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Arde Londres. Agosto 2011
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Conny
San Jorge
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Disturbios en el Reino Unido: El gobierno prepara las tropas para la Ley Marcial
Estan esperando en todas partes del mundo,acontecimientos de este tipo para empezar a instaurar el NWO.
(Osea,que mas caña a los mercados dentro de poco,haber si las masas rebientan por algun lado)
Paul Joseph Watson
Infowars
mie, 10 ago 2011 15:41 CDT
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Traducido por Chemtrailsevilla para bolsonweb.net
Después de los numerosos informes de fallos por parte de la policía para detener a los saqueadores o responder adecuadamente a los disturbios de Londres, ahora se han extendido por todo el todo el Reino Unido, las autoridades están preparando los toques de queda y las tropas en las calles para imponer la ley marcial y así sofocar los numerosos disturbios civiles.
BBC News informó dos veces esta mañana que las tropas se están preparando. La declaración fue hecha por primera vez por un reportero a las 8:30 am y luego repetido por un representante de la Policía Metropolitana, dijo que "todas las opciones estaban sobre la mesa".
El Ministro del Interior británico, Theresa May, confirma que el Gobierno está considerando "el apoyo militar a la policía".
Los toques de queda se están discutiendo con las autoridades, preparándose para transformar a Gran Bretaña en un estado policial.
"Los vehículos blindados han sido traídos para limpiar las calles por primera vez, la policía y altos funcionarios dicen que es el peor de los disturbios y saqueos que recuerdan", informa The Guardian.
"No he oído hablar de un toque de queda en la parte continental de Gran Bretaña desde el siglo pasado. Es muy difícil de imponer. No estoy diciendo que es definitivamente el camino a seguir, pero es algo que tenemos que considerar ", dijo Diane Abbott, diputado laborista de Hackney Norte y Stoke Newington en BBC Breakfast.
El ex alcalde de Londres Ken Livingstone llamó a la policía a utilizar cañones de agua para dispersar a los manifestantes.
Habiendo comenzado en las zonas más pobres de Londres, los disturbios se han extendido a otras grandes ciudades como Bristol, Nottingham, Liverpool y Manchester.
No puede haber duda de que la gran mayoría de los manifestantes son producto de una sociedad quebrada en el país, los jóvenes nihilistas que se preocupan poco de los rencores políticos, centrándose principalmente en explotar el caos para robar el botín tanto como les sea posible con una violencia sin sentido. Este comportamiento se asegura que la población mayoritariamente apoyará todas las medidas que se propongan para hacerles frente, hasta el punto de la ley marcial.
Estos jóvenes no deben ser vistos como la vanguardia de una especie de verdadera revolución en contra de un sistema abusivo. Si ese fuera el caso, habría disturbios en Downing Street, en el Parlamento y en el Palacio de Buckingham. En cambio, están quemando casas y negocios privados, mientras que saquean electrodomésticos de alta tecnología y ropa.
Pero lo que ha agravado la situación es la mediocre actuación de la policía, numerosos informes indican que la policía dio marcha atrás y permitió el pillaje de los saqueadores tanto en grandes almacenes como en pequeños negocios privados durante horas.
Durante los disturbios iniciales en Tottenham el domingo por la noche, la policía fue criticada por "dar marcha atrás y permitir que los manifestantes causaran estragos". Esta tendencia ha continuado a lo largo de las tres noches de caos, testigos perplejos de cómo la policía no ordenó detener a los saqueadores y manifestantes en algunos casos.
Nos han estado prediciendo la aparición de disturbios generalizados y malestar social durante años, sobre todo en el Reino Unido. El año pasado escribí que los recortes de austeridad obligaría a los económicamente desfavorecidos a "salir a la calle con una mentalidad de nada que perder ".
No nos equivoquemos al respecto, estos disturbios son explotados por convertir a Gran Bretaña en un estado policial más controlado y vigilado de lo que ya es. Los disturbios no logran absolutamente nada, cualquiera que sea la respuesta que se necesite, las medidas tendrán el apoyo del pueblo bombardeado con imágenes de caos, saqueos e incendios.
(Osea,que mas caña a los mercados dentro de poco,haber si las masas rebientan por algun lado)
Paul Joseph Watson
Infowars
mie, 10 ago 2011 15:41 CDT
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Traducido por Chemtrailsevilla para bolsonweb.net
Después de los numerosos informes de fallos por parte de la policía para detener a los saqueadores o responder adecuadamente a los disturbios de Londres, ahora se han extendido por todo el todo el Reino Unido, las autoridades están preparando los toques de queda y las tropas en las calles para imponer la ley marcial y así sofocar los numerosos disturbios civiles.
BBC News informó dos veces esta mañana que las tropas se están preparando. La declaración fue hecha por primera vez por un reportero a las 8:30 am y luego repetido por un representante de la Policía Metropolitana, dijo que "todas las opciones estaban sobre la mesa".
El Ministro del Interior británico, Theresa May, confirma que el Gobierno está considerando "el apoyo militar a la policía".
Los toques de queda se están discutiendo con las autoridades, preparándose para transformar a Gran Bretaña en un estado policial.
"Los vehículos blindados han sido traídos para limpiar las calles por primera vez, la policía y altos funcionarios dicen que es el peor de los disturbios y saqueos que recuerdan", informa The Guardian.
"No he oído hablar de un toque de queda en la parte continental de Gran Bretaña desde el siglo pasado. Es muy difícil de imponer. No estoy diciendo que es definitivamente el camino a seguir, pero es algo que tenemos que considerar ", dijo Diane Abbott, diputado laborista de Hackney Norte y Stoke Newington en BBC Breakfast.
El ex alcalde de Londres Ken Livingstone llamó a la policía a utilizar cañones de agua para dispersar a los manifestantes.
Habiendo comenzado en las zonas más pobres de Londres, los disturbios se han extendido a otras grandes ciudades como Bristol, Nottingham, Liverpool y Manchester.
No puede haber duda de que la gran mayoría de los manifestantes son producto de una sociedad quebrada en el país, los jóvenes nihilistas que se preocupan poco de los rencores políticos, centrándose principalmente en explotar el caos para robar el botín tanto como les sea posible con una violencia sin sentido. Este comportamiento se asegura que la población mayoritariamente apoyará todas las medidas que se propongan para hacerles frente, hasta el punto de la ley marcial.
Estos jóvenes no deben ser vistos como la vanguardia de una especie de verdadera revolución en contra de un sistema abusivo. Si ese fuera el caso, habría disturbios en Downing Street, en el Parlamento y en el Palacio de Buckingham. En cambio, están quemando casas y negocios privados, mientras que saquean electrodomésticos de alta tecnología y ropa.
