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La economía de sharia. (Islam)

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Mensaje por Tabil al 3ilm 17/5/2011, 02:26

Esta es una de las claves para entender la situación política internacional actual.

Antes aclarar que el término sharia no significa lo que la secta sionista pretende.
Recordemos que muchos sionistas aprueban la pederastia amenores de 9 años.
El Talmud babilónico (especie de “Nuevo Testamento” para la secta sionistas se permite usar a niños menores de 9 años para el sexo, tanto por parte de mujeres como de hombres, Una de estas referencias es del reverenciado Ben Yohai, nota a pié de pagina 13, página 321 del Yebamoth 60b de la traslación del Talmud Babilónico.
El reverendo cristiano, Ted Pike, argumenta que ésta era una de las prácticas “sucias” que Jesús de Nazareth denunció de los fariseos de su época, cuya continuación hoy, son los judíos sionistas.

Los sionistas son kuffar(cafres)(plural de kafir).
destructor; literalmente, “el que oculta la verdad y la belleza del mundo”. El Corán lo define como “el que rompe lo que Al-lâh ha ordenado mantener unido”. Ser kâfir no significa “ser infiel”, no es una definición ideológica, sino una actitud en la vida; una actitud que comienza con gestos más o menos descuidados y acaba siendo brutalidad abierta.
La realidad del kâfir Observemos los vestigios de la palabra kâfir en el lenguaje de dos territorios que fueron islámicos: España y Malta. En castellano ha quedado la palabra “cafre” para designar alguien que es un salvaje, y kiefer en maltés aún hoy día sigue significando “cruel”. El kâfir no es alguien que piense algo contrario al Islam, porque ni el kufr ni el Islam son sistemas de pensamiento. Lo que se entiende por kâfir es fundamentalmente alguien que tiene una postura activa en la destrucción del mundo, y lo hace ocultando (que eso significa en árabe kafara) su belleza y su verdad, ocultando la relación que los seres tienen con lo que los mantiene en la existencia, en una acción deliberada y consciente. En árabe se llama mu’min al que se abre hacia Al-lâh con corazón esponjoso, y se llama kafir al que se cierra y se hace opaco. Kafara–yakfur, es cerrarse, disimular algo, cubrir la semilla con la tierra..está fragmentada. Su confianza en cosas sin entidad lo convierte en idólatra. La conciencia de ser absolutamente distinto del resto de la Creación le mantiene en la angustia de la separación. Ése es el infierno en vida que sufre y que proyecta sobre otros.
شريعة
sharia [sharî‘a]
lit. “vía que conduce al abrevadero”. El musulmán se protege con la ley que rige la vida diaria. La sharî‘a es el resultado de la permanente discusión que existe en el seno del Islam acerca de la adecuación del Corán a los fines de la sociedad humana.
El Tao de la antigua China, el Dharma budista, el Nomos griego, la sharî‘a islámica, la Halaha judía son diferentes conceptos que con pequeños matices, expresan un mismo principio fundamental: el orden, la armonía, la ley primordial que gobierna el cosmos y la naturaleza deben extender su dominio a la sociedad humana. Esta “ley universal” se considera reflejo del Principio divino (Ver Corán 45:18). La sharî‘a no está relacionada solamente con la forma correcta de vivir, sino también con aquellos principios, leyes y ritmos, por los cuales las cosas son como son. Desde esta perspectiva, seguirla es andar por el único camino que conduce a la fuente. De hecho, todo posee su propia sharî‘a. Por lo tanto la sharî‘a no es una ley para los seres humanos, sino para todo el cosmos. No hay que confundir esta Ley natural o sagrada, con las leyes que los hombres aplican concretamente en su contexto y tiempo, a pesar de que estas suelen estar forjadas bajo una ética o moral basada en principios fundamentales, que intentan coincidir o al menos mantener un cierto equilibrio con dicha ley natural. No se debe fragmentar la unión de los dos aspectos que forman la plenitud islámica, sharî‘a y haqîqa .

bismil-lâhi r-rahmâni r-rahîm “Con el nombre de Al-lâh, el Rahmân, el Rahîm”
Economía - 15/12/1996 0:00 - Autor: Jose Collado Medina - Fuente: Verde Islam 5
El Islam y la Economía
Al hablar de Economía Islámica, necesariamente hemos de recurrir a, por un lado, la obra del Profesor Muhammad Nejahullad Siddiqi, profesor de Economía en el International Centre for Research in Islamic Economics, perteneciente a la Universidad del Rey Abdul Aziz, en Arabia Saudí; por otro, a los trabajos del Doctor M. Umar Chapra, Senior Economic Adviser de la Saudi Arabian Monetary Agency también en Arabia Saudita, y, finalmente, al Dr. Kurshid Ahmad, investigador de reconocido prestigio del Instituto de Estudios Políticos de Paquistán, actualmente Director de la Islamic Foundation en Gran Bretaña. Ellos han sido los que durante años han animado el panorama en este área de conocimiento con sus artículos, investigaciones y publicaciones técnicas.
La Economía Islámica, como rama de la Economía Contemporánea se encuentra en la actualidad en sus fases iniciales de desarrollo. Podríamos señalar la década de los 60 como punto de inicio de la investigación organizada en este área del conocimiento.
En esa época, a raíz de los movimientos socioeconómicos que se produjeron en los países de mayoría religiosa islámica, los pensadores musulmanes comenzaron a examinar su propia posición desde la perspectiva del Islam, articulando una aproximación islámica a muchos de los problemas que se estaban suscitando en estos países1.
Este movimiento inicial se aceleró inmediatamente debido al proceso descolonizador que se estaba produciendo en el área, así como por la necesidad que tenía su población de reconstruir sus esquemas sociales a la luz del Islam2. En una primera fase, la confrontación directa con la realidad la llevaron a cabo los agentes sociales más radicales, entre los que se encontraban los de tendencia izquierdista, y los reformadores sociales islámicos radicales. En esta fase, se incidió en la aplicación de las enseñanzas económicas del Islam y la actuación se centraba en la crítica, desde el punto de vista islámico, de la Teoría Política y Económica del Occidente contemporáneo.
Más adelante, y una vez pasada la marea revolucionaria, el protagonismo de la acción fue asumido por los economistas musulmanes y otros profesionales afines, que se fueron interesando en esta nueva interpretación de la Economía.

Prolegómenos
La primera vez que se habla de la Economía Islámica como una ciencia es en 1.976, en la Primera Conferencia Internacional sobre esta materia, celebrada en Mecca en Febrero de dicho año, bajo los auspicios de la Universidad del Rey Abdul Aziz, teniendo como Presidente al Dr. Muhammad Omar Zubeir.
En la historia del pensamiento islámico económico actual, esta conferencia supuso el paso desde “una enseñanza sobre la práctica de la economía en el Islam” hacia “una Economía Islámica”.
Mas adelante, en 1983, se publicó la primera compilación bibliográfica, organizada específicamente sobre este área de conocimiento por la Islamic Foundation, conteniendo más de mil trescientas referencias bibliográficas actualizadas sobre el tema.
Hoy en día, en la segunda mitad de la década de los noventa, la Economía Islámica cuenta con Institutos de Investigación especializados. En Europa hay instituciones como la Islamic Foundation con sede en la ciudad de Leicester (Gran Bretaña). También en los países tradicionalmente islámicos, como el International Centre for Research in Islamic Economics, en Arabia Saudita, y el Islamic Research and Training Institute perteneciente al Islámica Development Bank (IDB) también en Arabia Saudita cuyo Deputy Director, el Dr. Monzer Khaf, realiza tareas de investigación e implementacion en el área bancaria. Asimismo en los Estados Unidos, donde paulatinamente van conformando su nicho de conocimiento, distante tanto de las multicolores teorías clásicas de épocas pasadas, como de una interpretación monolítica del cuerpo teórico, ajena a los tiempos que vivimos.
Pero quizás, antes de seguir adelante con este trabajo, convendría delimitar, siquiera brevemente, el término Islam, con objeto de poder definir después lo que entendemos por Economía Islámica.

Necesarias distinciones
Al hablar coloquialmente del Islam hacemos referencia a una serie de espacios geográficos relacionados los unos con los otros, sujetos hasta nuestros días en sus delimitaciones a variaciones muchas veces dramáticas. Cuando empleamos el término “islámico” conviene distinguir entre los que comúnmente conocemos por “árabes” (termino que agrupa al mundo árabe, y a los países árabes) y el “islam no árabe” (en esta categoría están agrupados los musulmanes, y lo que se suele denominar mundo islámico), conceptos que se utilizan de forma indistinta y ambigua en la mayoría de las ocasiones, pues ni son lo mismo ni significan lo mismo, estando unidos a veces por una historia y otras por una religión común.
Por delimitar más los términos que empleamos, cita José U. Martínez3 tres caracteres que definen lo árabe y constituyen la arabidad: en primer lugar, hablar la lengua árabe en sus diversas variedades y considerarla su lengua natural; en segundo lugar, estimar patrimonio propio la historia y los rasgos culturales de los árabes, que engloban a la religión islámica, y en tercer lugar reivindicar la identidad árabe, poseer conciencia de arabidad.
El Islam, como religión y sistema de vida, tiene una relación particularmente estrecha con los árabes, siendo estos su núcleo y su agente difusor y creador; pero el Islam, al difundirse por variadas e inmensas zonas geográficas y entre muy diferentes pueblos, deja de ser un sistema exclusivo de los árabes. De esta manera, en la historia y en la actualidad, pueblos no árabes asumen y representan en un primer plano la defensa del Islam, con el que se han identificado totalmente; fue el caso del Imperio Otomano entre los siglos XVI al XX, y el de Paquistán o Indonesia en la actualidad.
En el mundo Islámico de finales del milenio, podemos diferenciar tres grandes áreas geográficas, a saber:
I-. Los países árabes de Asia Sudoccidental, que integran lo que entendemos coloquialmente como Oriente Medio y que, con su centro en Arabia Saudita, agrupan a Yemen, Emiratos Arabes Unidos, Estados del Golfo, Irak, Siria, Jordania y Líbano.
Se trata de estados en los que predomina la lengua y la etnia árabe, y que proclaman su arabidad.
II.- Los países árabes del Norte de África: Egipto, Libia, el Magreb —formado por Túnez, Argelia, Marruecos—. En este grupo incluimos también a Sudán y Somalia en el África Oriental, y a Mauritania y el Sáhara en el África Occidental.
III.- Los países islámicos no árabes de Oriente, que se extienden desde las repúblicas islámicas de la antigua Yugoslavia,Turquía, las nuevas repúblicas islámicas surgidas del desmembramiento de la Unión Soviética, Irán, hasta Afganistán, Paquistán, e Indonesia.
Estamos hablando en total de un colectivo de 850 millones de personas, aproximadamente el 17 % de la población mundial
Así pues, al hablar de Economía Islámica, podemos definirla —basándonos en el concepto de Economía que da Francisco Monchon4— como: “aquella ciencia que estudia la forma en que los individuos y la sociedad efectúan las elecciones y decisiones para que los recursos disponibles, que siempre son escasos, puedan contribuir de la mejor forma a satisfacer las necesidades individuales y colectivas de la sociedad, teniendo como elemento diferenciador, que le da identidad, el compromiso del investigador de esta materia en considerar el Corán y la Sunna5 como su guía y punto de referencia.”

El racionalismo del consumidor
En esta primera aproximación, debemos precisar qué entendemos por Ciencia Económica, para poder insertar nuestro estudio en un marco teórico compartido por los lectores. Entendemos la Ciencia Económica como algo más que un lenguaje bien construido. La usaremos como un lenguaje de comunicación, a través de lo que Hempel ha denominado “implicaciones contrastadoras”.
Enfrentamos el estudio de la Economía Islámica con la presunción de que el cambio científico se produce porque aparecen problemas que la teoría no resuelve satisfactoriamente. De forma que el motor del cambio obedece a que la realidad de los países islámicos ha cambiado, y a que el proceso de reforma conceptual —inherente al cambio científico— de la economía va adaptándose, con desfases o retrasos, a esa realidad.
En segundo lugar, sucede también que los rasgos caracterizadores de la realidad que figuran en las diversas etapas teóricas del cambio se abstraen mal, quedando incluso algunos al margen, debido principalmente al acelerado cambio que han sufrido las teorías sociales de corte izquierdista, principalmente el socialismo y el comunismo.
Por último, las distintas comunidades de científicos sociales están atentas, desde perspectivas metodológicas dispares, a dominios también distintos de la realidad. Esto plantea problemas verbales de comunicación, que inciden sobre la situación global de esta ciencia.
En definitiva, deberemos hallar una ley general que nos explique la dinámica de este cambio.

