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El Retorno de los Brujos
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El Retorno de los Brujos
El Retorno de los Brujos, pdf, biblioteca pleyades.
El retorno de los brujos
De Wikipedia, la enciclopedia libre
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El retorno de los brujos (original "Le Matin des Magiciens") es el título de un libro publicado en 1960, subtitulado "Una introducción al realismo fantástico". Lo escribió Louis Pauwels en colaboración con Jacques Bergier y trataba temas entonces novedosos: supuestos fenómenos parapsicológicos, civilizaciones desaparecidas, el esoterismo y su conexión con el nazismo, etc. Pretendía dar comienzo a una nueva revolución cultural, y levantó una gran expectación. Fue objeto de críticas tanto elogiosas como demoledoras. En los años 1960 y 1970 se vendieron más de 2.000.000 de ejemplares en francés y otros idiomas (siendo la primera traducción española en 1962). Antes, en 1961, el éxito de El retorno de los brujos había llevado a Bergier y sus colaboradores a editar una revista mensual sobre los mismos temas, llamada Planète, del cual tras el primer número se sacaron, tras sucesivas reimpresiones, 80.000 ejemplares, no obstante el éxito inicial, la revista dejó de publicarse en 1968. Bergier en aquel entonces fue un personaje público y notorio en su momento. Incluso llegó a ser caricaturizado por Hergé en el álbum de Tintín Vuelo 714 para Sydney encarnando a Ezdanitoff, un estrambótico director de la revista "Comète" contactado e intermediario de los extraterrestres.
Gestación del libro [editar]
En 1953 un amigo común puso en contacto a Jacques Bergier con Louis Pauwels, periodista y escritor humanista de tendencias místicas. Aunque aparentemente no tenían mucho en común, pronto surgió la amistad y de ahí el proyecto de un libro en colaboración. Inicialmente la idea de Pauwels era escribir sobre la historia y la realidad de las sociedades secretas, pero Bergier lo convenció para ampliar los contenidos. Trabajaron juntos durante varios años. Por un lado el material de trabajo (libros, datos, casos) lo proporcionaba Bergier y la redacción final correspondía a Pauwels. El resultado final fue El retorno de los brujos, subtitulado "Una introducción al realismo fantástico" y lo publicó Gallimard en 1960. Estos son algunos de los temas tratados:
Temática [editar]
1. La alquimia. Enlazando con una crítica del positivismo y el reduccionismo cientifista heredados del siglo XIX, los autores exponen el procedimiento alquímico como muestra de un saber técnico alternativo pero no forzosamente opuesto a la ciencia moderna.
2. Las civilizaciones desaparecidas. Inspirándose en las recopilaciones de hechos extraños de Charles Fort (al que califican de "Rabelais cósmico") Bergier y Pauwels consideran la posibilidad de que otras civilizaciones hayan florecido sobre la Tierra y se hayan extinguido antes de nacer la nuestra y enumeran indicios que con el tiempo se han convertido en tópicos: las pirámides egipcias, la Isla de Pascua, las líneas de Nazca, las cartas de Piri Reis, diversos textos hindúes, etc.
3. Nazismo y esoterismo. La tesis de los autores sobre la Alemania nazi es que sólo una transformación radical de la base cultural y moral permite explicar lo inexplicable, el crimen y el desastre absolutos. "En el país de Einstein y de Planck," escriben, "se empieza a profesar una 'física aria'. En el país de Humboldt y de Haeckel, se empieza a hablar de razas. Nosotros pensamos que tales fenómenos no se explican por la inflación económica." Bergier y Pauwels detallan la vinculación de la cúpula nacionalsocialista a cultos esotéricos, así como la creencia en mitologías y cosmogonías aberrantes que en determinado momento se convierten en la ciencia oficial. Las primeras páginas de "El pueblo blanco" de Arthur Machen, donde éste distingue el mal absoluto de las pequeñas, banales maldades castigadas por el código penal, les sirve para ilustrar su posición. Machen, por cierto, estaba afiliado a la Golden Dawn, una sociedad iniciática inspirada en la Rosacruz.
4. La parapsicología. Quizá uno de los pasajes más célebres del libro es el que relata un experimento telepático supuestamente organizado por la Marina de los EE.UU. en 1958: a lo largo de varias sesiones un sujeto a bordo del submarino atómico Nautilus habría intentado adivinar qué cartas sacaba al azar un aparato mecánico situado en una base en tierra firme. El porcentaje de logros habría superado con creces lo estadísticamente "normal".
