo en la ética llevada a cabo en el proceso, que viene a ser lo que decide la belleza de la obra (hassana). Es decir, que cuando se recogen frutos son simplemente a modo de recompensa, para quien ha sembrado o para quienes puedan disfrutar de la cosecha. Pero no es la meta sino el viaje, no es la victoria sino la lucha lo que cuenta; el cómo y el por qué.
Dice la auténtica tradición islámica que no hay diferencias entre los seres humanos, ni un blanco es mejor que un negro, ni un árabe mejor que un no-árabe, sino por la piedad o la bondad; que las mujeres y los hombres son entre ellos hermanos y que tienen los mismos derechos como conyuges ellas y ellos. Muhammad decía que había sido enviado para poner en un estado noble/generoso el carácter y el comportamiento (makârim al-ajlaq). Se conocen muchos detalles de la vida del Profeta. Muhammad trabajaba con sus propias manos sin dejar para otros sus responsabilidades domésticas. Esto no sólo demuestra su humildad, sino que también es una forma directa de predicar con el ejemplo para la igualdad entre hombres y mujeres, demostrando que no hay un rol específico adjudicado a las mujeres. Se le veía a menudo ordeñar ovejas, remendar sus sandalias, zurcir ropas, alimentar a los camellos, levantar la tienda, etc., sin aceptar ayuda de nadie. Él mismo llevaba la compra del mercado y en cierta ocasión, cuando alguien quiso hacerse cargo de ella, dijo: “Es al comprador a quien le incumbe llevar su compra”. De esta forma, condenaba la costumbre de los ricos que compraban en abundancia, haciendo cargar a sus siervos sin preocuparse del peso que les imponían. A menudo, el Profeta seguía a alguna mujer esclava a cualquier rincón de la ciudad para servirla (2).
En este capítulo pondremos en evidencia que el islam no establece la superioridad de los hombres sobre las mujeres, cuando precisamente podemos comprobar en múltiples ejemplos cómo las mujeres adquirían un estatus como personas de pleno derecho a niveles que hasta entonces nadie se había preocupado de plantear. Sin embargo, como resultado de la interpretación patriarcal en este asunto deriva una supuesta “traducción”, que es la interpretación y consiguiente explicación que vulgarmente se le otorga al término qawâma.
1) La polémica qawwâma
¿A qué se refiere, por tanto, el Corán con el versículo Ar-riÿâlu qawwâmûna ‘alâ an-nisâ’ (4:34)? A juzgar por la mayoría de las traducciones del Corán con que contamos en castellano, la respuesta a la pregunta que abre este capítulo sería inequívocamente afirmativa:
Morisco anónimo del año 1606: “Los hombres son doctrinadores sobre las mujeres”
Joaquín García Bravo (trad. del francés de Savary): “Los hombres son superiores á las mujeres”
Vicente Ortiz de la Puebla (traducido del francés de Kasimirski): “Los hombres son superiores a las mujeres”
Benigno Murguiondo y Ugartondo: “Los hombres serán superiores a las mujeres, porque Dios les ha elevado sobre ellas por sus cualidades”
Juan María de Castellar y Francisco Luis Cardona Castro: “Los hombres son superiores a las mujeres”
Bergua: “Los hombres son superiores a las mujeres”.
Cansinos-Assens: “Los hombres (son) preeminentes sobre las mujeres”
Vernet: “Los hombres están por encima de las mujeres”
Cortés: “Los hombres tienen autoridad sobre las mujeres”
Muhammad Assad: “Los hombres tienen autoridad sobre las mujeres
Corán de Bahiÿ M. Hûîsh: “Los hombres son más competentes para la gerencia (de la casa) que las mujeres”
Abderrahman Abad: “Los hombres son los pastores de las mujeres”
Mirza Ghulam Ahmad. Nota al pie: “El versículo presenta dos razones por las que el hombre ha sido establecido como cabeza de familia: sus facultades físicas y mentales superiores…”
Pero sabemos que si, en árabe, se hubiera querido dejar constancia de una superioridad natural o una preeminencia constitutiva de uno de los géneros sobre el otro, no se habría utilizado el término qawwâma. Se habría dicho, por ejemplo, ar-riÿâlu ahsan min an-nisâ’ (los varones son más excelentes que las mujeres) o ar-riÿâlu afdal min an-nisâ’ (los varones tienen preeminencia sobre las mujeres).