Análisis del cambio
Llevado por mi interés sobre la contribución de Max Weber al conocimiento de los orígenes del capitalismo como sistema económico, estaba yo leyendo el libro de Horst Claus Recktenwald. “Economía Política. Una perspectiva histórica”6. Buscaba el hilo metodológico conductor que me permitiera acercarme a la economía islámica con una óptica científica actual. Revisando el Epilogo, un ensayo del Profesor Manuel Jesús González me puso en la pista de lo que andaba buscando, al decir que “las discontinuidades intelectuales o la revolución por reforma en el aparato conceptual que cada teoría supone, se realiza muchas veces por etapas a través de un costoso proceso de tanteos sucesivos, de ensayo y error”7.
Ciertamente, la experiencia histórica nos dice además que los sucesivos tanteos tienen a veces errores lógicos que la crítica interna de cada comunidad científica se encarga de depurar.
La respuesta combinará, según el caso, factores internos y externos a la propia construcción teórica, sustentándose el proceso en la realidad cotidiana.
Tomemos, por ejemplo, la Teoría del Consumo. Los actuales investigadores islámicos no aceptan la formulación actual de la Teoría del Comportamiento del Consumidor, dado que tiene que ver con los valores sociales e ideológicos de la sociedad no islámica en la que han sido desarrollados.
A pesar de ello, no aportan una solución alternativa. Su crítica parece centrarse directamente en los valores del consumidor, en vez de dirigirse a los instrumentos de análisis, aún cuando pudiera pensarse que un tipo concreto de valores necesita dotarse de herramientas específicas. Estos investigadores suelen ver la Teoría del Consumo desde la óptica de la legalidad de los bienes y servicios ofrecidos al consumidor, esto es, desde la perspectiva de su adecuación a los preceptos de la ley islámica.
Existen otros autores, entre los que se encuentra el Dr. Monzer Kahft8, que han enfocado el problema desde su raíz, estudiando en la Teoría del Consumo, aspectos tales como el racionalismo del consumidor, o el concepto de bienes de consumo en el marco de una economía islámica.
Repasando la obra de Weber, y si hablamos de racionalismo, el capitalismo aparece como la materialización de éste. En cambio para Marx, de haber podido contestarle,9 esta concepción hubiera sido insostenible, aunque solo fuese porque, para él, las fuerzas productivas se hallan coartadas y limitadas por las relaciones sociales existentes. En su obra “La ética protestante y el espíritu del capitalismo”10, Weber hizo una aportación esencial a la Teoría de los Orígenes del Capitalismo, de ahí que nos fijemos en él ahora. Recalcó en este libro el funcionamiento independiente de las ideas como base del crecimiento económico.
Según pensaba Weber, si el capitalismo había de funcionar bien, con eficacia, necesitaba tener una personalidad en la que el ascetismo espiritual y material fuesen un valor en sí mismos. Esto lo veía en el calvinismo. El calvinista trata de probar su dignidad de elegido poniendo sus principales miras en el éxito de sus negocios. La teología calvinista dictaba a sus fieles un duro trabajo y les vedaba los placeres mundanos; las ganancias solo podían reinvertirse en negocios. Esta conducta ascética era el origen de la acumulación de capital.
La racionalidad, el trabajo incesante, el llevar unas cuentas exactas para poder explicar lo que estuviera sucediendo en cualquier momento, y el comercio pacífico eran las únicas cosas que cuadraban con su ethos.
Weber ilustró también el influjo de la religión sobre la economía en un artículo en el que estudiaba las sectas protestantes de los Estados Unidos de Norteamérica. Observaba allí que el reconocimiento de la posición económica de una persona tenía mucho que ver con su calidad de miembro de alguna iglesia. Según él, pertenecer a una secta religiosa era un certificado de moralidad y de rectitud en los negocios. La exclusión de una secta por alguna falta moral significaba a menudo la pérdida de posición económica, mientras que el estar vinculado a una religión atraía el éxito en las gestiones de negocios.
Al poner de relieve de este modo los factores externos, venía a decir Weber que la economía podía explicarse no sólo por causas internas —de dentro hacia afuera— sino que era necesario incorporar a su estructura teórica importantes influencias exógenas.
Con todo ello, no quería decir que el protestantismo hubiese sido el origen del capitalismo; sólo pretendía determinar en qué proporción influían sobre el desarrollo económico las fuerzas religiosas. La forma racionalista del capitalismo que se da en occidente, no se manifestó en la India ni en China. La causa de ello veíala Weber en que sólo en Europa habían coincidido, en determinadas fases de la historia, las corrientes espirituales y los intereses materiales que fundamentaron la economía que hoy nos es familiar. Weber sostenía que, en el caso del capitalismo occidental, la religión contribuyó a formar un instrumento muy eficiente para la creación de riqueza.

Problemas de injerto
Cuando se exportó el modelo occidental a los países con raíces islámicas, se produjo un severo rechazo por parte de estos últimos, pues el racionalismo islámico contempla elementos ajenos a su propio esquema, como pueden ser:
1) El concepto del éxito.
En el Islam, el concepto del éxito se encuentra siempre asociado con los valores morales. La virtud, en el contexto islámico, implica una actitud positiva hacia la vida y hacia el ser humano.
2) La dimensión temporal en el comportamiento del consumidor.
El Islam une íntimamente su creencia en el Día del Juicio y la vida en el mas allá con su fe en Dios. De forma que estas creencias amplían el horizonte temporal del musulmán mas allá de la muerte. Así, la vida de antes y la de después de la muerte se hallan íntimamente ligadas de forma secuencial.
Esto tiene dos efectos sobre el comportamiento del consumidor:
a) Todo acto de escoger, se divide en dos componentes:

Su efecto inmediato en esta vida.
Su efecto posterior en la vida del más allá.11

Por tanto, la utilidad derivada de esa elección es la suma total de los valores actuales de esos dos efectos.
b) El número de usos alternativos de la renta de cada persona, se ve incrementado por la inclusión de todos los beneficios que se obtendrán sólo en el más allá.
Como ejemplo de tales usos alternativos, están:

Los préstamos sin interés --al-qard al-hasan.
La limosna al pobre y al necesitado; a este respecto conviene recordar que existen dos clases de limosnas en el Islam: la primera, sádaqa, se da voluntariamente, mientras que la segunda, zakat12, es obligatoria, si bien ésta no se considera un impuesto sino un préstamo a Dios, que Él retribuye purificando la riqueza del que da la limosna. Históricamente, el zakat ha sido recaudado por el Estado, y se usa para hacer frente a diversas necesidades de la comunidad, tales como socorrer a los pobres, las viudas y los huérfanos.
Los gastos en seguridad social para las generaciones futuras.
Las mejoras en las condiciones de vida de la comunidad, aún cuando no tengan un reflejo inmediato en la vida del individuo que las provoca.
La propagación del mensaje del Islam, etc.

Tales usos alternativos de la renta en el marco del Islam, producen un beneficio cuya utilidad en el marco de una economía capitalista o socialista puede ser cero o negativo.
En el hadiz o tradición, tenemos abundantes citas incitando a aceptar las propias responsabilidades con la sociedad y a trabajar por su mejora. Así, por ejemplo, podemos leer en el hadiz treceavo:
"Ninguno de vosotros cree, hasta que quiera para su hermano lo que quiere para sí mismo."13

Anexo
Desde una perspectiva más amplia que abarque a todos los hechos económicos relacionados con el dinero, no hay sistema económico que prospere si sus miembros no ahorran. En nuestras economías modernas, este dinero que se ahorra suele ser retribuido por los bancos e instituciones financieras mediante una cantidad fija. Así, decimos que nuestras cuentas de ahorro tienen un interés fijo. Pero el cuerpo legal musulmán, la Shariah, une la retribución del capital con la responsabilidad de obtener beneficios o pérdidas.
Nadie puede exigir una retribución fija del capital que invierte en una empresa; a este hecho se denomina técnicamente Riba y, como hemos visto, está taxativamente prohibido en el Corán.
¿De qué forma puede un musulmán llevar adelante un proyecto empresarial? Básicamente de tres, a saber :

Uno mismo es libre de actuar al mismo tiempo como propietario y como financiero, usando su propio dinero.
En el caso de necesitar la ayuda de otras personas, puede entrar en sociedad --shirkah-- con ellas, sobre la base de aportar su trabajo, su experiencia o su dinero a dicha sociedad.
Si, por último, nuestro sujeto no tiene la posibilidad de participar activamente en un negocio junto con otras personas, le queda la posibilidad de realizar un contrato de mudarabah.

En la figura del mudarabah, una persona proporciona capital, otra trabajo y ambos comparten el riesgo de tener más o menos beneficios en una cantidad prefijada con antelación.
Las pérdidas en el negocio recaen sobre el que ha puesto el capital, no recibiendo ningún salario en este caso el trabajador.
En el siglo VI, con el advenimiento del Profeta, que la salvación y la bendición de Dios sean con él, como hemos visto, la circulación monetaria era intensa, aunque no en todas las antiguas regiones del Imperio Romano y de los países asiáticos. Los comerciantes árabes, que estaban en contacto con las regiones civilizadas del mundo conocido, estaban muy familiarizados con las monedas existentes y las usaban en sus transacciones diarias. Por otra parte, el trueque aún estaba vigente y se efectuaban gran número de transacciones de este tipo, especialmente en el sector agrícola.
El Profeta, que la salvación y la bendición de Dios sean con él, insistió en el uso de la moneda como medio de cambio frente al trueque, en el cual se daban prácticas que podían llevar a la explotación y a la injusticia, de forma que el uso del trueque quedó reducido a una serie concreta de casos.
Por ejemplo, el trueque podía tener lugar entre productos de diferente clase siempre que su posesión se traspasara simultáneamente de manos. El cambio de dos activos de la misma clase no se podía realizar, excepto si la cantidad de ambos era la misma y se producía simultáneamente el cambio de titularidad entre ambas partes.
Como hemos visto con anterioridad, un trueque en el que se intercambian dos activos de la misma clase sin que se equiparen las cantidades o sin que se produzca la transferencia inmediata de la titularidad de la posesión se conoce como riba al fadl. La ley tolera los trueques en estas condiciones debido a su común aceptación, pero no se estimulan. Otras veces, el Profeta, que la salvación y la bendición de Dios sean con él, dio instrucciones concretas de no celebrar acuerdos comerciales basados en el trueque. Aconsejó vender un producto por dinero, y comprar el otro al precio estipulado. De esa forma el Profeta, que la salvación y la bendición de Dios sean con él, acepta el dinero como medio de cambio.
Asimismo reconoció el papel del dinero como depósito de valor, cuando exigió también el zakat sobre los activos monetarios.
La Teoría General del Zakat se basa en que el zakat se exige en base a la riqueza del individuo, la cual puede crecer potencialmente. El hecho de que se cargue el zakat sobre los activos monetarios sugiere que se ha tratado también al dinero como un factor de producción. Tiene la capacidad potencial de crecer y crear más valor.
Esto nos lleva a la discusión de la consideración del dinero como agente productivo, y de su remuneración por participar en la producción.
En las economías capitalistas, se le ha asignado al dinero un papel preeminente sobre los demás factores de producción.
Con independencia de los resultados de la actividad productiva que tiene lugar por la combinación de la tierra, el trabajo, el capital y la actividad empresarial, es práctica común en nuestras actividades financieras y bancarias, el que la remuneración del dinero --como sinónimo de capital-- deba ser determinada y asegurada de forma previa.
En nuestra práctica financiera occidental contemporánea, llamamos a esta remuneración, interés. De esta forma, la institución del interés en nuestros días está profundamente ligada con el concepto del dinero.
En el Islam se acepta al dinero como factor de producción pero, contrariamente a la doctrina imperante en la banca occidental, no se considera que su remuneración deba ser determinada ni asegurada de forma previa, sino que más bien depende de los resultados de la actividad productiva.
En el caso de que esta actividad genere algún tipo de valor extra o adicional al invertido --esto es, beneficio-- se puede distribuir entre los factores participantes en el proceso productivo.
En el caso de que se produzca una pérdida de capital, ésta también se distribuiría de forma proporcional entre dichos participantes. Cualquier remuneración del capital que se efectúe desconectada de su productividad debida a la inversión efectuada, se considera fuera de la ley y es considerada Riba.
El capital no puede reclamar una retribución periódica fija sin que se tenga en cuenta el nivel de su productividad. Puede en cambio participar en la actividad comercial como un socio más a repartir tanto las pérdidas como los beneficios.
Por tanto, aquellas formas de actividad económica que garantizan una remuneración fija, se consideran incluidas en la riba. Frente a este planteamiento, tenemos los canales de la shirkah y de la mudarabah, como formas asociativas mercantiles en las que compartir crecimiento y producción.
No obstante, la riba tiene una connotación más amplia que la retribución fija del capital como factor de producción. En el caso de que se realice un préstamo con dinero, no se puede reclamar ningún interés sobre el principal, tal como se recoge en el Corán, Sura 2, Al-Baqarah --La vaca-- Ayats 275-80 antes mencionadas.14
Tales incrementos del principal del préstamo constituyen riba, según la Shari´ah, el cuerpo legal musulmán, con independencia del fin para el que se haya realizado el préstamo.
Este servicio financiero, se puede haber realizado con diferentes fines:
I) Con fines comerciales. En caso de que se haya prestado el dinero con fines comerciales, el prestamista tiene dos posibilidades acordes con la legislación:

Puede que no desee participar en el beneficio que obtenga el deudor, en cuyo caso deberá entenderse el préstamo como un prestamo sin interés, con fines humanitarios, también llamado solidario o qard al hasan.
Puede desear participar en el beneficio obtenido por el deudor del préstamo. En este caso:

Puede convertirse en socio sobre la base de compartir las pérdidas y los beneficios, o
En un financiero, también llamado rabb ul mal, que realiza un contrato tipo mudarabah. En cualquiera de estas opciones deberá aceptar la responsabilidad de la pérdida junto con el éxito del beneficio. En la primera situación no podrá reclamar nada más allá de la cantidad prestada.


II) Para adquirir bienes de consumo.
Si el objeto del préstamo fuese la adquisición de bienes de consumo, ha de considerarse como del tipo qard al hasan.
Tales incrementos del principal de este tipo de préstamo constituyen, según el cuerpo legal musulmán, la Riba un nasiyy´a.

Qard al hasan
La extensión del qard al hasan supone la aceptación de una obligación moral de solidaridad con el más desfavorecido, por lo que no se podrá pedir ninguna remuneración monetaria por ella.
El socorro al pobre y al necesitado ha sido una virtud reconocida por todas las civilizaciones a lo largo de la historia de nuestra humanidad.
Si profundizamos un poco más en el qard al hasan, como institución de la Economía Islámica, veremos que es una fórmula que provee el esquema general de la seguridad social basada en lazos familiares, locales, regionales y nacionales.
La principal obligación de los miembros de una familia, dentro del esquema familiar islámico, es extender el qard al hasan a todos los miembros necesitados de la misma. En el caso de que eso no sea posible, por los condicionamientos económicos en los que se vean envueltos, habrán de ser sus vecinos los que auxilien a los necesitados más próximos.
Globalmente hablando, habrá de ser el Estado el que corra con esta obligación, cuando no les sea posible ni a la familia ni a los vecinos. De cualquier forma, la institución habrá de ser organizada de forma que ninguna persona necesitada sufra explotación por otra, debido a la no existencia del concepto solidario que supone el qard al hasan.
La institución del qard al hasan es hermana del Infaq. Se entiende por Infaq, el gastar en el pobre y en el necesitado, entre los que nos incluimos nosotros mismos y nuestra familia.
El qard al hasan es un préstamo recuperable por el prestamista. La Shariah prefiere la figura del qard al hasan sobre la del Infaq, pues la primera produce autoestima en el que ha pedido el préstamo y le deja en una situación en la que, moralmente, debe recuperarse de la mala situación que ha pasado y, asimismo, debe recomenzar la empresa que resultó fallida.
El infaq se aplica más bien en aquellos casos en los que no se puede devolver el dinero, como ocurre en el caso de las viudas, huérfanos e inválidos, o en aquellos en que no es recomendable hacerlo, como ocurre en el caso de los padres que dependen de uno, la esposa, los hijos, etc.
La Teoría del qard al hasan ha cristalizado en un elaborado código de conducta, tanto del deudor como del acreedor. Podemos resumirla en los siguientes puntos:
I. No se puede pedir un préstamo a menos que sea extremadamente necesario.
Pedir prestado para adquirir bienes superfluos y de lujo, está fuera de todo lugar en una economía islámica.
Podemos pedir prestado si no tenemos cubiertas las necesidades básicas. De igual forma nadie está obligado socialmente a extender el qard al hasan si el deudor desea llevar una vida de relajo y disipación, también llamadas israf o tana´um.
En el marco de la Shar´iah, no se aprueban ese tipo de peticiones.
II. Es deseable que las transacciones sean anotadas en presencia de testigos, excepto aquellas que se celebran en el día a día.
III. El prestamista puede pedir una hipoteca, conocida técnicamente como rahn. En el fiqh, cuerpo de jurisprudencia, se da una detallada regulación de esta materia.
IV. El deudor ha de ser instruído sobre cómo hacer efectivo el préstamo en la fecha de caducidad.
V. Una persona que desee devolver el préstamo antes de la fecha de caducidad, debería poder hacerlo sin esperar necesariamente a su término.
VI. El acreedor deber tratar al deudor correctamente. No debería, en circunstancias normales, perseguir al deudor por causa de su dinero. No se debería faltar a la dignidad del deudor con procedimientos indecentes de recuperación de los préstamos.
VII. En caso de que un deudor busque el extender el término de su crédito, se le debe conceder con generosidad.
VIII. El acreedor debería garantizar la cancelación del préstamo en caso de que el deudor sea incapaz de devolvérselo en su totalidad.
En el caso de que ni el acreedor desee garantizar la cancelación, ni el deudor pueda realizar la devolución, habrá de ser el Estado el que ayude al deudor con fondos sacados del zakat, lo cual se recoge en el Corán, Sura 9, At-Taubah --El arrepentimiento-- Ayat 60, donde se dice:
"Las limosnas son tan sólo para los pobres, los menesterosos, los recaudadores, los pusilánimes; para la redención de esclavos, los insolventes; para la causa de Dios y para el viandante; ello es un precepto dimanado de Dios; porque Dios es sapientísimo, prudente."15
Esta Sura, la 9 por orden tradicional, es la 113 por el orden de su revelación. Fue revelada en Medina el día 24 del mes de Yumada 1º del año 9 de la Hégira (29 de Junio del 631 después de Cristo).
De esta manera, el qard al hasan es un elemento del esquema general de la seguridad social de la comunidad, contemplado por la Shari´ah en el infaq y en el zakat.

Notas
1.- Más información sobre este particular se puede encontrar en: MORALES LEZCANO, Víctor. "Situación y desarrollo de la UMA entre la CEE y la Crisis del Oriente Medio." UNED. Madrid 1.993.
Del mismo autor: "España y mundo árabe: Miradas cruzadas." Agencia Española de Cooperación Internacional. Madrid 1.993
2.- Con referencia a la zona del Magreb, se puede encontrar una aproximación más detallada en: BURGAT, Francois. "L´Islamisme au Maghreb. La voix du Sud." Karthala, Paris, 1988.
3.- MARTÍNEZ CARRERAS, José U. "La independencia Árabe." Cuadernos Historia 16. Madrid 1.985.
4.- MONCHON, Francisco. "Economía Básica." MacGraw-Hill. Madrid 1.994
5.- Los cinco pilares del Islam --fe, oración, limosna, ayuno y peregrinación-- forman parte esencial del complejo sistema de legislación que regula la conducta del musulmán. En realidad, esta legislación conocida como "sharia", término que se podría traducir como: "camino despejado a seguir", es el aspecto más característico de la vida islámica. A diferencia de las culturas occidentales en las que la ley y la religión están separadas, el Islam entreteje a las dos en una sola serie de reglas que rigen las relaciones del hombre no sólo con Dios sino con sus semejantes. La sharia tiene cuatro fuentes fundamentales: El Corán, la Sunna o analogía, que es una compilación de preceptos basada en los principios que han servido de fundamento a otras decisiones anteriores, el consenso, esto es, la aprobación colectiva de los eruditos religiosos --ulemas-- que representan a toda la comunidad musulmana, y el hadith o tradición, que es una compilación de diversos actos y dichos atribuidos al profeta. Podemos encontrar más información sobre este tema en el libro de DESMOND STEWART. "El antiguo Islam." Time-Life. Amsterdam 1.971.
6.- RECKTENWALD, H.C.. "Economía política. Una perspectiva histórica." Instituto Nacional de Prospectiva y Desarrollo Económico. Madrid. 1977.
7.- RECKTENWALD op. cita. p. 525.
8.- KAHF, Monzer. "The Islámic Economy." The muslim students ass. of the United States and Canada. 1978.
9.- Recordemos que Carlos Marx muere en 1.883, un año después de que Max Weber se matriculase como estudiante de leyes en la Universidad de Heidelberg.
10.- WEBER, Max. "La ética protestante y el espíritu del capitalismo." Península. Barcelona 1973.
11.- El Corán habla del gozo en el mas allá en numerosas ocasiones. Existen algunas suras específicas que se refieren a la acción de medir y comparar los efectos inmediatos y diferidos de una acción, tal como se puede leer en la Sura 2, Al-Bakarah, ayats 263/61, en las que se dice "quienes dan su riqueza en la senda de Dios se parecen a un grano que da siete espigas, y en cada espiga hay cien granos. Dios dobla la recompensa a quien quiere. Dios es Inmenso, Omnisciente”
Usamos la primera edición del Corán, traducido por Ahmed Abboud y Rafael Castellanos. Centro Islámico de Venezuela. Valencia. Como texto complementario, usaremos la traducción de Juan Vernet. Planeta Barcelona 1983.
12.- Se puede encontrar mas información al respecto en el libro de CAHEN, Claude. "El Islam. Desde los orígenes hasta el comienzo del Imperio Otomano." Historia Universal Siglo XXI. Madrid 1980.
13.- IBN SHARAFUD-DIN AN-NAWAW, Yahia. "Los cuarenta Hadices (An-Nawawiyah)." La casa islámica. Barcelona 1.979. pagina 59 ss.
14.- Sagrado Corán, traducido por Ahmed Abboud y Rafael Castellanos Op. cit.
15.- Usaremos la traducción del Sagrado Corán, por Ahmed Abboud y Rafael Castellanos. Primera Edición. Editorial arábigo-argentina El Nilo. Autorizada por la Liga Islámica Mundial. La Meca. Arabia Saudí.

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Mensaje por Tabil al 3ilm 17/5/2011, 03:11


Disculpen amigos no había puesto la definición de
حقيقة
haqiqa [haqîqa]
la vía de un auténtico conocimiento desde dentro; más allá de las formulaciones intelectuales.
Según Ibn ‘Arabî, el “Mar Verde” simboliza el conocimiento de la realidad esencial (‘ilm al-haqîqa). La haqîqa es la autenticidad en el seguimiento de la sharî‘a. En el Islam, es necesaria la unidad entre las dos: la forma (práctica y ritual) y el sentido (conciencia y saboreo). El seguimiento de una sharî‘a sin experiencia gustativa conduce a una religión ritual, vacía de sentido. Un saboreo sin sharî‘a te coloca fuera de la experiencia propia del Islam. Por ello, se dice que haqîqa y sharî‘a son complementarios.
La paz sea con y sobre vosotros.