¿Qué pretendían demostrar Bergier y Pauwels con todo esto? Al leer el libro proponen que la realidad podría ser mucho más compleja de lo que suponemos o imaginamos. Y que nuestra percepción de los hechos y nuestro juicio acerca de lo verdadero y de lo falso, podría estar sesgada por todos los estándares, concepciones y teorías convencionales establecidos, implícitos en el sentido común. Lo que nos parecería falso, anormal o "fantástico" podría ser simplemente lo que no cabe en la manera común de ver las cosas. Y desde ese punto de vista, mejor apartarlo, olvidarlo: condenarlo, como diría Charles Fort, maestro literario de H. P. Lovecraft. Lo que proponen Bergier y Pauwels en su obra, es que nos liberemos de prejuicios, de teorías y concepciones caducas y volvamos a mirar directa y valerosamente a los hechos cara a cara, uno a uno, por fantásticos que resulten, antes de decidir con cuáles nos quedamos. "No nos lo creemos todo," escribieron, "pero creemos que todo debe ser examinado."
Lo fantástico sería entonces lo que queda tras el velo de las apariencias del sentido común y el saber oficial. El "realismo fantástico" era para sus promotores una suerte de realismo superior o superrealismo, una síntesis integradora de poesía y ciencia capaz de desvelarnos visiones nuevas e importantes que hasta ahora se ocultaban en las sombras. En las páginas de El retorno se dan cita personajes tan diversos como el biólogo J. B. S. Haldane, el jesuita Theilard de Chardin, Arthur Clarke, Lovecraft, Borges o Meyrinck.
La obra de Bergier y Pauwels ha servido desde entonces como base para todo un género de libros de realismo fantástico y exoarqueología y podríamos catalogarlos como los pioneros en este género al que luego se unirían otros autores.
FuenteWikipedia.
El retorno de los brujos
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El retorno de los brujos (original "Le Matin des Magiciens") es el título de un libro publicado en 1960, subtitulado "Una introducción al realismo fantástico". Lo escribió Louis Pauwels en colaboración con Jacques Bergier y trataba temas entonces novedosos: supuestos fenómenos parapsicológicos, civilizaciones desaparecidas, el esoterismo y su conexión con el nazismo, etc. Pretendía dar comienzo a una nueva revolución cultural, y levantó una gran expectación. Fue objeto de críticas tanto elogiosas como demoledoras. En los años 1960 y 1970 se vendieron más de 2.000.000 de ejemplares en francés y otros idiomas (siendo la primera traducción española en 1962). Antes, en 1961, el éxito de El retorno de los brujos había llevado a Bergier y sus colaboradores a editar una revista mensual sobre los mismos temas, llamada Planète, del cual tras el primer número se sacaron, tras sucesivas reimpresiones, 80.000 ejemplares, no obstante el éxito inicial, la revista dejó de publicarse en 1968. Bergier en aquel entonces fue un personaje público y notorio en su momento. Incluso llegó a ser caricaturizado por Hergé en el álbum de Tintín Vuelo 714 para Sydney encarnando a Ezdanitoff, un estrambótico director de la revista "Comète" contactado e intermediario de los extraterrestres.
Gestación del libro [editar]
En 1953 un amigo común puso en contacto a Jacques Bergier con Louis Pauwels, periodista y escritor humanista de tendencias místicas. Aunque aparentemente no tenían mucho en común, pronto surgió la amistad y de ahí el proyecto de un libro en colaboración. Inicialmente la idea de Pauwels era escribir sobre la historia y la realidad de las sociedades secretas, pero Bergier lo convenció para ampliar los contenidos. Trabajaron juntos durante varios años. Por un lado el material de trabajo (libros, datos, casos) lo proporcionaba Bergier y la redacción final correspondía a Pauwels. El resultado final fue El retorno de los brujos, subtitulado "Una introducción al realismo fantástico" y lo publicó Gallimard en 1960. Estos son algunos de los temas tratados:
Temática [editar]
1. La alquimia. Enlazando con una crítica del positivismo y el reduccionismo cientifista heredados del siglo XIX, los autores exponen el procedimiento alquímico como muestra de un saber técnico alternativo pero no forzosamente opuesto a la ciencia moderna.
2. Las civilizaciones desaparecidas. Inspirándose en las recopilaciones de hechos extraños de Charles Fort (al que califican de "Rabelais cósmico") Bergier y Pauwels consideran la posibilidad de que otras civilizaciones hayan florecido sobre la Tierra y se hayan extinguido antes de nacer la nuestra y enumeran indicios que con el tiempo se han convertido en tópicos: las pirámides egipcias, la Isla de Pascua, las líneas de Nazca, las cartas de Piri Reis, diversos textos hindúes, etc.
3. Nazismo y esoterismo. La tesis de los autores sobre la Alemania nazi es que sólo una transformación radical de la base cultural y moral permite explicar lo inexplicable, el crimen y el desastre absolutos. "En el país de Einstein y de Planck," escriben, "se empieza a profesar una 'física aria'. En el país de Humboldt y de Haeckel, se empieza a hablar de razas. Nosotros pensamos que tales fenómenos no se explican por la inflación económica." Bergier y Pauwels detallan la vinculación de la cúpula nacionalsocialista a cultos esotéricos, así como la creencia en mitologías y cosmogonías aberrantes que en determinado momento se convierten en la ciencia oficial. Las primeras páginas de "El pueblo blanco" de Arthur Machen, donde éste distingue el mal absoluto de las pequeñas, banales maldades castigadas por el código penal, les sirve para ilustrar su posición. Machen, por cierto, estaba afiliado a la Golden Dawn, una sociedad iniciática inspirada en la Rosacruz.