Pero lo que ha agravado la situación es la mediocre actuación de la policía, numerosos informes indican que la policía dio marcha atrás y permitió el pillaje de los saqueadores tanto en grandes almacenes como en pequeños negocios privados durante horas.
Durante los disturbios iniciales en Tottenham el domingo por la noche, la policía fue criticada por "dar marcha atrás y permitir que los manifestantes causaran estragos". Esta tendencia ha continuado a lo largo de las tres noches de caos, testigos perplejos de cómo la policía no ordenó detener a los saqueadores y manifestantes en algunos casos.
Nos han estado prediciendo la aparición de disturbios generalizados y malestar social durante años, sobre todo en el Reino Unido. El año pasado escribí que los recortes de austeridad obligaría a los económicamente desfavorecidos a "salir a la calle con una mentalidad de nada que perder ".
No nos equivoquemos al respecto, estos disturbios son explotados por convertir a Gran Bretaña en un estado policial más controlado y vigilado de lo que ya es. Los disturbios no logran absolutamente nada, cualquiera que sea la respuesta que se necesite, las medidas tendrán el apoyo del pueblo bombardeado con imágenes de caos, saqueos e incendios.
Re: Arde Londres. Agosto 2011
ninguno escribió:San Jorge escribió:Hermano.
NO A LA VIOLENCIA.
Estoi completamente deacuerdo.
Pero...
(y entiendo perfectamente opiniones no Nihilistas...)
NO A PONER LA OTRA MEJILLA
Este es el problema. Q se nos ha educado con la convicción de q los avances sociales se consiguen luchando, y esto no es cierto. Se consiguen cuando se salva la barrera del miedo. Y eso solo es posible poniendo la otra mejilla, y descubriendo q las personas q hay al otro lado también son humanos, y q igual q a tí les duele hacerte daño.
Es decir, estoy dispuesto a tener que abandonar esta realidad si permanecer supone estancarme y no superar el reto, lo que requiere una profunda preparación, soltando el miedo y todo lo que éste conlleva.
Aunque pienso en la posibilidad de que no todas las personas sean igual de humanos ni sientan el dolor como la mayoría, o al menos no han llegado a ese nivel de conciencia. Puede que parte de la labor por hacer sea ayudarlos a elevar en consciencia a ellos también, pero esto no será posible con la violencia, porque la violencia es su arma y les reafirma en su creencia de poder y ambición.
Encontrar la forma de luchar sin rechazo es el reto del momento para salir del círculo de lucha de poder en el que estamos metidos.
Josec- Cantidad de envíos : 197
Nivel de Aportación : 220
Fecha de inscripción : 10/03/2010
Localización : Granada
Re: Arde Londres. Agosto 2011
¿Acaso cuando te haces una herida y té hechas alcohol, no te duele y no
te haces daño a tí mismo para curarte?
¿Acaso un padre no reprende a su hijo y le da un azote para enseñarle,
y lo hace con amor y sabiduría?. Por eso tenéis que aprender como obrar
cuando os encontréis en éstas circunstancias, como responder a estos
ataques, con templanza y armonía, pues vuestro nivel de consciencia os
obliga a obrar desde ese punto, mas cuando dominéis las circunstancias,
dominaréis los actos, tanto los vuestros como los de vuestros enemigos,
pues desarmareis a vuestros enemigos, con vuestro saber estar y con
vuestra firmeza.
Mas si tenéis que usar algo de violencia para contrarrestar violencia,
podréis hacerlo, pero nunca con rencor ni venganza, pues si tienes que
echar alcohol a la otra parte de tí, échalo, con la consciencia de que
es para curarlo, pero nunca con odio.
https://redjedi.forosactivos.net/t3274-la-mision-a-recordar
henry88- Cantidad de envíos : 1642
Nivel de Aportación : 2036
Fecha de inscripción : 06/04/2009
Re: Arde Londres. Agosto 2011
Josec escribió:ninguno escribió:San Jorge escribió:Hermano.
NO A LA VIOLENCIA.
Estoi completamente deacuerdo.
Pero...
(y entiendo perfectamente opiniones no Nihilistas...)
NO A PONER LA OTRA MEJILLA
Este es el problema. Q se nos ha educado con la convicción de q los avances sociales se consiguen luchando, y esto no es cierto. Se consiguen cuando se salva la barrera del miedo. Y eso solo es posible poniendo la otra mejilla, y descubriendo q las personas q hay al otro lado también son humanos, y q igual q a tí les duele hacerte daño.
Es decir, estoy dispuesto a tener que abandonar esta realidad si permanecer supone estancarme y no superar el reto, lo que requiere una profunda preparación, soltando el miedo y todo lo que éste conlleva.
Aunque pienso en la posibilidad de que no todas las personas sean igual de humanos ni sientan el dolor como la mayoría, o al menos no han llegado a ese nivel de conciencia. Puede que parte de la labor por hacer sea ayudarlos a elevar en consciencia a ellos también, pero esto no será posible con la violencia, porque la violencia es su arma y les reafirma en su creencia de poder y ambición.
Encontrar la forma de luchar sin rechazo es el reto del momento para salir del círculo de lucha de poder en el que estamos metidos.
Respeto vuestra opinion, pero tened en cuenta, que mataron a 2 manifestantes a tiros, antes de que empezaran los disturbios y saqueos.
La luz y la no violencia es la clave, entrar en la espiral de conciencia.
Pero, cuando hay que defenderse -a la desesperada- ya es otro cantar.
San Jorge- Cantidad de envíos : 911
Nivel de Aportación : 992
Fecha de inscripción : 24/11/2010
Edad : 35
Localización : Madrid
Re: Arde Londres. Agosto 2011
Algo positivo
Concluyamos con una nota positiva: la solidaridad espontánea que afloró durante esas jornadas negras. «Mientras las autoridades locales advierten de que lo mejor que puede hacer la gente es quedarse en casa y asegurarse de que sus hijos también lo hacen, miles de ciudadanos se han unido a través de Twitter y Facebook para asistir a los vecinos que han visto sus casas y sus comercios destruidos. La magnitud de lo sucedido estimula la solidaridad entre los ciudadanos, como demuestra un cartel pintado a mano que alguien ha clavado a la entrada de la estación del metro de Finsbury Park: “Sé amable con el resto de londinenses”.»
Una invitación práctica a la paz que no debería entenderse en clave burguesa, propia nada más de propietarios que ven amenazado su modo de vida. Y que no debería perder de vista ni las injusticias que abonan los disturbios ni las sombras totalitarias que crecen gracias a ellos.