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Mensaje por Tabil al 3ilm 10/12/2011, 08:41

Las perspectivas de la economía y la banca islámicas
El desarrollo del sistema financiero islámico en Rusia y en el mundo se abordaron en el foro internacional Las finanzas y las inversiones islámicas, celebrado en Moscú entre el 26 y el 27 de mayo
En los últimos tiempos la comunidad empresarial está siguiendo con interés el nuevo y sorprendente fenómeno de la economía islámica.

Los círculos empresariales y, en primer lugar, las entidades financieras de los países islámicos experimentan un crecimiento no sólo en los mercados orientales, sino también en el europeo y el estadounidense. Los partidarios de la economía islámica explican estos avances por la flexibilidad y el carácter innovador de la banca islámica, sin olvidar el hecho de que sus bancos se hayan demostrado ser totalmente inmunes a la crisis económica global.

Las perspectivas de desarrollo del sistema financiero islámico en Rusia y en el mundo se abordaron en el foro internacional “Las finanzas y las inversiones islámicas”, celebrado en Moscú entre el 26 y el 27 de mayo.

En la actualidad, en el mundo operan cerca de 600 estructuras comerciales que siguen los principios de la economía islámica, explicó durante la inauguración del foro Mushtak Parker, editor de la revista londinense Islamic Banker. Este sistema financiero mueve entre 750.000 millones y 12 billones de dólares, controlando hasta el 5% de la economía mundial, según diferentes estimaciones.

Los mercados más grandes para las finanzas islámicas son Arabia Saudita y Malasia. Muchos bancos europeos y estadounidenses optan por abrir sucursales “islámicas” no sólo en los países árabes, sino también en Europa y Estados Unidos.

Para entender las razones de semejante éxito no estaría demás aclarar los conceptos de “economía islámica” y de “finanzas islámicas”. Se denomina “islámica” a aquella economía que sigue las normas de la sharía. Según precisó el Presidente del Comité Islámico de Rusia, Gueydar Dzhemal, “el principio fundamental es la prohibición de jugar con el tiempo”. Lo cual parece responder a la lógica de evitar cualquier previsión hacia el futuro, ya que entraría en contradicción con el postulado de que “todo se somete a la voluntad de Alá”. Se renuncia así, por ejemplo, a los contratos de futuros.

Otra característica importante que está directamente relacionada con las finanzas, es la prohibición de cobrar intereses. Es por ello por lo que los bancos, que se posicionan como islámicos, conceden préstamos sin intereses.

Merece la pena señalar que el problema de la usura ha ocupado a muchos pensadores desde la Antigüedad; y no sólo en Oriente. En la tradición clásica (en definitiva, la europea), con toda su orientación hacia el mercado y la propiedad privada, la obtención de intereses bancarios era considerada como uno de los problemas de la economía de mercado, ya que se veía en ella la expresión de una contradicción entre la economía real y la especulación financiera.

En su libro sobre la naturaleza, Aristóteles manifiesta sin tapujos su desprecio por los usureros -el más indigno de entre todos los oficios- por estimar que usan del dinero para un fin que no es el natural, es decir, para el intercambio de bienes, sino que hacen surgir el dinero del mismo dinero.

En Oriente no se llevó a cabo una racionalización semejante a la de Occidente, limitándose allí a considerar como tabú aquellos fenómenos vistos como perniciosos para la vida social. En Oriente Próximo, además, donde la economía dependía fuertemente del comercio, la usura era un problema muy importante. Los intereses de los banqueros eran tan elevados que el prestatario necesitaba a veces toda su vida para devolver el préstamo.

Pero, como ocurre frecuentemente, el tabú suele crear fórmulas y escapatorias al mismo. En la Edad Media, por ejemplo, en los países islámicos era habitual la siguiente práctica: el usurero concedía al prestatario un crédito sin intereses, pero éste se comprometía “voluntariamente” a “agradecer” al banquero en el momento de devolver el principal del crédito al vencimiento de éste (esta fórmula de “agradecimiento” podía ser objeto de un contrato separado).

En otras palabras, se comprometía a pagarle una determinada suma de dinero, aparte de la que había recibido como préstamo. De este modo ¡se eliminaba el problema de los intereses! Los arabistas de nuestro país confirman que este esquema se practicaba todavía en los años 80 del siglo pasado.

Pero el progreso avanza, y los instrumentos a disposición del banquero islámico se han hecho más perfectos y variados, y, en general, pueden considerarse como intentos de islamizar los términos y productos de la economía occidental. Son fundamentales, así, fórmulas como la mudaraba (que se podría definir como financiación fiduciaria), en la cual el banco invierte dinero en un determinado proyecto, asumiendo todos los riesgos el dueño del capital.

Todavía más extendida está la llamada musharaka (semejante a una comunidad de bienes). En este caso, dos o más empresas realizan aportaciones a un proyecto común y crean una nueva compañía cuya propiedad se divide en cuotas participativas. Los beneficios se reparten de acuerdo con lo dispuesto en el acuerdo fundacional, mientras que las pérdidas se reparten de acuerdo con el capital invertido.

Los bancos islámicos ofrecen también créditos al consumo, por supuesto, también sin intereses. Estos créditos se conocen como murabaha y funcionan del siguiente modo: supongamos que un cliente necesita comprar un frigorífico por mil rublos y acude a un banco, porque no dispone de dinero en efectivo. Los bancos habituales le prestarán la suma solicitada y le cobrarán, por ejemplo, el 10% en concepto de intereses. Al vencimiento, por ejemplo, al cabo de un año, deberá devolver al banco 1.100 rublos.

El banco islámico, sin embargo, no da dinero para comprar el frigorífico, sino que lo compra por sí mismo, revendiéndolo acto seguido al cliente, pero permitiéndole aplazar el pago un año. No le cobrará intereses, pues, pero al cabo del año el cliente deberá devolver no mil rublos sino 1.100.

Es posible que las instituciones crediticias islámicas sean capaces de funcionar efectivamente de un modo muy flexible. Sin embargo, muchos expertos señalan el hecho de que la ausencia en su arsenal de productos como los futuros o los fondos de alto riesgo (hedge funds) haga difícil que puedan competir con la banca clásica.

Esto podría explicar que incluso en los países como Arabia Saudita, donde rige la sharía, la llamada economía islámica es relativamente pequeña. En Brunéi, donde las instituciones financieras islámicas son las más importantes, no representan más del 40% del mercado.

¿Cómo explicar, pues, el éxito de esta “economía islámica” y su capacidad de resistencia en el contexto de la crisis mundial?

Hasta comienzos de la década de los 70, nadie hablaba de algo parecido a la “economía islámica”. El país más avanzado de la región era, quizá, Egipto, cuyo desarrollo dependía en buena medida de la ayuda de la URSS. Y, con todo, para los estándares contemporáneos, la economía egipcia era muy débil y atrasada.

La situación cambió radicalmente debido la coincidencia de dos sucesos: la nacionalización de la industria petrolera en la península arábiga y la guerra árabe-israelí de 1973, que provocó un alza desmesurada de los precios del petróleo.

Los “manantiales de oro negro” que brotaban de las arenas del desierto de Arabia se convirtieron en una lluvia de petrodólares, gracias a los cuales los especialistas occidentales fueron capaces de transformar a las atrasadas monarquías de la zona en una vitrina de las posibilidades de la tecnología y la civilización occidentales.

Y todo ello en un lugar del Oriente por completo alejado de todo esto y, hasta hacía muy poco tiempo, dejado de la mano de Dios. En poco tiempo, cientos de millones de esos petrodólares empezaron a aparecer en los bancos europeos y a invertirse en las empresas occidentales y en las áreas comerciales.

Más tarde, la euforia generada por los ingresos petroleros dio vida a la idea de crear un sistema financiero especial, el islámico. Desde el principio, este proyecto era puramente político: los líderes de Arabia Saudita y varios otros Estados “petroleros” llegaron a la conclusión de que los miles de millones, invertidos en difundir por el mundo estas ideas ligadas al Islam, acabarían rentabilizándose.

Algunos expertos independientes coinciden en que tanto las atractivas condiciones de financiación como la estabilidad de los bancos islámicos en la época de crisis son sufragadas por los petrodólares de las monarquías de la región.

Merece la pena recordar otro factor que explica su éxito. Leonid Vasiliev, famoso orientalista, Doctor en Historia, Catedrático de Historia Universal y Nacional en la Escuela Superior de Economía, señala la estrecha unión de tres tipos de relaciones – estatales, de clan (clientelares y de patronazgo) y de mercado – propia de las economías islámicas tradicionales.

Suele observarse una subordinación de las relaciones de mercado a las primeras dos, siendo la escasa transparencia el rasgo característico de estos esquemas. Esta es, quizá, la razón de las estimaciones tan dispares del volumen de negocios, operados por el sistema financiero islámico.

Parece más que evidente que lo arriba expuesto se diferencia de la tradición europea, que aboga por una economía transparente y competitiva y unas reglas de juego precisas e iguales para todos. Quizá menos evidente, pero no por ello menos importante es la tesis de que el que juegue limpio en mismo terreno de juego acabará perdiendo frente al que siga sus propios cánones, sólo comprensibles para él mismo. La pregunta es entonces: ¿merece la pena en este caso adoptar las reglas ajenas?

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Mensaje por Tabil al 3ilm 10/12/2011, 08:42

Introducción a la Economía en el Islam
Breve exposición referida a la Economía desde el punto de vista islámico, compilado por el hermano Abdallah Yusuf de La Plata (Néstor D. Pagano), basado en el prólogo del tomo III de la obra "Al Haiat", compilada por los señores Hakimi, traducida al castellano por el sheij Muallemi Zadeh. Agradecemos la colaboración de los hermanos Mauricio D. Morlet, Ramah Troxler y Hamzah Echeverría.

En el Nombre de Al-lâh, El Compasivo, El Misericordioso

El objetivo

Uno de los más importantes objetivos sociales y humanos de los Profetas (P), constituyendo sin duda una de las metas de sus surgimientos y de sus mensajes, es que la gente vele por la equidad. Dice el Corán :

"Hemos enviado a Nuestros Mensajeros con las evidencias (las pruebas claras) y hemos hecho descender con ellos la Escritura y la Balanza, para que los hombres observen la justicia..." (57 : 25)

Por consiguiente, podemos afirmar que las religiones Divinas han llegado solamente para construir una sociedad humana que no conozca más que la justicia ni observe sino la equidad.

Este objetivo es muy grande e importante, y no se consolida excepto eliminando dos cuestiones que podríamos definir como los dos mayores males que padecen las sociedades: la jactancia y la ostentación de las clases más ricas y poderosas(con sus vidas llenas de lujos y derroches) y la humillación económica y miseria que padecen las clases más pobres. De esta manera, se tiende a crear un sistema económico moderado y equilibrado, eliminando las clases muy ricas y las muy pobres.

Una distribución de las riquezas que lleve a un estado financiero moderado entre la gente da origen a la firmeza de la comunidad, la economía, la moral, la cultura, la política y la seguridad. Esto pone de manifiesto la esencia de la religión, ya que la justicia es el espíritu mismo de los mandatos religiosos, y es con la moderación que la justicia y la equidad se aplican. Por consiguiente, hacer descender la Balanza junto con la Escritura (mencionado en la aleya coránica antes expuesta) obviamente señala una estrecha relación entre moderación y equidad. Pues no hay equidad sin moderación.

La riqueza

La riqueza posee un objetivo Divino justo y vital, el cual no se consigue salvo con la aplicación de un sistema económico equilibrado, el cual garantice el sostén de la vida de los hombres de todos los sectores. De esta manera se concreta el modelo de sociedad coránico.

En efecto, existen múltiples vínculos entre la riqueza, su esquema de distribución y su circulación entre la gente por un lado, y la educación de la humanidad, el mantenimiento social y la presencia de la religión y sus enseñanzas en la sociedad por el otro. La riqueza explotada sanamente y distribuida con justicia da lugar al mantenimiento necesario para llevar adelante una vida noble y digna, acorde a los preceptos islámicos. Pues Dios Altísimo ha establecido en esta correcta explotación y distribución de las haciendas todo el sustento que la humanidad precisa.