Acometemos ahora el reto de traducir este versículo usando para ello el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Árabe del Cairo, donde la voz qawwâm tiene un sólo significado que, traducido al español, sería: “el que cumple con una tarea bellamente”. Según la acepción que da este diccionario, el versículo en cuestión tendría que traducirse:
“Los varones tienen una tarea que cumplir
bellamente para con las mujeres”
Qawwâm viene del verbo qâma-yaqûmu, de la misma familia semántica que “qiyâma” (resurrección, alzamiento), “iqâma” (levantarse para la salât) “Qayyum” (el Subsistente), “istiqâma” (rectitud), “qaum” (pueblo, nación), “maqâm” (lugar), “mustaqîm (de sirât al mustaqîm: sendero recto, vía ascendente)”. Parece que en esta aleya el Corán estuviera diciendo al hombre qum (“¡Despierta!”); despierta a una situación, despierta a una actitud, a una acción. El carácter dinámico y coyuntural del que en un determinado momento está en situación de qâ’im (literal. “el que se pone en pie”), contrasta con cualquier clase de definición estática y definitiva como las de “preeminencia o superioridad” que reflejaban las traducciones castellanas del Corán. Ser qâ’im no es una situación de derecho, sino de hecho.
Por tanto, si qawwâm es la intensiva de qâ’im, el versículo podría tener el sentido de que el hombre debe estar en estado de alerta –“levantado, alzado”- para ocuparse de la felicidad de la mujer. La acepción “cuidar a la mujer” es fácilmente pervertible. Con la excusa de “cuidar a la mujer” asistimos a menudo a un efectivo recorte de libertades. Por tanto, un auténtico cuidado de la mujer, sí; el cuidado que resulta de una protección paternalista y en defintiva frustrante, no.
Quedarían descartadas por completo en un entendimiento correcto de la qawwâma situaciones como el abandono temporal injustificado de la esposa, los malos tratos, la insatisfacción sexual, la miseria económica, la prohibición de salir de la casa o visitar a las amistades o a la familia de sangre, la prohibición de cumplir el dîn (su religión o filosofía de vida) a que ella esté acogida, y, en general, todo lo que cause una justificada infelicidad.
La fitra del ser humano –hombre y mujer- es cuidar todo lo que nos rodea, y, de un modo particular, cuidar de nuestras parejas: “Las mujeres son vestido de los hombres y los hombres son vestido de las mujeres”, nos dice el Corán con toda claridad. La indicación es por igual para hombres y mujeres. Pero en 4:34 nos encontramos con uno de esos casos en los que el Corán se dirige a un interlocutor específico; en esta ocasión, a los hombres (3). Es posible que, en las circunstancias del descenso de la aleya, los varones se hubieran separado en exceso de su fitra naturaleza primordial y estuvieran dando un trato injusto a las mujeres. El Corán es un recuerdo igualmente válido para un momento histórico concreto y para todos los tiempos.
En ese caso, si la Revelación lo único que está diciendo es que los hombres se ocupen todo lo que puedan de atender las necesidades de las mujeres, quedaría en el aire la pregunta de por qué a las mujeres no se les dice lo mismo respecto a los hombres. Pero, precisamente porque el Corán es para los musulmanes Revelación de Al-lâh y no discurso humano, tratar de explicar por qué algo no aparece en el Corán carece de sentido. Nuestro cometido es buscar la explicación de lo que sí está en él.