----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
De repente se desató la ira social en los barrios... ¿Las causas? “Aún por determinar.” Pero téngase en cuenta, junto a los típicos efectos secundarios del capitalismo salvaje, que el Reino Unido camina imparable desde hace años hacia el estado policial. Con ello en mente, ¿a quién benefician realmente los desmanes de estos días?
«Esto es pura y simple delincuencia.»
(David Cameron)
Nunca fui muy aficionado a las páginas de sucesos, pero aquí, pese a lo que dice Cameron, parece que hay algo más...
¿Realmente se cree Cameron mejor que los saqueadores de estos días?
Londres, julio de 2011. Hermosa ciudad, capital de la opulencia. Identitaria como pocas, con tantos elementos emblemáticos: taxis, autobuses, bobbies, cabinas, hasta buzones... Siempre supo venderse. Por sus calles céntricas surcan a cada instante centenares de carísimos automóviles y no pocas interminables limusinas. Innumerables construcciones victorianas reflejan, en diferentes barrios, el viejo poderío del país que impulsó el capitalismo industrial a base de inventiva y rapiña, el Imperio que civilizó y masacró a partes ¿iguales? Su City es aún, dicen, la primera plaza financiera del mundo. Bellos y cuidados parques, lujo obsceno en Harrods (y Selfridges), multiplicidad de etnias en aparente concierto. Y de fondo, la fastuosa monarquía por excelencia.
Londres, agosto de 2011. Estallidos de violencia tras la muerte de un joven en el barrio de Tottenham, con altos índices de desempleo. Ataques a la policía, incendios de edificios, saqueos de comercios... Las súbitas revueltas se extienden pronto a otros barrios como Enfield, Islington, Croydon o Brixton, este último ya conocido por sus brotes de violencia en los ochenta. E incluso fuera de Londres, con disturbios similares en Liverpool, Birmingham, Manchester, Nottingham o Bristol. En el fenómeno, en principio caracterizado como racial y vinculado a la comunidad negra londinense, participan igualmente numerosos miembros de otras etnias –blancos incluidos– aunque también de las clases trabajadoras. Hasta cinco muertes se asocian con las revueltas, sin contar el detonante.
A un año de los Juegos Olímpicos en la capital británica. Seis años después del 7-J. Un mes antes del décimo aniversario del 11-S y un mes después del escándalo de News of the World –el diario del magnate Murdoch–, que salpicase al propio Cameron. Dos semanas más tarde de la matanza del ¿loco? Anders Breivik en Noruega. El primer ministro dice que no es más que delincuencia. La afirmación ya queda desmentida por el hecho de que su detonante fuese la muerte de Mark Duggan, disparado en el pecho por un policía sin mediar tiroteo, frente a lo que dijeran las primeras versiones. El dato apunta más bien a una reacción tras ese exceso policial. Aunque luego la violencia, intolerable, se contagie a otras áreas de manera extrañamente rápida.
Desprecio del gobierno a las raíces sociales del problema
Numerosos testimonios de participantes en los hechos o personas cercanas reflejan resentimiento ante lo que se percibe como discriminación racial por parte de la policía y los políticos. «No nos escuchan, solo nos reprimen.» «Queremos reconocimiento.» El escritor Gavin Knight comenta que «cuando nadie se preocupa por uno, es menos probable que a uno le preocupe destrozar un escaparate». La condición socioeconómica de la mayoría de los alborotadores no parece ser ajena a su conducta de estos días. Tampoco, siquiera en algún grado porque los efectos aún no han hecho más que empezar a notarse, los drásticos recortes sociales que viene aplicando el gobierno conservador. O el feroz y ya atávico consumismo que impregna las sociedades occidentales. O la cultura británica de bandas o pandillas, a menudo proclives a la violencia. Pero todo eso se queda corto para explicar la reciente explosión. Y para dar cuenta del hecho de que, a diferencia de las de Brixton (1981, 1985 y 1995) y la del propio Tottenham en 1985, ahora tantas otras ciudades se hayan sumado al brote inicial en cuestión de horas. Con unos sucesos de magnitud inédita en la historia reciente del Reino Unido, incluidos más de mil quinientos detenidos y gran número de personas heridas.
«Si son suficientemente mayores como para cometer esos actos, son lo suficientemente mayores como para enfrentarse al castigo que conllevan», sentenció también el premier británico en otra frase no necesariamente brillante (basta pensar en cuestiones tan delicadas como la responsabilidad jurídica de un niño, pues a la implicación de niños aludía). La injustificable brutalidad exhibida en las protestas de estos días no admite, sin embargo, reducciones simplistas. El odio reflejado en esas acciones debe tener raíces sociales profundas. Un modelo económico que fomenta la emulación consumista y la imagen de éxito, que desprecia a los losers, subyace a las algaradas. El fracaso en la lucha competitiva, tan encomiada por los apóstoles del “neoliberalismo”, ¿no es fuente de resentimiento? Parece inmoral negarse a ver el abismo social arriba descrito, que contrapone simas tercermundistas con impúdicos grados de opulencia. Semejante marco de fondo no impide hablar de delincuencia, pero sí de delincuencia “pura y simple”. Si de algo debiera servir la historia de Occidente, incluida la reflexión de sus grandes pensadores y humanistas, es justamente para comprender la responsabilidad social que late en muchos crímenes de individuos y sectores específicos. O para, siquiera, considerar la posibilidad de que tales delitos proliferan en un caldo de cultivo específico y probablemente criminógeno.
Pero, ¿acaso cabría esperar una reacción distinta de la clase política británica, y en particular de su primer ministro? De familia “bien”, con ancestros vinculados a la Bolsa, la alta política y la aristocracia, hay que reconocer que Cameron no lo ha tenido fácil para desarrollar una aguda sensibilidad social. Le ha “tocado”, además, gobernar en una época caracterizada por una crisis económica inducida por la Élite, y signada además por la Era del Terror nacida del 11-S. Parece, por cierto, que nuestro David se siente a gusto en ese escenario, como lo demuestran tanto su contundencia para las medidas antisociales como su diligencia en emprender guerras de agresión. Todo un currículum, en poco más de un año de mandato, que difícilmente hará de él un líder receptivo a demandas sociales (legítimas aun cuando se expresen violentamente). Pero, ¿realmente se cree Cameron mejor que los saqueadores de estos días? ¿Es menos grave saquear el petróleo libio? ¿Lo es, masacrar nietos de Gadafi y cientos de civiles a los que se supone que vas a proteger?