La acumulación exagerada de riqueza así como la miseria extrema conducen a la vida humana a la decadencia y la aniquilación. Así pues, el énfasis definitivo en cuanto a la observancia de la justicia y la moderación sólo se torna importante con la eliminación de estos dos grandes corruptores, quienes amenazan la permanencia de la religión (del Islam) y la misma existencia humana. De ahí la importancia de estudiar los temas de la Economía basándose en los dos principios fundamentales del Islam : el Corán y la Tradición ("Hadiz"), lo cual es un paso en pos de la principal meta de la religión.

La opresión económica

La mayor dificultad que ha tenido que atravesar el hombre a lo largo de su extensa historia ha sido la opresión económica. No han sido las opresiones políticas y sociales, pues estas derivan en realidad de aquella. (En cuanto a la opresión cultural, sin duda muy importante, es digna de un análisis independiente, lo cual no haremos en este trabajo.).

El Noble Corán señala claramente la necesidad de combatir en forma vasta y profunda contra los que realizan opresión económica : los acumuladores, los especuladores, los amantes del lujo y la ostentación. Nos advierte sobre este gran peligro y orienta nuestros pensamientos en oposición a él. Por eso, los sabios del Islam que se proponen consolidar los principios de la religión Divina, rescatar las instituciones del género humano y desarrollar las vidas de los musulmanes de acuerdo a los mandatos islámicos deben optar por la persistencia en la lucha por la defensa de los desposeídos y los oprimidos, así como de sus derechos usurpados, sus provisiones robadas, sus moradas ocupadas, sus noblezas perdidas y sus personalidades maltratadas. Este paso debe darse con el conocimiento y la orientación de ellos en el marco de un liderazgo justo.

El deber de los sabios

Es deber de los sabios religiosos (especialmente dentro del Islam) imitar a los Profetas (P) en la aniquilación de los déspotas económicos y opresores financieros tanto como de los tiranos políticos. Ellos deben combatirlos hasta recuperar los derechos usurpados de los despojados rescatándolos de las fauces de los ocupadores para retornarlos a sus verdaderos dueños, los dominados. De esta manera, las masas de oprimidos podrán observar la religión y sus ceremonias rituales, cumpliendo con las obligaciones de Dios como la oración, el ayuno, la peregrinación y otros mandatos de manera completa.

Además de concretar en los hechos esta revolución social, los sabios tienen el deber de instruir a las jóvenes generaciones de manera correcta. Pero esta instrucción no es su único rol. Si los Profetas (P) hubiesen surgido de parte de Dios Altísimo exclusivamente para enseñar a la gente e informarles sobre las cuestiones rituales, no hubieran dedicado tanto tiempo y esfuerzo a las guerras revolucionarias, las cuales resultaban muy pesadas y sangrientas. En tal caso, el Corán no hubiera dicho :

"¡Cuántos Profetas hubo junto a quienes combatieron muchas miríadas...!" (3 : 146)

Estas batallas no se llevaban a cabo únicamente contra los tiranos políticos sino también contra los opresores económicos ("Los desmentidores que gozan de mercedes", según la expresión coránica - ver Corán 73:11-). Ellos atacaron a los tiranos financieros, que eran los mismos opresores políticos o sus colaboradores más directos y cercanos, quienes a la sombra del poder les resultaba más fácil realizar cualquier tipo de opresión y saqueo. Vemos, por ejemplo, que Moisés (P) fue enviado hacia Faraón y Coré, es decir hacia el tirano político y el opresor económico que lo secundaba y asesoraba.

La importancia de la economía

Vemos que el Islam le brinda una gran importancia a los asuntos financieros. Por ejemplo, considera que realizar una distribución de la riqueza equilibrada entre la gente es una herramienta fundamental para corporizar el principio de equidad dentro de la sociedad. Esta atención centrada en la economía como elemento de justicia y bienestar que garantiza el desarrollo espiritual del ser humano es una característica exclusiva de esta religión Divina (el Islam) que armoniza con la realidad y con la naturaleza de la creación y de las personas. Ninguna otra religión pone esto de un modo tan claro y contundente.

Según su naturaleza e instintos, el hombre necesita de la subsistencia y de los recursos materiales en cuanto a la alimentación, la vestimenta, la salud, la vivienda, etc. No es posible para el ser humano dar un sólo paso sin ellos en cualquier ámbito que sea. Por lo tanto, es lógico y natural que la religión celestial auténtica otorgue gran importancia al tema de la subsistencia humana y se programe para garantizar las necesidades del hombre..

Así el Islam considera a las riquezas como un medio de mantenimiento y de elevación para la gente, y al pan como el causante de la observancia de la oración, el ayuno, la peregrinación y el cumplimiento de otros deberes. Debido a eso figura en una Tradición Profética :

"Si no hubiera existido el pan, no habríamos rezado."

Vemos que se establece al pan como pilar de la oración y recordemos que la oración es el pilar de la religión. Luego, el pilar del pilar es a su vez él mismo pilar. Por consiguiente, no hay religión sin pan (sin lo necesario para una subsistencia elemental). En efecto, la miseria se convierte rápidamente en causa de impiedad.

La mayor forma de tiranía

La opresión económica es una de las formas más peligrosas de tiranía. Más aún : es en sí misma una opresión total, de la cual derivan otras manifestaciones de despotismo. Por eso el objetivo de las enseñanzas de los Profetas (P) era alertar a la gente sobre esto, así como sus acciones concretas apuntaron a derrocar este mal.

Resulta evidente para todo aquel que tiene un mínimo de conciencia y captación que la libertad de disponibilidad y de consumo prepara el camino hacia la opresión económica, ya que abre las puertas a la multiplicidad y la fastuosidad, promueve el espíritu clasista y privativo y tiende a aplastar cada uno de los colores de la justicia y la equidad. Por consiguiente, cabe preguntarnos : ¿Acaso es factible que el Islam no indique ninguna posición definida frente a tal manifestación destructiva?

El Islam dignifica la economía

El Islam dignifica la economía. Trae abundantes enseñanzas sobre asuntos financieros, como garantizar de la subsistencia de la gente, la defensa de los derechos de los desposeídos, la eliminación de toda miseria y pobreza del ámbito de las sociedades y la tendencia hacia un nivel de vida equilibrado entre las masas. Para ello vigila atentamente que se preserve la justicia en las relaciones humanas, pues no se reforma la economía sino a través de la justicia. La reforma social no se concreta sino con la observación de la justicia social y económica. La piedad y la virtud no logran realizarse sin la aplicación de los principios de equidad entre la gente.

El Noble Corán exclama a viva voz que:

"Dios prescribe la justicia y la bondad (o beneficencia)..." (16:90)

El Gran Profeta Muhammad (BPD) ha expresado que:

"El más ignominioso ante Dios es quien maneja los asuntos de los musulmanes pero no concreta la justicia entre ellos."

Además, el Imam Alí ibn Abi Talib (P) ha proclamado:

"No reforma al pueblo sino la justicia."

Y cuando enseñó los fundamentos del Islam, según lo que nos transmitió el Imam Sadiq (P), dijo:

"Conozcan... a las autoridades con el ordenamiento del bien, con la justicia y la práctica de la bondad."

(Es decir, las autoridades que se deben acatar según el Corán, son las que presentan estas condiciones, no cualquiera que ostente el poder sin justicia ni bondad).

La justicia : elemento primordial del Mensaje islámico

La doctrina original y pura del Islam consiste en consagrarse a la justicia y su aplicación, así como a la recuperación de los derechos de los despojados en los distintos sectores de la humanidad. Los más fieles seguidores del Profeta (BPD) se abocaron a las grandes revoluciones y los más extensos sacrificios a lo largo de la historia del Islam en pos de este objetivo elevado. Sin embargo, la conducta de los que asumieron el gobierno luego de los "julafat rashiun" (es decir, luego del gobierno de los primeros 5 califas), especialmente los Omeyas y Abbásidas, fue totalmente a la inversa, privada de justicia y plagada de fastuosidad, lujo y acumulación de riquezas usurpadas de sus legítimos dueños (el pueblo mismo). Ellos tomaron los bienes del Tesoro Público como riqueza personal, el cargo mismo de gobernante como un bien heredable, los placeres de la vida ostentosa como un derecho indiscutible y la pobreza padecida por un amplio sector de la población un inconveniente natural e irremediable al cual la gente debía acostumbrarse y resignarse. ¡Cuán lejos de la justicia se encuentra esto! ¡Y cuán lejos se encuentra del Mensaje original de todos los Profetas (P)!

Para un auténtico líder revolucionario islámico, las dificultades de los hambrientos son sus propias dificultades y la lucha contra los fastuosos usurpadores y tiranos económicos es el fundamento de sus principios. El nunca permanece callado frente a un inicuo devorador de los bienes públicos ni ante un oprimido hambriento.

Este tipo de conducta religiosa-social revolucionaria es el verdadero espíritu de las enseñanzas del Profeta (BPD) seguido por sus sucesores justos. Es, pues, deber de todo musulmán , sin lugar a ninguna duda, imitar a los antecesores justos y en este camino, defender a los oprimidos y despojados, enfrentar a los satanaces de la multiplicación y el lujo y no callarse ante la opresión de los tiranos y el sufrimiento de los subyugados.

La multiplicación

En una sociedad no pueden estar presentes la multiplicación de bienes y los acumuladores sin que exista a la vez la pomposidad y el derroche. La multiplicación y la fastuosidad son inseparables, y son la raíz de la opresión económica.

Queremos aclarar que el término "multiplicación" (en árabe "takazzur") tiene determinados sentidos ligados como "afán de lucro", "ostentación", "codicia", "materialismo" y "capitalismo". Cuando se menciona este término en lo sucesivo, se deben tener presentes estos significados para su mejor comprensión. Alude a la vorágine competitiva y demoledora en la cual se sumergen los hombres con el anhelo de poseer cada vez más y más para poder llevar una vida extravagante, exuberante, con lujos extremos y derroches exhibidos públicamente, para que todos puedan verlo y envidiarlo. Se trata de un mal que corrompe y aniquila todo rasgo de humanidad tanto en el individuo como en la sociedad.

Es obvio que una existencia fastuosa se erige pisoteando los derechos de los demás. En consecuencia, las correctas y auténticas enseñanzas originales del Islam no dejan lugar para la pasividad frente a los ricos ostentadores y derrochadores. Y mucho menos para la justificación de sus acciones perversas y sus conductas corruptas. El Sagrado Corán en muchas aleyas condena y rechaza a quienes se abocan a una vida de lujos excesivos, así como a sus conductas depravadas, por ser la base de la opresión económica. Así, las enseñanzas islámicas puras y originales desarticulan los pilares de tal opresión por todos sus ángulos. Por lo tanto, afirmamos que si se hubieran aplicados tales enseñanzas, esta clase de tiranos no hubiera podido existir ni permanecer.

El poder tras el gobierno

Por lo anterior, es claro que la multiplicación y los multiplicadores (los ricos poderosos) no pueden subsistir sin llegar al gobierno y aún superarlo. Si no alcanza el poder, la multiplicación no permanece. De ahí que siempre debe llegar al gobierno y aún superarlo, conformando un clan en las sombras por encima de la autoridad política. Esto resulta muy claro en la actualidad, tanto en las democracias del "tercer mundo" en donde los políticos que desean ser "presidenciables" deben complacer al FMI (Fondo Monetario Internacional), al Banco Mundial y organizaciones afines, así como en las monarquías que para acceder y mantenerse en el poder también deben obrar como títeres de tales organismos.

Contra este destructivo clan que regula el poder de los gobiernos desde las sombras, el Islam ha implementado una amplia defensa, comenzando por considerar a la riqueza excesiva como ilícita, a la vida lujosa y fastuosa como endemoniada y a los ricos y poderosos como ocupadores inicuos. El Islam convoca a los sabios y a la gente toda a abandonar la compañía con los ricos y todo tipo de contacto o relación con ellos, hasta derribarlos de sus niveles sociales. "Abandonar su compañía" no significa ignorarlos ni ser indiferentes ante ellos. Significa no darles ninguna participación en las decisiones políticas que establezca el gobernante justo. El primer paso que debería adoptar un gobernante para llevar adelante tal revolución social es cerrarles las puertas a los ricos y poderosos y considerarlos como verdaderos criminales hasta forzarlos a devolver las haciendas usurpadas ilegalmente.