La maravilla del lenguaje coránico permite, incluso, que desde la misma etimología de qawwâm (del verbo qâma-yaqûmu), el versículo pueda tener un matiz de reproche al varón: “Los hombres se suben por encima de las mujeres usando de los más o menos recursos que Al-lâh les ha dado y su dinero”. En la época preislámica, si bien había mujeres como Jadîÿa, que tenían dinero y regentaban negocios, había muchas otras agobiadas por una situación material precaria, las niñas eran enterradas vivas al nacer, el matrimonio era una forma de venta a través de la dote, y a menudo las mujeres eran objeto de herencia en los testamentos. La interpretación que se les dio a estos versículos entre los musulmanes ya desde que fueron revelados en Medina propiciaba que la mujer pudiera vivir libre e independiente de todo lo que le abrumaba de las costumbres heredadas de la ÿâhilîya (tiempo de la ignorancia).
‘Abd Al-lâh Ibn ‘Abbâs, compañero del Profeta y autor del primer tafsîr del Corán, hizo un comentario luminoso y definitivo de este versículo:
“Los derechos de las mujeres con respecto a sus maridos son iguales que los derechos de estos con respecto a ellas”.
En Sunan al-Imam Ahmed ibn Hanbal (6/256) queda recogido el hadiz del Profeta en el que se nos dice:
“Las mujeres son hermanas de los hombres en relación de igualdad”.
Y en Abû Dawûd (en El libro de la Purificación):
“Las mujeres son hermanas de los hombres, y tienen sobre sus esposos los mismos derechos que éstos sobre ellas”.
No encuentramos absolutamente el menor indicio en el Corán de que a la mujer no se le premie o castigue, no se le conceda o exija, igual que al varón:
Al creyente, varón o mujer, que obre bien le haremos que viva una vida buena y le retribuiremos con arreglo a sus mejores obras (16:97)
El creyente, varón o hembra, que obre bien entrará en el Jardín y no será tratado injustamente en lo más mínimo (4:124)
Los creyentes, varones o hembras, que obren bien, entrarán en el Jardín y serán proveidos en él sin medida (40:40)
Al-lâh ha preparado perdón y magnífica recompensa para los musulmanes y musulmanas, los creyentes y las creyentes… (33:35)
El Corán nos sirve de espejo. Hay versículos especialmente concebidos para hacer que nos conozcamos tal como somos. Éste, por ejemplo, que incluye el pasaje de la daraba, se puede interpretar de un modo terrible o de un modo hermoso, dependiendo de cuál sea nuestra naturaleza. No sin razón, Shah Abdul Halim califica la aleya 34 de an-Nisa como “el verso más malinterpretado del Qur’án” (4). Por asombroso que resulte, cada uno tiene el derecho de interpretar para sí mismo el Corán –lo que es el ejercicio del iÿtihâd- según la grandeza o vileza de su corazón, pero, cuando se trata de sacar esas interpretaciones al ámbito público, hay que estudiar bien qué se está defendiendo y con qué consecuencias (5).
Notas
(1) Corán, 3:195.
(2) Hadiz transmitido por Al-Bujari.
(3) Dentro de una interpretacón textual de la Revelación se puede incluso ir más allá y replantear la significación coloquial de ar-raÿûl como “los hombres”. Literalmente, son “los que usan las piernas”. Frente a ellos, an-nisâ’ tampoco tendría fozosamente que significar “las mujeres”, sino “los que olvidan”. El significado, sin embargo, “quienes usan las piernas deben esmerarse atendiendo a quienes olvidan” sería aún más oscuro y alejado del uso corriente de la lengua árabe.
(4) http://www.muslimtents.com/aminahsworld/Chatisement.html Shah Abdul Halim es director del ‘Islamic Information Bureau of Bangladesh’. Woman: Chastisement & Other Issues.
(5) Actualmente, en Turquía, se está llevando a cabo un trabajo por parte de unos ochenta islamólogos turcos para analizar y estudiar los textos en los que se basan los que defienden el argumento de que las mujeres sean seres inferiores. Por ejemplo, Hidayet Sevkatli Tuksal, es autor de un libro que examina la interpretación machista del Islam, basada en algunos hadices que fueron deliberadamente falsos y elaborados "para asegurar la dominación masculina sobre las mujeres."
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