Otros factores no menos siniestros
Junto a todo ello, no debe olvidarse que el Reino Unido es, junto con su gran aliado transoceánico, una de las avanzadillas del Nuevo Orden Mundial. A la estela del 11-S, reavivada por el 7-J (antes, por el 11-M) y por otros (presuntos) amagos de superatentados relacionados con este país, como el de 2006, el gobierno viene aplicando medidas cada vez más contrarias a su tradición liberal (aunque se remonta más atrás su orwelliana tendencia a vigilar a sus ciudadanos, “seguridad” obliga).
Sobre esta base, la delincuencia, “pura y simple” o no, sin duda ofrece una excelente baza para reforzar el terror y el control social. Llama mucho la atención que lo que más se ve en las imágenes de estos días es a energúmenos que incendian, destrozan y roban. ¿Qué mejor manera de concitar la ira popular contra ellos (es decir, a favor del gobierno)? ¿Y qué decir de la rápida extensión a otras ciudades? ¿Servirá todo esto de antecedente, o quizá de preventivo, para cuando vengan las protestas sociales y políticas debidamente organizadas contra el Sistema? No se olvide que, con una crisis económica todavía galopante, las convulsiones sólo acaban de empezar.
Por si acaso, el gobierno británico no pierde el tiempo: rompiendo una más que centenaria tradición de la educada policía británica, ya ha autorizado el uso de métodos represores más drásticos, a pesar de las discrepancias de quienes realmente entienden del asunto, pero seguro del apoyo de la mayoría de la población. Además, se ha planteado en voz alta la interrupción de la transmisión de mensajes electrónicos y de las redes sociales en casos como los que nos ocupan, lo que servirá para que la gente se siga acostumbrando a las restricciones de derechos. Medidas ambas plenamente acordes con los objetivos de la política del miedo que funciona desde el 11-S y se ve periódicamente realimentada por oportunos sobresaltos masivos. Los dos últimos, la matanza en Noruega y los graves disturbios en Inglaterra. Para gozo de los promotores del orden globalitario.
«Los británicos, críticos con la gestión de Cameron en los disturbios», mayormente porque no se reaccionó lo bastante pronto frente a los desórdenes. No es una crítica de fondo, pero esa percepción tan extendida abona la cuestión de por qué se tardó en actuar...
«A la minoría de los sin ley, a los criminales que se han quedado con todo lo que han podido, hoy les digo: Os vamos a buscar, os vamos a encontrar, os vamos a acusar ante los tribunales, os vamos a castigar. Vais a pagar por todo lo que habéis hecho», proclamó también el primer ministro en su línea simplista y “justiciera”.
¿Y a ti, David, a ti quién te busca, quién te encuentra, quién te acusa, quién te castiga? ¿O acaso piensas que finalmente te irás de rositas (ver Gálatas 6: 7)? Tú y los tuyos, claro. Si no queremos la impunidad para quienes matan cinco y saquean diez, ¿cómo vamos a quererla para quienes matáis cinco mil y saqueáis diez mil?
Algo positivo
Concluyamos con una nota positiva: la solidaridad espontánea que afloró durante esas jornadas negras. «Mientras las autoridades locales advierten de que lo mejor que puede hacer la gente es quedarse en casa y asegurarse de que sus hijos también lo hacen, miles de ciudadanos se han unido a través de Twitter y Facebook para asistir a los vecinos que han visto sus casas y sus comercios destruidos. La magnitud de lo sucedido estimula la solidaridad entre los ciudadanos, como demuestra un cartel pintado a mano que alguien ha clavado a la entrada de la estación del metro de Finsbury Park: “Sé amable con el resto de londinenses”.»
Una invitación práctica a la paz que no debería entenderse en clave burguesa, propia nada más de propietarios que ven amenazado su modo de vida. Y que no debería perder de vista ni las injusticias que abonan los disturbios ni las sombras totalitarias que crecen gracias a ellos.
PARA VER LOS ENLACES DEL POST
http://lacomunidad.elpais.com/periferia06/2011/8/13/-que-pasa-inglaterra-
Concluyamos con una nota positiva: la solidaridad espontánea que afloró durante esas jornadas negras. «Mientras las autoridades locales advierten de que lo mejor que puede hacer la gente es quedarse en casa y asegurarse de que sus hijos también lo hacen, miles de ciudadanos se han unido a través de Twitter y Facebook para asistir a los vecinos que han visto sus casas y sus comercios destruidos. La magnitud de lo sucedido estimula la solidaridad entre los ciudadanos, como demuestra un cartel pintado a mano que alguien ha clavado a la entrada de la estación del metro de Finsbury Park: “Sé amable con el resto de londinenses”.»
Una invitación práctica a la paz que no debería entenderse en clave burguesa, propia nada más de propietarios que ven amenazado su modo de vida. Y que no debería perder de vista ni las injusticias que abonan los disturbios ni las sombras totalitarias que crecen gracias a ellos.
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De repente se desató la ira social en los barrios... ¿Las causas? “Aún por determinar.” Pero téngase en cuenta, junto a los típicos efectos secundarios del capitalismo salvaje, que el Reino Unido camina imparable desde hace años hacia el estado policial. Con ello en mente, ¿a quién benefician realmente los desmanes de estos días?
«Esto es pura y simple delincuencia.»
(David Cameron)
Nunca fui muy aficionado a las páginas de sucesos, pero aquí, pese a lo que dice Cameron, parece que hay algo más...
¿Realmente se cree Cameron mejor que los saqueadores de estos días?
Londres, julio de 2011. Hermosa ciudad, capital de la opulencia. Identitaria como pocas, con tantos elementos emblemáticos: taxis, autobuses, bobbies, cabinas, hasta buzones... Siempre supo venderse. Por sus calles céntricas surcan a cada instante centenares de carísimos automóviles y no pocas interminables limusinas. Innumerables construcciones victorianas reflejan, en diferentes barrios, el viejo poderío del país que impulsó el capitalismo industrial a base de inventiva y rapiña, el Imperio que civilizó y masacró a partes ¿iguales? Su City es aún, dicen, la primera plaza financiera del mundo. Bellos y cuidados parques, lujo obsceno en Harrods (y Selfridges), multiplicidad de etnias en aparente concierto. Y de fondo, la fastuosa monarquía por excelencia.
Londres, agosto de 2011. Estallidos de violencia tras la muerte de un joven en el barrio de Tottenham, con altos índices de desempleo. Ataques a la policía, incendios de edificios, saqueos de comercios... Las súbitas revueltas se extienden pronto a otros barrios como Enfield, Islington, Croydon o Brixton, este último ya conocido por sus brotes de violencia en los ochenta. E incluso fuera de Londres, con disturbios similares en Liverpool, Birmingham, Manchester, Nottingham o Bristol. En el fenómeno, en principio caracterizado como racial y vinculado a la comunidad negra londinense, participan igualmente numerosos miembros de otras etnias –blancos incluidos– aunque también de las clases trabajadoras. Hasta cinco muertes se asocian con las revueltas, sin contar el detonante.