La revolución del Islam

Esto forma parte de las grandiosas enseñanzas del Islam revolucionario, aquellas que surgieron 14 siglos atrás condenando a los opresores de los pueblos y a los usurpadores de los derechos del hombre, a fin de que ellos no puedan gozar de una existencia orgullosa ni les resulte fácil superar los asuntos establecidos ni obrar el mal en la tierra corrompiéndola, subyugando a la gente, ni promover la inestabilidad y la dejadez en todos los ámbitos.

El Islam no se conforma con condenar hasta exterminar a la multiplicación y a los poderosos opresores , sino que ataca también toda manifestación de ostentación pomposa, a fin de que la gente reconozca esto como la raíz de la corrupción y el extravío, y lo destruya. La multiplicación de las riquezas (una de cuyas modalidades es el capitalismo actual) y la pomposidad en la existencia traen aparejada la dependencia económica, principal enemiga del Islam y de los musulmanes (y de todos los pueblos). Por ese motivo, el Islam rechaza decididamente esto. Dice el Sagrado Corán:

"...Dios no concederá jamás la supremacía a los incrédulos sobre los creyentes." (4 : 146)

Así pues, los musulmanes deben rescatar a sus países de las garras de estos salvajes que desde el poder establecen lazos de dependencia económica con poderes extranjeros.

Este clan encima de la autoridad política es el promotor de la pobreza destructiva, la cual el Islam combate señalando sus raíces y concientizando a la gente para que se levante contra ella.

El origen de la pobreza

Entre las enseñanzas que el Islam enfatiza y proclama encontramos que la carestía de los despojados, el hambre de los hambrientos, la desnudez de los desnudos, las penurias de los necesitados y la indigencia de los menesterosos no provienen del Decreto de Dios, Altísima sea Su Posición. El creó a los seres, estableciendo para ellos sus provisiones y el sustento para sus vidas. Dice el Sagrado Corán:

"...Nosotros les dispensamos sus sustentos en la vida del mundo..." (43:32)

Por el contrario, Dios ha otorgado a las criaturas elementos de adorno y confort para hacer sus vidas dignas y agradables. Dice el Corán :

"Di : ¿Quién ha prohibido los adornos que Dios ha producido para Sus siervos?..." (7:32)

Pues todas las criaturas son Su familia "para los cuales (Dios) garantizó sus provisiones y decretó sus sustentos" (como dijo el Imam Alí –P- en "Nahyul Balagha", pag. 231). Dijo el Imam Sadiq (P) :

"La riqueza ha sido distribuida y garantizada para vosotros. La ha distribuido un Justo entre vosotros..." ("Al Kafi", tomo I, pag. 30)

Pero, ¿de dónde surgen las terribles situaciones que vemos que padecen muchos sectores de la humanidad? Estas son horribles cuestiones impuestas hacia las cuales la sociedad ha sido arrastrada por causa de los pecados de los ricos, el dominio de los ocupadores, la iniquidad de los inicuos y la opresión de los tiranos. Veamos una declaración contundente sobre esto :

Dijo el Gran Profeta Muhammad (BPD) : "Dios ha establecido las provisiones de los pobres en las haciendas de los ricos. Si existen hambrientos y desnudos, se debe al pecado de los ricos." (De "Al Mustadraq", tomo I, pag. 509)

Dijo el Imam Alí ibn Abi Talib (P) : "No pasa hambre un pobre sino por aquello que niega un rico." (De "Nahyul Balagha", tomo III, pag. 231. En la última edición figura : "...sino por aquello que goza un rico.")

Dijo el Imam Ya’far as Sadiq (P) : "...La gente no es pobre ni necesitada ni hambrienta ni desnuda salvo por los pecados de los acaudalados." (De "Uasail", tomo VI, pag. 4)

Dijo el Imam Musa Al Kazim (P) : "...Si se obrara equitativamente entre la gente, la enriquecerían." (De "Al Kafi", tomo I, pag. 542)

Dijo el Imam Hasan Al Askari (P) : "...Sus potentados roban. De ahí resulta el incremento de pobres." (De "Al Mustadraq", tomo II, pag. 322)

Todas estas vivas enseñanzas, acordes a las directivas del Generoso Corán, moldean los principios del Islam apareciendo como una eminente obligación legal ante los sabios, ante el gobierno islámico y ante los musulmanes. Esta obligación consiste en consagrarse a la ecuanimidad económica y al combate contra la opresión financiera, apartando a los tiranos económicos del poder, de la legislación y de la economía que rige a la sociedad. En tal sentido, Dios Altísimo le ordenó al Profeta Muhammad (BPD) en la noche del viaje celestial, según lo que nos transmitió Amir Al Mu’minin Alí ibn Abi Talib (P):

"...¡Oh, Ahmad! ¡Apártate de los ricos y evita participar en sus reuniones!..." (De "Irshad", pag. 201)

Toda autoridad dentro de la sociedad islámica, todo hombre religioso (sabio, erudito o "sheij") y todos los gobernantes en general deberían tener en el Profeta Muhammad (BPD) un claro y excelente modelo a imitar, alejándose de los potentados y de sus reuniones, si en realidad son seguidores de la conducta del Profeta (BPD). Como dijimos antes : cerrarles la puerta y considerarlos criminales hasta hacerles devolver todo lo que ilegítimamente acumularon usurpando de los derechos de otros.

La solución a los problemas de la gente

La obligación de dar importancia a los temas mencionados trae como resultado mayor claridad y comprensión de dónde está la solución a los problemas de la gente, más allá de que hablemos de "la vida moderna", "el hombre actual", "la cultura nueva", "la economía reciente" en "el mundo de hoy". Una comprensión cabal de "los acontecimientos económicos acaecidos" nos lleva a concluir que toda la cuestión en realidad se resume con los simples enunciados hechos (si bien, como luego veremos, el Islam no considera al tema económico como una cuestión simple, sino que es algo bastante complejo que abarca muchos asuntos interrelacionados).

En las circunstancias que padece hoy la humanidad, con millones y millones de oprimidos y dominados, el tomar conciencia de estos enunciados constituye una de las obligaciones más importantes para todos nosotros. Nosotros, como musulmanes, somos responsables de rescatar a todos los seres humanos de esta opresión, sean ellos musulmanes o no, pues son criaturas de Dios y Su familia. Pues nosotros cargamos con las enseñanzas del Corán y del Profeta –BPD- por lo que no podemos excusarnos ante Dios de ser indiferentes por la situación de Su familia. Es, pues, nuestro deber consagrarnos a cumplir los compromisos aludidos (derrotar la opresión económica, combatir a los ricos poderosos acaparadores y distribuir la riqueza en forma equitativa para acabar con la miseria, el hambre y el sufrimiento de las clases pobres). Y para ello debemos apartarnos de todo aquel que finja, que hable sin claridad, que fantasee o sea codicioso, pues dijo el Imam Alí (P) :

"No establece la orden de Dios, Glorificado sea, sino quien no adula, no simula ni sigue la codicia." ("Nahyul Balagha", tomo III, pag. 176)

El Islam trae la solución

El Islam es un modo de vida para que el hombre ponga en práctica en su mundo. Por esta razón, no desatiende ninguno de los aspectos de la vida humana, razón por la cual no omite el combate contra la opresión financiera ni se calla en absoluto respecto de recuperar los derechos de los subyugados y oprimidos. Luego, no deja de lado los factores espirituales de la existencia del hombre, pues sin ellos no se alcanzaría nunca una situación libre de daños y perjuicios aunque haya prosperidad económica. La eliminación de la tiranía económica y el justo reparto de las riquezas no es una meta final para el Islam sino el primer paso en el desarrollo humano hacia el bienestar y la felicidad. Con su subsistencia asegurada y garantizada en niveles dignos, el hombre puede dedicarse a cuestiones más profundas, como el estudio de temas teológicos, la reflexión en realidades sutiles, la sincera adoración, etc.

La eliminación de una existencia fastuosa, pomposa y ostentadora así como de la miseria y pobreza extremas son el primer paso en la edificación de una sociedad. El Islam considera que el rico que lleva una vida lujosa con derroche y excesos es alguien que está devorando aquello que no le corresponde. El Islam considera además que es necesario enriquecer a los pobres hasta hacer que sus familias se equiparen con el nivel promedio del resto de la sociedad. El Islam destaca a la solidaridad y la ecuanimidad como principios básicos de la vida y la economía. Debemos aclarar, sin embargo, que el Islam no es como el comunismo.

El sistema islámico no uniforma a todos los individuos en un mismo nivel ni prohíbe la propiedad privada. Sólo elimina las clases más pobres y las más adineradas por una simple cuestión de establecer los derechos de cada sector. Pues los más ricos y poderosos han amasado sus fortunas con medios ilegales: usurpando lo que no les correspondía, invirtiendo en la especulación y la usura, y explotando a otros. En cuanto a los más pobres, ellos tienen derechos ante el estado, el cual los debe garantizar, y con una justa distribución de la riqueza, este sector puede salir fácilmente de su situación crítica. Por consiguiente, lo que el Islam propone es eliminar los dos extremos financieros de la sociedad : los muy ricos y los muy pobres. Pero entre ambos extremos, existe una franja en la cual los individuos se desarrollan y prosperan en forma acorde a sus esfuerzos.

Queremos dejar bien en claro un punto : el Islam no elimina en forma directa y por decreto las clases sociales . La eliminación de la pobreza - o la miseria - y la riqueza excesiva es el resultado de una política económica justa y equilibrada y con un control minucioso sobre la riqueza que no sea adquirida por medio ilícitos a costa de los más desfavorecidos. Pobreza y miseria no son sinónimos. Se puede vivir en la pobreza pero con dignidad pero nunca se puede ser digno viviendo en la miseria. La miseria es el caldo de cultivo para la degradación humana. Por lo que el Islam la combate con toda severidad.

El Islam no se opone al progreso del individuo que se esfuerza, trabaja, produce y cumple con sus obligaciones hacia la comunidad y el estado. No decimos que el comunismo promueva esto, pero hay determinadas cuestiones que el comunismo prohíbe y el Islam permite. Por ejemplo, ninguno de los medios de producción y distribución en el comunismo puede ser privados. Pero el Islam permite que estos medios sean privados, excepto en lo que se refiere a la explotación de las riquezas naturales. Pero analizar las diferencias con el comunismo no es el objetivo de este trabajo, por lo cual dejamos este tema ahí.

Una propuesta abarcadora

Resulta claro que delinear una correcta economía islámica no es un asunto sencillo. Requiere considerar numerosas cuestiones tales como evitar la circulación de bienes exclusivamente en manos de los ricos y la acumulación de hacienda inmóvil, promover el reparto de riquezas equitativamente para que circule por las manos del pueblo, dictaminar leyes en lo concerniente a las tierras, la producción, la importación, la distribución, la acumulación de la hacienda inmóvil, etc. Además, contemplar los límites en la multiplicación de bienes, la acumulación, el derroche en el consumo, etc., teniendo en cuenta que los pobres tienen derechos sobre esas riquezas, que parte de ellas han sido usurpadas a la gente y que sin duda provienen de lo ilícito.

Además de esto, la eliminación de la pobreza y de toda forma de injusticia social que ella implica, apoyando la aparición de las riquezas en el seno del pueblo para que se distribuya y circule entre sus manos. Todo esto requiere del trabajo en conjunto de una comisión de especialistas en temas económicos y eruditos versados en temas islámicos, concientes, sinceros, dedicados, autosacrificados, libres de toda avaricia (tanto en lo económico como en lo referente al cargo en sí, la jefatura y el poder). Los fracasos acaecidos en este sendero se han debido a no profundizar los principios generales de las enseñanzas islámicas y a no vincular estos principios con las leyes y mandatos a aplicarse en la sociedad.

Así es como no se han extraído adecuadamente las enseñanzas islámicas en lo referente a la economía, quedando sin definir conceptos muy importantes como los límites de la hacienda, los marcos de su aprovechamiento, la forma en que debe circular entre la gente, los caminos para su explotación, la forma correcta de explotar, producir, importar, distribuir y consumir, etc. Sin estas definiciones, no podemos hablar de una verdadera "economía islámica". Con estos conceptos en claro, le será fácil al economista entender la doctrina islámica en los asuntos financieros y a los juristas eruditos dictaminar las normas pertinentes para ponerla en práctica.

