El atlas de todos los males

Le duele la cabeza recurrentemente? ¿Tiene habitualmente las cervicales pinzadas? ¿El malhumor le acompaña en todos sus despertares? Seguro que tiene la primera vértebra cervical desencajada. El atlas -es así como se llama esa vértebra- está luxado en prácticamente todos los seres humanos. Esto no se ha sabido hasta 1993 y lo descubrió un fisioterapeuta suizo, René-Claudius Schümperli, después de años de invalidez y sufrimiento, a raíz de dos graves accidentes de juventud. Tras las largas intervenciones sin resultados por las que tuvo que pasar, se puso a investigar las causas de sus dolencias, y entre 1993 y 1996 se dedicó a constatar lo que ya hemos dicho, que la inmensa mayoría de las personas tenemos el atlas luxado. ¿Las causas? Dificultades en el parto, accidentes de coche, caídas aparatosas, deportes agresivos... La buena noticia es que se puede vivir perfectamente con esta desviación, pero suele ser culpable de que nos duelan la cabeza y la espalda, de que tengamos una cadera más alta que otra, de que se agarroten los nervios espinales o que tengamos tortícolis, lumbago y hasta ciática. Cuando el atlas se rota hacia un lado, provoca un estrechamiento del agujero del cráneo y del canal vertebral. Como consecuencia, la médula espinal y algunos nervios y terminaciones nerviosas se pinzan. Y lo mismo les pasa a las arterias y a los vasos linfáticos, que quedan comprimidos. ¿Resultado? Nos duele todo. Pero hay más. El atlas no es sólo el soporte de la cabeza . Es el encargado del equilibrio y la suspensión de nuestra columna y de todo nuestro esqueleto. Y un atlas torcido es también el culpable de nuestras malas posturas.
Pero este fisioterapeuta no se limitó a demostrar un hecho. Desarrolló un método natural, no médico, para devolver la primera cervical a su posición correcta en unos minutos y de forma permanente.
Masaje específico
Se trata de un masaje específico de la musculatura corta de la nuca que atenúa las contracturas existentes, dando libertad al Atlas para que se recoloque. «Te tantean las cervicales y luego te enganchan en una especie de tubo con un «pico» que va bajando hasta colocar la vértebra descolocada», cuenta Maria Garrigues-Walker que, además de haberselo hecho, es la directora del centro madrileño donde lo practican. Pasados unos días, hay que acudir a una sesión suplementaria de control de 20 minutos para dar un empujón al organismo en este proceso de autorregeneración. Porque estamos hablando también de autocuración. Desde el momento en que el Atlas retoma su posición correcta, es como si el cerebro tratase de hacer lo que no ha podido realizar antes de estar en armonía y pone en marcha procesos de curación, y el organismo empieza a funcionar mejor. ¿Se nota enseguida la mejoría? «La sensación de cabeza más ligera es inmediata, y el movimiento más flexible. Es como si costara menos girarla para mirar hacia atrás», añade Maria. Pero las células y los órganos no se regeneran de un día para otro. En algunas personas la recuperación de sus dolencias será rápida y aquellos en los que el organismo nunca ha trabajado a pleno rendimiento tendrán que tener más paciencia. «Lo que suele notarse es cansancio, agujetas y tensiones musculares por todo el cuerpo, pero se pasan en pocos días. Incluso pueden volver momentáneamente antiguas dolencias que no se habían curado por completo (indica que todavía quedan secuelas), pero luego desaparecen», concluye. Este método se puede aplicar a bebés y ancianos, y sus terapeutas recomiendan activamente que se utilice en niños para que crezcan sanos de mente y de cuerpo. Pero, como nada es absoluto, existen casos extremos en los que el organismo está tan perturbado que no puede reconstituirse. Que seguro que no es su caso. Su precio, 180 euros y una única sesión. ¿Donde? Este método sólo lo practican sin peligro los «Atlasprof» diplomados por la Atlas Academy de Sierre en Suiza. En Barcelon, Centro AtlasPROfilax (Muntaner, 121. Tel.: 93 323 80 27); en Madrid, un día al mes (el próximo es el miércoles 27 de Septiembre) en Walker-Nine (Montesquinza, 46. Tel.: 91 319 47 45)