A un año de los Juegos Olímpicos en la capital británica. Seis años después del 7-J. Un mes antes del décimo aniversario del 11-S y un mes después del escándalo de News of the World –el diario del magnate Murdoch–, que salpicase al propio Cameron. Dos semanas más tarde de la matanza del ¿loco? Anders Breivik en Noruega. El primer ministro dice que no es más que delincuencia. La afirmación ya queda desmentida por el hecho de que su detonante fuese la muerte de Mark Duggan, disparado en el pecho por un policía sin mediar tiroteo, frente a lo que dijeran las primeras versiones. El dato apunta más bien a una reacción tras ese exceso policial. Aunque luego la violencia, intolerable, se contagie a otras áreas de manera extrañamente rápida.
Desprecio del gobierno a las raíces sociales del problema
Numerosos testimonios de participantes en los hechos o personas cercanas reflejan resentimiento ante lo que se percibe como discriminación racial por parte de la policía y los políticos. «No nos escuchan, solo nos reprimen.» «Queremos reconocimiento.» El escritor Gavin Knight comenta que «cuando nadie se preocupa por uno, es menos probable que a uno le preocupe destrozar un escaparate». La condición socioeconómica de la mayoría de los alborotadores no parece ser ajena a su conducta de estos días. Tampoco, siquiera en algún grado porque los efectos aún no han hecho más que empezar a notarse, los drásticos recortes sociales que viene aplicando el gobierno conservador. O el feroz y ya atávico consumismo que impregna las sociedades occidentales. O la cultura británica de bandas o pandillas, a menudo proclives a la violencia. Pero todo eso se queda corto para explicar la reciente explosión. Y para dar cuenta del hecho de que, a diferencia de las de Brixton (1981, 1985 y 1995) y la del propio Tottenham en 1985, ahora tantas otras ciudades se hayan sumado al brote inicial en cuestión de horas. Con unos sucesos de magnitud inédita en la historia reciente del Reino Unido, incluidos más de mil quinientos detenidos y gran número de personas heridas.
«Si son suficientemente mayores como para cometer esos actos, son lo suficientemente mayores como para enfrentarse al castigo que conllevan», sentenció también el premier británico en otra frase no necesariamente brillante (basta pensar en cuestiones tan delicadas como la responsabilidad jurídica de un niño, pues a la implicación de niños aludía). La injustificable brutalidad exhibida en las protestas de estos días no admite, sin embargo, reducciones simplistas. El odio reflejado en esas acciones debe tener raíces sociales profundas. Un modelo económico que fomenta la emulación consumista y la imagen de éxito, que desprecia a los losers, subyace a las algaradas. El fracaso en la lucha competitiva, tan encomiada por los apóstoles del “neoliberalismo”, ¿no es fuente de resentimiento? Parece inmoral negarse a ver el abismo social arriba descrito, que contrapone simas tercermundistas con impúdicos grados de opulencia. Semejante marco de fondo no impide hablar de delincuencia, pero sí de delincuencia “pura y simple”. Si de algo debiera servir la historia de Occidente, incluida la reflexión de sus grandes pensadores y humanistas, es justamente para comprender la responsabilidad social que late en muchos crímenes de individuos y sectores específicos. O para, siquiera, considerar la posibilidad de que tales delitos proliferan en un caldo de cultivo específico y probablemente criminógeno.
Pero, ¿acaso cabría esperar una reacción distinta de la clase política británica, y en particular de su primer ministro? De familia “bien”, con ancestros vinculados a la Bolsa, la alta política y la aristocracia, hay que reconocer que Cameron no lo ha tenido fácil para desarrollar una aguda sensibilidad social. Le ha “tocado”, además, gobernar en una época caracterizada por una crisis económica inducida por la Élite, y signada además por la Era del Terror nacida del 11-S. Parece, por cierto, que nuestro David se siente a gusto en ese escenario, como lo demuestran tanto su contundencia para las medidas antisociales como su diligencia en emprender guerras de agresión. Todo un currículum, en poco más de un año de mandato, que difícilmente hará de él un líder receptivo a demandas sociales (legítimas aun cuando se expresen violentamente). Pero, ¿realmente se cree Cameron mejor que los saqueadores de estos días? ¿Es menos grave saquear el petróleo libio? ¿Lo es, masacrar nietos de Gadafi y cientos de civiles a los que se supone que vas a proteger?
Otros factores no menos siniestros
Junto a todo ello, no debe olvidarse que el Reino Unido es, junto con su gran aliado transoceánico, una de las avanzadillas del Nuevo Orden Mundial. A la estela del 11-S, reavivada por el 7-J (antes, por el 11-M) y por otros (presuntos) amagos de superatentados relacionados con este país, como el de 2006, el gobierno viene aplicando medidas cada vez más contrarias a su tradición liberal (aunque se remonta más atrás su orwelliana tendencia a vigilar a sus ciudadanos, “seguridad” obliga).
Sobre esta base, la delincuencia, “pura y simple” o no, sin duda ofrece una excelente baza para reforzar el terror y el control social. Llama mucho la atención que lo que más se ve en las imágenes de estos días es a energúmenos que incendian, destrozan y roban. ¿Qué mejor manera de concitar la ira popular contra ellos (es decir, a favor del gobierno)? ¿Y qué decir de la rápida extensión a otras ciudades? ¿Servirá todo esto de antecedente, o quizá de preventivo, para cuando vengan las protestas sociales y políticas debidamente organizadas contra el Sistema? No se olvide que, con una crisis económica todavía galopante, las convulsiones sólo acaban de empezar.
Por si acaso, el gobierno británico no pierde el tiempo: rompiendo una más que centenaria tradición de la educada policía británica, ya ha autorizado el uso de métodos represores más drásticos, a pesar de las discrepancias de quienes realmente entienden del asunto, pero seguro del apoyo de la mayoría de la población. Además, se ha planteado en voz alta la interrupción de la transmisión de mensajes electrónicos y de las redes sociales en casos como los que nos ocupan, lo que servirá para que la gente se siga acostumbrando a las restricciones de derechos. Medidas ambas plenamente acordes con los objetivos de la política del miedo que funciona desde el 11-S y se ve periódicamente realimentada por oportunos sobresaltos masivos. Los dos últimos, la matanza en Noruega y los graves disturbios en Inglaterra. Para gozo de los promotores del orden globalitario.