El hombre es el eje

A la luz de las enseñanzas del Corán y las Tradiciones ("Hadiz") podemos apreciar claramente que el objetivo del Islam al establecer las normas, leyes y prácticas rituales no es la riqueza ni las propiedades sino el hombre en sí mismo y su nobleza y dignidad en la vida. Este es el eje del pensamiento islámico. La hacienda no posee nobleza ni valor por sí misma si no garantiza la nobleza de la Humanidad. No existe preferencia de ninguna cosa por encima del ser humano, su nobleza y dignidad. Por eso el Islam censura toda forma de enriquecimiento y progreso que promueva la destrucción del valor del ser humano, lo denigre en jerarquía y aniquile las bases de la justicia y la equidad. Más aún cuando difunden la miseria y la indigencia entre la gente, las cuales son producto de la falta de límites en la multiplicación de la riqueza (lo que hoy se llama "capitalismo salvaje"). El Islam censura también toda riqueza o propiedad que no haya considerado lo que se llama "Derecho de Dios", así como Sus leyes y los derechos de la gente toda en cuanto a su adquisición y consumo.

No existe santidad ni nobleza en una propiedad que provoca la destrucción de la justicia y la bondad, que incite a la codicia de enriquecerse o produzca la ignominia entre los pobres. No hay ninguna legislación ni norma que permita la adquisición y el consumo de bienes originando la penuria entre la gente y su incredulidad. No hay lugar para estas corrupciones destructivas en el Islam. El Islam no permanece pasivo frente a la opresión económica ni los valores e ideales promovidos por el Corán son sumisos ante las ambiciones, inclinaciones y perjuicios de quienes se precipitan siguiendo sus pasiones, aunque lleven títulos nobles y pretendan ser justos. Por el contrario, todas las normas y conductas que pretendan ser islámicas deben acatar fielmente los principales propósitos del Islam en cuanto a dignificar al individuo y edificar la sociedad.

No hay dudas al respecto...

La religión islámica no ha venido para amparar a un reducido número de ricos potentados codiciosos ni a derrochadores que se rodean de lujos ostentosos mientras existen multitudes de personas padeciendo los sufrimientos del hambre y la escasez entre los dolores de la indigencia y el desabastecimiento. Si así fuese, ¿dónde está a equidad que los Profetas (P) han traído para que la gente ponga en práctica? El Islam tampoco ha venido para que un grupo de personas viva a costa de la pobreza de otros, morando en elevados palacios, con habitaciones adornadas, jardines y fuentes lujosas, en medio de un lujo exuberante, en tanto en el pueblo hay quienes habitan en humildes chozas y aún quienes carecen de hogar y subsisten en las calles. Si fuese así, ¿dónde está la justicia que los Profetas (P) han traído para que la gente se consagre a ella? El Islam no ha venido para amparar a personas que se sumergen en los lujos y placeres, derrochando la riqueza para entretener a sus hijos mientras a su lado hay personas que no encuentran para sus hijos ni un poco de pan para saciar su hambre, ni un poco de ropa para cubrir su desnudez, ni un poco de medicina para sacarlos del borde de la muerte. Si fuese así, ¿dónde está la igualdad que los Profetas (P) han traído para que la gente se esfuerce por ella?

El Islam tampoco vino para que en su entorno exista un sector cuyos hijos gozan de las facilidades para acceder a la educación, la enseñanza y los grados más altos de la ciencia, la tecnología y la jurisprudencia, en tanto que la mayoría de los niños del pueblo no tiene posibilidad ni siquiera de acceder a la enseñanza primaria. Si fuera así, ¿dónde está la ecuanimidad que los Profetas (P) han traído para que los hombres se dediquen a ella? El Islam tampoco vino para que los malvados de la comunidad queden absorbidos por ella y se sumerjan en las diversas variedades de placer y la vanidad, gastando los bienes de las multitudes subyugadas en distintos lugares del mundo fastuoso, en playas prósperas, campos verdes, etc., mientras sus hijos dan vueltas por los modernos mares gozando de las mercedes exuberantes gracias a aquello que sus padres han robado y usurpado de las riquezas de los demás, ostentando títulos de nobleza y dignidad, en tanto que en los países miles y miles padecen la miseria y se rinden a las presiones por sus necesidades, sometiéndose a condiciones infrahumanas de vida. Si fuese así, ¿dónde se encuentra la imparcialidad que trajeron los Profetas (P) para que la gente vigile?

Es cierto que hay entre los musulmanes...

El Islam es una religión de modernización, coraje, construcción, creatividad, potencia, seguridad, paz, amor, hermandad y unión. De ninguna manera permite estas conductas infernales ni con sus enunciados ni con sus leyes. Quienes así obran, no están siguiendo en absoluto una conducta islámica sino todo lo contrario : realizan aquello que todos los Profetas (P) han criticado, censurado, prohibido y combatido con firmeza.

Es cierto que hay entre los musulmanes algunos que llevan títulos de musulmanes (incluso a veces títulos de nobleza –"nobleza" en el sentido occidental) que adoptan estas conductas de los tiranos opresores. Sin duda que todo quien lea este artículo pensará "Pero si las enseñanzas islámicas son tan claras al respecto, ¿por qué entonces existen los reyes de tal y tal...?" Es necesario comprender que estas cualidades pertenecen a los defectos desviadores del ego humano (el "nafs ammari bisu" o "alma que impulsa al mal") y existen en toda sociedad y comunidad humana. Las enseñanzas islámicas señalan este gran mal para los pueblos e indican cuál es su remedio. El punto es que para aplicar esta medicina tiene que haber una mayoría concientizada, liderada por un guía justo y recto, que emprenda una ardua lucha contra los tiranos económicos. Y estas condiciones no son fáciles de reunir, sea entre musulmanes o entre no musulmanes. Los problemas padecidos por las sociedades islámicas no están alejados de los que sufren los pueblos de Latinoamérica, como los de otros sectores del Tercer Mundo.

El Islam y la justicia

Los mandatos coránicos tienen como fundamentos (entre otros) la corporización de la justicia y la equidad, el exterminio de la multiplicación y el lujo, y la protección de los oprimidos. Estos principios dan lugar a otros mandatos, leyes, prescripciones, etc. Sin duda que todo cuanto se oponga a unos de estos principios o impida que se concreten está fuera del ámbito coránico. Sin duda alguna, el mensaje del Corán promueve la justicia en todo su esplendor y grandeza. No hay al respecto posibilidad alguna de error, de una interpretación caprichosa ni de que se introduzca alguna enseñanza engañosa al respecto : cualquier individuo puede comprender y captar los delineamientos elementales de la justicia y cualquier enunciado que se oponga a ella está fuera del Islam.

La responsabilidad de los sabios.

Es primordial que los eruditos garanticen el carácter islámico de la jurisprudencia que regula una sociedad, atendiendo a las múltiples relaciones entre las leyes y su conexión con los principios fundamentales del Corán, base de todas las disposiciones jurídicas. Para ello, el erudito conciente y precavido debe conocer los pormenores de la vida moderna en sus distintos ámbitos (ciencia, tecnología, cultura, educación, economía, comercio, política, etc...) y cómo adaptar las normas y preceptos del Corán y la Tradición a dichas cuestiones de tal modo que se cumplan los mandatos, que no se viole ningún derecho ni se oprima a nadie. El erudito con conciencia islámica busca esto sin apoyarse en ninguna escuela o doctrina fuera del Corán y la Tradición ("Hadiz"). Y no necesita recurrir a otra cosa fuera de estas dos fuentes, las cuales aportan enseñanzas vitales e indicaciones precisas para solucionar absolutamente todas las dificultades de la vida humana, comenzando por la más importante de todas que es la presencia de la riqueza exuberante y de la miseria agobiante.

Claro que los nuevos temas en los que se sumergen las naciones en la actualidad con sus complicadas relaciones y derivaciones exigen hoy más que nunca del esfuerzo intelectual ("iytihad") de los sabios instruidos para la dilucidación de los mandatos en concordancia con estas fuentes (el Corán y el Hadiz). Porque obviamente los sucesos actuales no son iguales a los pasados. El conocimiento de la época, sus acontecimientos y sus dimensiones es una clave para la permanencia, mientras que el atraso y la intransigencia (ligadas a la ceguera y el fanatismo) estrechan el panorama y posibilitan la caída en el engaño que favorece a los ricos y opulentos, destruyendo la religión y el mundo.

La responsabilidad de los musulmanes

Es por eso que los musulmanes debemos colocarnos a la vanguardia de los movimientos progresistas y revolucionarios enfrentando y combatiendo a la tiranía económica y a los opresores políticos que la favorecen. Esa es nuestra responsabilidad por llevar el último Mensaje de Dios para toda la Humanidad. Debemos ofrecer con claridad este Mensaje a los pueblos necesitados y oprimidos, que constituyen la gran mayoría de los habitantes del mundo. Debemos seguir la conducta y enseñanzas de nuestro amado Profeta Muhammad (BPD) combatiendo a los opresores y los ricos poderosos que usurpan los derechos de la gente, defendiendo a los pobres y oprimidos, y estableciendo la justicia en todos los ámbitos.

En cuanto a los reformadores firmes y sinceros (sin importar a qué sector pertenezcan), ellos seguramente han de encontrar en estas enseñanzas aquello que buscan para preparar el movimiento revolucionario que libere a los pueblos de sus padecimientos.

Súplica final

Rogamos a Dios Altísimo que le otorgue el éxito a los musulmanes que se aferran a estas enseñanzas vitales, ricas y revolucionarias para que las aprendan de una manera sincera, justa y conciente, sin separarlas entre sí ni aislarlas de la realidad, tratando de edificar una sociedad humana coránica, equitativa y avanzada. Quizás de esta manera se conviertan en un ejemplo para otras naciones que habitan la faz del planeta, elevando la antorcha de la guía para los pueblos humillados bajo el fuego de la multiplicación y el lujo. Esto no es algo difícil para Dios y quizás El atienda nuestros ruegos si todos nos aunamos en tal súplica. No hay éxito ni ayuda sino en El, Poderoso y Prudente.

¡Oh, Dios! Bendice a Muhammad y a su familia, y apresura el consuelo de la verdad y la justicia para el ser humano.

¡Oh, Dios! Perdónanos a nosotros y a nuestros padres, profesores, maestros, allegados, amigos, vecinos, a todo aquel que tenga un derecho sobre nosotros o nos haya beneficiado en algo, así como a nuestros hermanos que nos precedieron en la fe. Y haznos de los bienhechores.

¡Oh, Dios! Eleva los grados de nuestros sabios educadores, nuestros eruditos activos, despiertos y combatientes.

¡Oh, Dios! Aumenta los grados de los mártires del Islam, quienes con su sacrificio elevaron el valor de la vida y con su sangre tiñeron todo lo que brilla bajo los rayos del sol. Congrégalos junto a los mártires de Badr y Ashura.

La Paz sea sobre quien sirve a la verdad por el Dueño de la verdad y que trabaja para establecer la equidad y la justicia.

Y no hay Poder ni Fuerza excepto en Dios Altísimo.

Tabil al 3ilm

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Mensaje por Tabil al 3ilm 10/12/2011, 08:43

El auge de la economía islámica
El sistema bancario de la sharia
El suministro y el acceso al capital financiero democratizaron el capitalismo. Antaño, los empresarios, deseosos de trabajar duro y con una idea rentable en la cabeza, no estaban escasos de recursos. La existencia de esos mercados financió, entre otras cosas, los proyectos ferroviarios en la época isabelina. Las vías férreas no habrían visto la luz si no hubiera sido posible recaudar dinero para su construcción.

Walter Bagehot, el primer editor de The Economist, en 1873 en su libro titulado Lombard Street (un ensayo sobre los mercados monetarios en la Inglaterra del siglo XIX) comentaba que “salvo en momentos muy excepcionales, se puede obtener dinero con una base segura o con una perspectiva aceptable de ganancia. Se trata de un lujo del que ningún país había disfrutado con una igualdad comparable hasta el momento”.