«Los británicos, críticos con la gestión de Cameron en los disturbios», mayormente porque no se reaccionó lo bastante pronto frente a los desórdenes. No es una crítica de fondo, pero esa percepción tan extendida abona la cuestión de por qué se tardó en actuar...
«A la minoría de los sin ley, a los criminales que se han quedado con todo lo que han podido, hoy les digo: Os vamos a buscar, os vamos a encontrar, os vamos a acusar ante los tribunales, os vamos a castigar. Vais a pagar por todo lo que habéis hecho», proclamó también el primer ministro en su línea simplista y “justiciera”.
¿Y a ti, David, a ti quién te busca, quién te encuentra, quién te acusa, quién te castiga? ¿O acaso piensas que finalmente te irás de rositas (ver Gálatas 6: 7)? Tú y los tuyos, claro. Si no queremos la impunidad para quienes matan cinco y saquean diez, ¿cómo vamos a quererla para quienes matáis cinco mil y saqueáis diez mil?
Algo positivo
Concluyamos con una nota positiva: la solidaridad espontánea que afloró durante esas jornadas negras. «Mientras las autoridades locales advierten de que lo mejor que puede hacer la gente es quedarse en casa y asegurarse de que sus hijos también lo hacen, miles de ciudadanos se han unido a través de Twitter y Facebook para asistir a los vecinos que han visto sus casas y sus comercios destruidos. La magnitud de lo sucedido estimula la solidaridad entre los ciudadanos, como demuestra un cartel pintado a mano que alguien ha clavado a la entrada de la estación del metro de Finsbury Park: “Sé amable con el resto de londinenses”.»
Una invitación práctica a la paz que no debería entenderse en clave burguesa, propia nada más de propietarios que ven amenazado su modo de vida. Y que no debería perder de vista ni las injusticias que abonan los disturbios ni las sombras totalitarias que crecen gracias a ellos.
PARA VER LOS ENLACES DEL POST
http://lacomunidad.elpais.com/periferia06/2011/8/13/-que-pasa-inglaterra-
Re: Arde Londres. Agosto 2011
saludos cordiales.
the-smoker- Cantidad de envíos : 517
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Re: Arde Londres. Agosto 2011
Con esta oleada de violencia que recorre el mundo, paises arabes, grecia, londres... me pregunto si no están usando los chems o el haarp para excitar a la gente.
liebreblanca- Cantidad de envíos : 115
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Arde londres
the-smoker escribió:
saludos cordiales.
Una verdad como un templo, pero poco acertado ese polo de lacoste para hablar de este tema.
áureo 1,6- Cantidad de envíos : 48
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pelusero- Cantidad de envíos : 246
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Re: Arde Londres. Agosto 2011
La conexión entre el robo nocturno en las calles y el robo diario perpetrado por las elites
Oigo todo el tiempo comparaciones entre los disturbios de Londres y los que suceden en otras ciudades europeas, destrozo de vitrinas en Atenas o incendios de coches en París. Y hay paralelos, sin duda: una chispa provocada por la violencia policial, una generación que se siente olvidada.
Pero esos eventos estuvieron marcados por destrucción masiva; los saqueos fueron menores. Ha habido, sin embargo, otros saqueos masivos en los últimos años, y tal vez deberíamos hablar también de ellos. Fue en Bagdad después de la invasión estadounidense, un frenesí de incendios y de saqueos que vaciaron bibliotecas y museos. Las fábricas también fueron afectadas. En 2004 visité una que fabricaba refrigeradores. Sus trabajadores la despojaron de todo lo que tenía algún valor, luego la incendiaron tan a fondo que el almacén era una escultura de planchas de metal retorcidas.
En esos días la gente en las noticias por cable pensó que los saqueos fueron altamente políticos. Dijo que es lo que pasa cuando un régimen carece de legitimidad a los ojos del pueblo. Después de ver durante tanto tiempo cómo Sadam y sus hijos se servían de todo y de todos a su gusto, muchos iraquíes de a pie pensaron que habían ganado el derecho a apoderarse de unas pocas cosas para sí mismos. Pero Londres no es Bagdad, y el primer ministro británico David Cameron está lejos de ser Sadam, de modo que es seguro que no se puede aprender nada del asunto.
¿Y si consideramos un ejemplo democrático? Argentina, casi en 2001. La economía estaba en caída libre y miles de personas que vivían en vecindarios difíciles (antiguas zonas industriales prósperas antes de la era neoliberal) invadieron supermercados de propiedad extranjera. Salieron empujando carritos de compra abarrotados de bienes que ya no podían permitirse, ropa, electrónica, carne. El gobierno proclamó un “estado de sitio” para restaurar el orden; a la gente no le gustó y derrocó al gobierno.
El saqueo de Argentina fue políticamente significativo porque era la misma palabra utilizada para describir lo que las elites de ese país habían hecho al vender los activos nacionales del país, en tratos de privatización, de una corrupción flagrante, ocultando su dinero en el exterior, pasando luego la cuenta a la gente mediante un brutal paquete de austeridad. Los argentinos comprendieron que el saqueo de los centros comerciales no habría sucedido sin el mayor saqueo del país, y que los verdaderos gángsteres eran los que estaban a cargo.
Pero Inglaterra no es Latinoamérica, y sus disturbios no son políticos, o por lo menos es lo que se nos dice. Solo tienen que ver con muchachos ingobernables que aprovechan una situación para apoderarse de lo que no es suyo. Y la sociedad británica, nos dice Cameron, detesta ese tipo de conducta.
Y lo dice con toda seriedad. Como si los masivos rescates de los bancos no hubieran sucedido jamás, seguidos de las descaradas bonificaciones récord. Seguidos de las reuniones de emergencia del G-8 y del G-20, cuando los dirigentes decidieron, colectivamente, no hacer nada para castigar a los banqueros por parte de todo esto, no hacer nada serio para impedir que una crisis similar vuelva a ocurrir. En lugar de hacerlo, todos volverían a sus respectivos países e impondrían sacrificios a los más vulnerables. Lo harían despidiendo a trabajadores del sector público, convirtiendo a los maestros en chivos expiatorios, cerrando bibliotecas, aumentando el coste de la educación, rechazando los contratos con los sindicatos, creando privatizaciones aceleradas de activos públicos y disminuyendo las pensiones: mezclad el cóctel según vuestro país. ¿Y quién se presenta en la televisión sermoneando sobre la necesidad de renunciar a esos “beneficios”? Los banqueros y los administradores de los fondos de alto riesgo, por supuesto.
Estamos ante un saqueo global, días de gran toma de beneficios. Alimentado por un sentido patológico de los derechos a beneficios, este saqueo se realizó a plena luz del día, como si no hubiera nada que ocultar. Sin embargo, existen algunos molestos temores. A principios de julio, el Wall Street Journal, citando un nuevo sondeo, informó de que un 94% de los millonarios temen la “violencia en las calles”. Resulta que ése era un temor razonable.
Evidentemente, los disturbios de Londres no fueron una protesta política. Pero la gente que comete robos nocturnos está endemoniadamente segura de que sus elites han estado cometiendo robos a plena luz del día. Los saqueos son contagiosos.
Los conservadores tienen razón cuando dicen que los disturbios no tienen que ver con los recortes. Pero tienen mucho que ver con lo que representan esos recortes: que te recorten como si fueras una sobra. Ser excluido en una clase baja en rápido crecimiento, y que los pocos escapes que existían –un empleo sindicalizado, una buena educación asequible– se cierran rápidamente. Los recortes son un mensaje. Dicen a sectores completos de la sociedad: te vas a quedar donde estás, como los migrantes y refugiados que rechazamos en nuestras fronteras cada vez más fortificadas.
La respuesta de David Cameron a los disturbios es hacer que esta exclusión sea literal: desalojos de viviendas sociales, amenazas de cortar los medios de comunicación y condenas indignantes (cinco meses a una mujer por recibir un short robado). Vuelven a enviar el mismo mensaje: desapareced, y hacedlo en silencio.
En la “cumbre de la austeridad” del G-20 del año pasado en Toronto, las protestas se convirtieron en disturbios y se quemaron numerosos coches policiales. No fue nada en comparación con los sucesos de Londres 2011, pero fue chocante para nosotros, los canadienses. La gran controversia entonces fue que el gobierno había gastado 675 millones de dólares en la “seguridad” de la cumbre (pero a pesar de todo parece que no pudieron apagar esos incendios). Entonces, muchos de nosotros subrayamos que el costoso nuevo arsenal adquirido por la policía –cañones lanza-aguas, cañones de sonido, gas lacrimógeno y balas de goma– no se había adquirido solo para reprimir a los manifestantes en las calles. Su uso a largo plazo era: disciplinar a los pobres, los que en la nueva era de austeridad tienen tan poco que perder que se vuelven peligrosos.
Es lo que no comprende David Cameron: no se pueden recortar los presupuestos de la policía al mismo tiempo que se recorta todo lo demás. Porque cuando se roba a la gente lo poco que tiene, a fin de proteger los intereses de los que tienen más de lo que cualquiera merece, hay que contar con que haya resistencia, sean manifestaciones organizadas o saqueos espontáneos.
Y no es política. Es física.
[url=Web]http://www.elciudadano.cl/2011/08/22/la-conexion-entre-el-robo-nocturno-en-las-calles-y-el-robo-diario-perpetrado-por-las-elites/[/url]
Oigo todo el tiempo comparaciones entre los disturbios de Londres y los que suceden en otras ciudades europeas, destrozo de vitrinas en Atenas o incendios de coches en París. Y hay paralelos, sin duda: una chispa provocada por la violencia policial, una generación que se siente olvidada.
Pero esos eventos estuvieron marcados por destrucción masiva; los saqueos fueron menores. Ha habido, sin embargo, otros saqueos masivos en los últimos años, y tal vez deberíamos hablar también de ellos. Fue en Bagdad después de la invasión estadounidense, un frenesí de incendios y de saqueos que vaciaron bibliotecas y museos. Las fábricas también fueron afectadas. En 2004 visité una que fabricaba refrigeradores. Sus trabajadores la despojaron de todo lo que tenía algún valor, luego la incendiaron tan a fondo que el almacén era una escultura de planchas de metal retorcidas.
En esos días la gente en las noticias por cable pensó que los saqueos fueron altamente políticos. Dijo que es lo que pasa cuando un régimen carece de legitimidad a los ojos del pueblo. Después de ver durante tanto tiempo cómo Sadam y sus hijos se servían de todo y de todos a su gusto, muchos iraquíes de a pie pensaron que habían ganado el derecho a apoderarse de unas pocas cosas para sí mismos. Pero Londres no es Bagdad, y el primer ministro británico David Cameron está lejos de ser Sadam, de modo que es seguro que no se puede aprender nada del asunto.
¿Y si consideramos un ejemplo democrático? Argentina, casi en 2001. La economía estaba en caída libre y miles de personas que vivían en vecindarios difíciles (antiguas zonas industriales prósperas antes de la era neoliberal) invadieron supermercados de propiedad extranjera. Salieron empujando carritos de compra abarrotados de bienes que ya no podían permitirse, ropa, electrónica, carne. El gobierno proclamó un “estado de sitio” para restaurar el orden; a la gente no le gustó y derrocó al gobierno.
El saqueo de Argentina fue políticamente significativo porque era la misma palabra utilizada para describir lo que las elites de ese país habían hecho al vender los activos nacionales del país, en tratos de privatización, de una corrupción flagrante, ocultando su dinero en el exterior, pasando luego la cuenta a la gente mediante un brutal paquete de austeridad. Los argentinos comprendieron que el saqueo de los centros comerciales no habría sucedido sin el mayor saqueo del país, y que los verdaderos gángsteres eran los que estaban a cargo.
Pero Inglaterra no es Latinoamérica, y sus disturbios no son políticos, o por lo menos es lo que se nos dice. Solo tienen que ver con muchachos ingobernables que aprovechan una situación para apoderarse de lo que no es suyo. Y la sociedad británica, nos dice Cameron, detesta ese tipo de conducta.
Y lo dice con toda seriedad. Como si los masivos rescates de los bancos no hubieran sucedido jamás, seguidos de las descaradas bonificaciones récord. Seguidos de las reuniones de emergencia del G-8 y del G-20, cuando los dirigentes decidieron, colectivamente, no hacer nada para castigar a los banqueros por parte de todo esto, no hacer nada serio para impedir que una crisis similar vuelva a ocurrir. En lugar de hacerlo, todos volverían a sus respectivos países e impondrían sacrificios a los más vulnerables. Lo harían despidiendo a trabajadores del sector público, convirtiendo a los maestros en chivos expiatorios, cerrando bibliotecas, aumentando el coste de la educación, rechazando los contratos con los sindicatos, creando privatizaciones aceleradas de activos públicos y disminuyendo las pensiones: mezclad el cóctel según vuestro país. ¿Y quién se presenta en la televisión sermoneando sobre la necesidad de renunciar a esos “beneficios”? Los banqueros y los administradores de los fondos de alto riesgo, por supuesto.
Estamos ante un saqueo global, días de gran toma de beneficios. Alimentado por un sentido patológico de los derechos a beneficios, este saqueo se realizó a plena luz del día, como si no hubiera nada que ocultar. Sin embargo, existen algunos molestos temores. A principios de julio, el Wall Street Journal, citando un nuevo sondeo, informó de que un 94% de los millonarios temen la “violencia en las calles”. Resulta que ése era un temor razonable.