Hacer que el dinero funcione

Africa, siglo XXI. La facilidad para conseguir dinero no es tan sencilla. En realidad, abundan los negocios rentables. Sin embargo, la desconfianza o la ausencia de instituciones, tanto legales como financieras, impide que los negocios informales puedan acceder a créditos formales. Por el contrario, los grandes flujos de dinero que circulan dentro del sector informal se quedan fuera del sistema.

Conseguir que las finanzas funcionen en África, supone –por expresarlo de forma simplista– lograr que la gente ahorre dinero depositándolo en bancos en lugar de esconderlo debajo del colchón. Según el informe del Banco Mundial Making Finance World for África, elaborado por Patrick Honohan y Thorsten Beck en 2007, “en África el desarrollo de las finanzas formales y semiformales ha dado lugar a un sistema financiero fragmentado y dualista que todavía se empeña en persistir”. No obstante, empieza a haber signos de cierto progreso financiero: diversificación de actividades, profundidad del préstamo, mayor alcance de los nuevos productos y las nuevas tecnologías (en Kenia y en Uganda el fenómeno del dinero móvil está creciendo rápidamente), además de un mercado de microfinanzas incipiente.

Pero todavía hay un largo camino por recorrer. En líneas generales, las finanzas en África son planas. Así lo sugieren el porcentaje de depósitos en el exterior, las cifras relativas al bajo crédito, los márgenes bancarios, la liquidez del mercado de capitales, los depósitos que se movilizan y los créditos concedidos.

A esto se añade que las pequeñas empresas y los hogares tienen un acceso a las finanzas formales todavía muy limitado.

Las políticas de apoyo que estimulan la profundidad y la amplitud están incrementando el acceso a los mercados financieros y contribuyendo al crecimiento. Estas políticas confieren poderes a los empresarios reduciendo las barreras de entrada, rebajando el riesgo para ahorradores y prestatarios y beneficiando a la economía en su conjunto.

Para un agricultor, por poner un ejemplo, lograr unos mayores niveles de rendimiento y productividad por el hecho de tener acceso a capital redundará en un aumento del empleo, en unos mejores precios, una mayor calidad de servicio y reducirá el poder de los monopolios establecidos. Pero eso no es todo. Mientras la economía global se va recuperando de la tormenta financiera que la ha sacudido, debemos mantener un optimismo cauto. El desempleo está creciendo en prácticamente todos los países ricos, el gasto de los consumidores se está ralentizando, el coste del capital se ha incrementado y las inversiones van repuntando muy poco a poco. Además, la inversión extranjera directa (IED), la ayuda y las remesas (por parte de los emigrantes a sus países de origen, mayoritariamente pobres) han caído en picado.

Mohamed El-Erian, consejero delegado de Pimco, el mayor fondo de bonos del mundo, ha etiquetado como “la nueva normalidad” la confluencia entre las poderosas fuerzas surgidas con la crisis financiera y las que estaban operativas antes.

Donde hay dinero

El sector de la banca moderna, tal y como lo conocemos, se está adaptando cada vez más a los valores religiosos. La increencia no es una consecuencia inevitable de la modernidad. Muy al contrario, la religión y la banca moderna son compatibles. Buen ejemplo de ello es el mundo financiero islámico.

Ya incluso antes de que se acentuara la crisis financiera global, el profesor Joseph Stillitz, co ganador del Premio Nobel de Economía en 2001, identificó dos hechos. El primero de ellos es que, “aquellos que estarían dispuestos a gastar dinero, no lo tienen; y los que tienen dinero, no se lo van a gastar”. El segundo hecho es que “las reservas de dinero líquido para sacar al mundo de sus apuros económicos se encuentran en Asia y en Oriente Medio. Sin embargo, las instituciones globales no reflejan esta nueva realidad”.

Según el Instituto McKinsey Global, “los países ricos en petróleo y los bancos centrales de Asia constituyen actualmente una de las fuentes más importantes de capital”. En 2006, McKinsey se refirió a dichas fuentes como “los nuevos agentes del poder” junto con los hedge funds y los fondos de capital privado (private equity).

Los petrodólares están en pleno auge: en la década de los setenta, en la de los noventa y en los últimos cinco años hay que guardarlos a buen recaudo. Y pocas inversiones de las tradicionales acatan la llamada sharia o ley musulmana.

Hacia finales de 2006, “los estados miembros del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) –Baréin, Kuwait, Omán, Qatar, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos (UAE)– tenían activos en el exterior por un valor de entre 1,6 y 2 billones de dólares. En este mismo periodo, los países exportadores de petróleo (incluyendo a Nigeria) poseían todos juntos entre 3,4 billones y 3,8 billones de dólares en activos financieros en el extranjero. Sin embargo, en la última versión del citado informe, el Instituto McKinsey calcula que la crisis de 2008 ha modificado las fortunas de estos poderosos agentes y sus caminos se han bifurcado.

Aunque todos ellos obtienen mejor nota que otros inversores. “El petrodólar y los inversores soberanos de Asia son más influyentes que nunca, mientras el rápido crecimiento de los hedge funds y los private equity se han detenido de golpe”. El documento explica más adelante “que los activos extranjeros de los inversores del petrodólar se mantendrán más fuertes en los próximos cinco años que los activos de los otros dos agentes del poder”.

El sistema bancario de la sharia

De esto se han percatado los virtuosos de las finanzas occidentales, los bancos multinacionales de la City de Londres y los de Wall Street, en Nueva York. Muchas de las innovaciones introducidas para ofrecer instrumentos financieros compatibles con la ley islámica han llegado de la mano de inversores occidentales no musulmanes. Bancos como Deutsche Bank, HSBC y Citygroup disponen de “servicios conformes con la sharia” que están logrando acuerdos destinados a financiar lucrativos proyectos de infraestructuras en la región del Golfo.

Sin ir más lejos, algunos países occidentales están haciendo esfuerzos para atraer inversiones extranjeras de los estados pertenecientes al Consejo de Cooperación del Golfo. El Fondo Stichting Sachsen-Anhalt, una filial financiera del land alemán de Sajonia-Anhalt, emitió en 2004 sukuk (bonos respaldados por activos en conformidad con la ley islámica) a cinco años por valor de cien millones de euros. Christopher Watts, en un sondeo acerca del mundo financiero islámico, afirma que “el primer banco autónomo en Reino Unido conforme con la sharia” abrió sus puertas en 2004; dos bancos más siguieron sus pasos y otro está a punto de hacerlo. Todos ellos cuentan con el respaldo de instituciones de Oriente Medio. Y en abril del 2008, la Bolsa de Londres incluyó su sukuk inaugural, confiriendo al mercado una profundidad y una liquidez muy necesarias”.

Estamos asistiendo actualmente a una carrera muy reñida por convertirse en la capital global de las finanzas islámicas. El Reino Unido y Francia están elaborando legislaciones para allanarle el camino fiscal y legal al sector bancario islámico. Una de las repercusiones de la crisis: el fuerte estímulo a aquellas inversiones canalizadas hacia el sector de las infraestructuras, que han dado lugar a una industria de 700.000 millones de dólares (y en alza) muy atractiva para estas economías desarrolladas. Es más, el mundo financiero islámico no fomenta los productos de crédito y débito, al contrario que las finanzas al estilo occidental en los prometedores años previos a la crisis. Los productos financieros acordes a la ley islámica se basan más bien en el concepto de ingreso compartido. Nada que ver con el gran apalancamiento y los extravagantes incentivos, tan representativos de Wall Street y la City de Londres antes de la desaceleración global.

El sector financiero islámico presenta un paradigma alternativo al sistema bancario que conocemos. El requisito de que las transacciones estén garantizadas por activos crea mayores vínculos con la economía real. La financiación de infraestructuras, por ejemplo carreteras y puentes, fomenta el desarrollo social. Esta forma de banca también es considerada como “viable y ética”, es decir, basada en principios similares a la inversión ética. Está prohibido comerciar con sectores moral o socialmente dañinos.

Lo cierto es que el sistema bancario islámico ya no es un negocio que funciona al margen del mundo global de las finanzas. Ha pasado de ser un nicho de mercado a convertirse en una parte predominante dentro del conjunto del sistema bancario.

Fuera de áfrica siempre hay algo nuevo

Fr. Joseph Kenny, un religioso dominico, profesor de Estudios Árabes e Islámicos, que vivió en Nigeria durante 45 años, residente en Ibadan, observa que "el sector bancario islámico es otra opción, una forma más de inversión. Un tipo de banca sin intereses que te permite participar de ciertos beneficios, o pérdidas, de una inversión”.

Las transacciones de crédito al estilo islámico están estructuradas como sociedades colectivas en las que se comparte el riesgo y la ganancia. Los tipos de interés del mercado se toman como base de los márgenes de beneficio. Y lo que es mejor aún, se emite un sukuk.

Emitiendo un sukuk, el sistema bancario islámico logra lo mejor de los dos mundos: atraer depósitos a más largo plazo para financiar proyectos relativos a las infraestructuras. Esto es más compatible con ese concepto de compartir el riesgo y el beneficio: los instrumentos financieros en el sistema islámico han de estar garantizados por activos sólidos.

Además, los estados miembros del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) y del Sureste de Asia conforman dos de las regiones del mundo con el crecimiento más rápido. Estas dos regiones juntas poseen una población musulmana de 410 millones de personas. A medida que sus economías vayan creciendo, el aumento del ahorro detectará inversiones rentables en el extranjero. Está claro que dicho capital será invertido exclusivamente en proyectos de infraestructura financiados por el llamado sukuk.

Los bancos islámicos establecidos a nivel local ya están buscando la forma de entrar en este juego, tanto en su país como fuera. Por ejemplo, las compañías de Emiratos Árabes Unidos Sharjah Electricity y Water Authority (SEWA) recaudaron 350 millones de dólares –el primer sukuk de la región– que fueron destinados a construir una planta generadora de energía y de desalinización. A escala mundial, África resulta un destino seductor.

En un artículo titulado “Turning towards Mecca (Volverse hacia la Meca)”, el semanario The Economist comentaba que “la agencia Moody’s, que estudia la solvencia crediticia, calcula que, a pesar de que las finanzas islámicas alcanzaban el pobre valor de 18.000 millones de dólares a finales del año 2008, su potencial se aproxima a los 235.000 millones, es decir, un valor cercano a la mitad del estimado para el Producto Interior Bruto de la población musulmana en África”.

Un mercado que fuera mediocre otrora, ahora está floreciendo gracias al apoyo de los estados ricos del Golfo, en busca de inversiones rentables.

El primer sukuk africano fue emitido por una firma cementera sudanesa. “Según las informaciones divulgadas, el gobierno aprovechó el mercado en el mes de enero, vendiendo bonos a inversores procedentes del Golfo para escapar a las sanciones económicas americanas por las masacres de Darfur”.

Albaraka, el único banco islámico de Sudáfrica, se creó en 1989. Kenia autorizó en 2008 dos bancos islámicos: Gulf African Bank y First Community Bank.

Barclays fue el primer banco que ofreció un tipo de cuenta bancaria islámica bajo el nombre de La Riba, que significa “cero interés”. ABSA, un banco sudafricano, abrió una división bancaria islámica en 2006. Lo hizo con todos los avances modernos del sector bancario: teléfono, Internet y banca de sucursales o branch banking. El Banco Central de Nigeria (BCN) tiene proyectado hacer de las finanzas islámicas un aspecto significativo del panorama financiero del país. Algo más de una cuarta parte de la población nigeriana “rentable”, desde el punto de vista de la banca, maneja una cuenta bancaria; son también musulmanes en un alto porcentaje.

No obstante, existen importantes retos. El sector financiero islámico está vinculado a la sharia y, por tanto, las inversiones deben adaptarse a los principios del islam. Tres normas destacan en el panorama financiero islámico.

La primera: invertir en juego, alcohol, armamento, pornografía, tabaco e industrias cárnicas porcinas está prohibido. La segunda: las inversiones no pueden devengar intereses. Y en tercer lugar, se debe evitar la incertidumbre y los riesgos excesivos. Estas cuestiones no siempre son sencillas de resolver, pues no todos los países musulmanes coinciden en la interpretación de qué debe considerarse un producto financiero respetuoso con la sharia. Pero sin perjuicio de estas cuestiones “escolásticas”, todos coinciden en que se está abriendo un nuevo mercado y que nadie quiere quedarse atrás esperando en el camino.

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