Evidentemente, los disturbios de Londres no fueron una protesta política. Pero la gente que comete robos nocturnos está endemoniadamente segura de que sus elites han estado cometiendo robos a plena luz del día. Los saqueos son contagiosos.
Los conservadores tienen razón cuando dicen que los disturbios no tienen que ver con los recortes. Pero tienen mucho que ver con lo que representan esos recortes: que te recorten como si fueras una sobra. Ser excluido en una clase baja en rápido crecimiento, y que los pocos escapes que existían –un empleo sindicalizado, una buena educación asequible– se cierran rápidamente. Los recortes son un mensaje. Dicen a sectores completos de la sociedad: te vas a quedar donde estás, como los migrantes y refugiados que rechazamos en nuestras fronteras cada vez más fortificadas.
La respuesta de David Cameron a los disturbios es hacer que esta exclusión sea literal: desalojos de viviendas sociales, amenazas de cortar los medios de comunicación y condenas indignantes (cinco meses a una mujer por recibir un short robado). Vuelven a enviar el mismo mensaje: desapareced, y hacedlo en silencio.
En la “cumbre de la austeridad” del G-20 del año pasado en Toronto, las protestas se convirtieron en disturbios y se quemaron numerosos coches policiales. No fue nada en comparación con los sucesos de Londres 2011, pero fue chocante para nosotros, los canadienses. La gran controversia entonces fue que el gobierno había gastado 675 millones de dólares en la “seguridad” de la cumbre (pero a pesar de todo parece que no pudieron apagar esos incendios). Entonces, muchos de nosotros subrayamos que el costoso nuevo arsenal adquirido por la policía –cañones lanza-aguas, cañones de sonido, gas lacrimógeno y balas de goma– no se había adquirido solo para reprimir a los manifestantes en las calles. Su uso a largo plazo era: disciplinar a los pobres, los que en la nueva era de austeridad tienen tan poco que perder que se vuelven peligrosos.
Es lo que no comprende David Cameron: no se pueden recortar los presupuestos de la policía al mismo tiempo que se recorta todo lo demás. Porque cuando se roba a la gente lo poco que tiene, a fin de proteger los intereses de los que tienen más de lo que cualquiera merece, hay que contar con que haya resistencia, sean manifestaciones organizadas o saqueos espontáneos.
Y no es política. Es física.
[url=Web]http://www.elciudadano.cl/2011/08/22/la-conexion-entre-el-robo-nocturno-en-las-calles-y-el-robo-diario-perpetrado-por-las-elites/[/url]
Re: Arde Londres. Agosto 2011
david_kether escribió:La conexión entre el robo (la violencia nocturna) nocturno en las calles y el robo diario (la violencia diurna) perpetrado por las elites
¿Y si consideramos un ejemplo democrático? Argentina, casi en 2001. La economía estaba en caída libre y miles de personas que vivían en vecindarios difíciles (antiguas zonas industriales prósperas antes de la era neoliberal) invadieron supermercados de propiedad extranjera. Salieron empujando carritos de compra abarrotados de bienes que ya no podían permitirse, ropa, electrónica, carne. El gobierno proclamó un “estado de sitio” para restaurar el orden; a la gente no le gustó y derrocó al gobierno.
El saqueo de Argentina fue políticamente significativo porque era la misma palabra utilizada para describir lo que las elites de ese país habían hecho al vender los activos nacionales del país, en tratos de privatización, de una corrupción flagrante, ocultando su dinero en el exterior, pasando luego la cuenta a la gente mediante un brutal paquete de austeridad.
Los argentinos comprendieron que el saqueo de los centros comerciales no habría sucedido sin el mayor saqueo del país, y que los verdaderos gángsteres eran los que estaban a cargo.
Estamos ante (una violencia global) un saqueo global, días de gran toma de beneficios. Alimentado por un sentido patológico de los derechos a beneficios, este saqueo se realizó a plena luz del día, como si no hubiera nada que ocultar. Sin embargo, existen algunos molestos temores. A principios de julio, el Wall Street Journal, citando un nuevo sondeo, informó de que un 94% de los millonarios temen la “violencia en las calles”. Resulta que ése era un temor razonable.
La respuesta de David Cameron a los disturbios es hacer que esta exclusión sea literal: desalojos de viviendas sociales, amenazas de cortar los medios de comunicación y condenas indignantes (cinco meses a una mujer por recibir un short robado). Vuelven a enviar el mismo mensaje: desapareced, y hacedlo en silencio.
... muchos de nosotros subrayamos que el costoso nuevo arsenal adquirido por la policía –cañones lanza-aguas, cañones de sonido, gas lacrimógeno y balas de goma– no se había adquirido solo para reprimir a los manifestantes en las calles. Su uso a largo plazo era: disciplinar a los pobres, los que en la nueva era de austeridad tienen tan poco que perder que se vuelven peligrosos.
Es lo que no comprende David Cameron: no se pueden recortar los presupuestos de la policía al mismo tiempo que se recorta todo lo demás. Porque cuando se roba a la gente lo poco que tiene, a fin de proteger los intereses de los que tienen más de lo que cualquiera merece, hay que contar con que haya resistencia, sean manifestaciones organizadas o saqueos espontáneos.
Y no es política. Es física.
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Se puede decir mas alto, pero no mas claro.
Yo veo claro el camino a seguir.
No contando (claro esta), con que una simple radiacion solar o influjo intergalactico acabe con la injusticia del mundo, el NWO y sus lacayos, de la noche a la mañana y por ciencia " infusa". Porsiacaso no fuera todo tan jodidamente sencillo como esperar de brazos cruzados...
PD ni tu ni yo dormimos o que? XD
San Jorge- Cantidad de envíos : 911
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Re: Arde Londres. Agosto 2011
liebreblanca escribió:Con esta oleada de violencia que recorre el mundo, paises arabes, grecia, londres... me pregunto si no están usando los chems o el haarp para excitar a la gente.
Pa que HAARP, ya tienen la economia para excitarnos.
Aun que paises arabes, la situacion es distinta a como estamos en europa y eeuu.
Toda europa baila al mismo son, y no creo que le convenga mucho ese baile a los del NWO, a mi me congratula el compas.
Mucho mas deprimente seria ver que pasan los dias y nadie sale de casa.
Y empiezo a no tener nada claro que se pueda lograr cualquier cambio GeoPolitico en la actualidad, de manera "no-violenta".
San Jorge- Cantidad de envíos : 911
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