4. La parapsicología. Quizá uno de los pasajes más célebres del libro es el que relata un experimento telepático supuestamente organizado por la Marina de los EE.UU. en 1958: a lo largo de varias sesiones un sujeto a bordo del submarino atómico Nautilus habría intentado adivinar qué cartas sacaba al azar un aparato mecánico situado en una base en tierra firme. El porcentaje de logros habría superado con creces lo estadísticamente "normal".
¿Qué pretendían demostrar Bergier y Pauwels con todo esto? Al leer el libro proponen que la realidad podría ser mucho más compleja de lo que suponemos o imaginamos. Y que nuestra percepción de los hechos y nuestro juicio acerca de lo verdadero y de lo falso, podría estar sesgada por todos los estándares, concepciones y teorías convencionales establecidos, implícitos en el sentido común. Lo que nos parecería falso, anormal o "fantástico" podría ser simplemente lo que no cabe en la manera común de ver las cosas. Y desde ese punto de vista, mejor apartarlo, olvidarlo: condenarlo, como diría Charles Fort, maestro literario de H. P. Lovecraft. Lo que proponen Bergier y Pauwels en su obra, es que nos liberemos de prejuicios, de teorías y concepciones caducas y volvamos a mirar directa y valerosamente a los hechos cara a cara, uno a uno, por fantásticos que resulten, antes de decidir con cuáles nos quedamos. "No nos lo creemos todo," escribieron, "pero creemos que todo debe ser examinado."
Lo fantástico sería entonces lo que queda tras el velo de las apariencias del sentido común y el saber oficial. El "realismo fantástico" era para sus promotores una suerte de realismo superior o superrealismo, una síntesis integradora de poesía y ciencia capaz de desvelarnos visiones nuevas e importantes que hasta ahora se ocultaban en las sombras. En las páginas de El retorno se dan cita personajes tan diversos como el biólogo J. B. S. Haldane, el jesuita Theilard de Chardin, Arthur Clarke, Lovecraft, Borges o Meyrinck.
La obra de Bergier y Pauwels ha servido desde entonces como base para todo un género de libros de realismo fantástico y exoarqueología y podríamos catalogarlos como los pioneros en este género al que luego se unirían otros autores.
FuenteWikipedia.
Re: El Retorno de los Brujos
Buff!! se puede decir que este libro fue uno de los que me ayudaron a despertar...buenísimo!!
Bodhisattva- Cantidad de envíos : 231
Nivel de Aportación : 158
Fecha de inscripción : 24/12/2008
Localización : Barcelona
Re: El Retorno de los Brujos
Que bien que trate sobre esos temas tan interesantes y sobre la Alquimia deberíamos abrir un hilo incluso
chicoastral- Cantidad de envíos : 52
Nivel de Aportación : 54
Fecha de inscripción : 10/03/2010
LA GLANDULA PINEAL Y LA MUERTE PARA LOS EGYPCIOS
PARA LOS QUE LES INTERESA EL ANTIGUO EGYPTO Y SUS MISTERIOS OS DEJO UN DOCUMENTAL INTERESANTISIMO.
QUE DISFRUTEN.
EL ELEGYDO....HERMANO DE TODOS
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QUE DISFRUTEN.
EL ELEGYDO....HERMANO DE TODOS
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EL ELEGYDO- Cantidad de envíos : 505
Nivel de Aportación : 656
Fecha de inscripción : 14/03/2010
Edad : 54
Localización : Autopista de La FUENTE
Re: El Retorno de los Brujos
PERDON POR LA INTROMISION CON LA "GLANDULaA PINEAL Y LA MUERTE DE LOS EGIPCIOS"PERO SOY NUEVO Y QUERIA ABRIR UN TEMA NUEVO Y LO COLGUE AQUI ,MIL DISCULPAS Y APROVECHANDO COMO DEBO ABRIR UN TEMA NUEVO ?
MIS DISCULPAS DE NUEVO !!!!!
EL ELEGYDO...HERMANO DE TOD@S
MIS DISCULPAS DE NUEVO !!!!!
EL ELEGYDO...HERMANO DE TOD@S
EL ELEGYDO- Cantidad de envíos : 505
Nivel de Aportación : 656
Fecha de inscripción : 14/03/2010
Edad : 54
Localización : Autopista de La FUENTE
Re: El Retorno de los Brujos
MUCHISIMAS GRACIAS ,YA HE ENCONTRADO EL NEWTOPIC Y POR CIERTO SEGUIR ADELANTE CON EL RETORNO DE LOS BRUJOS , ES UN TEMA MUY INTERESANTE Y APROVECHO LA OCASION PARA DECIROS QUE YO ACUDO HA CLASES DE PARAPSICOLOGIA AQUI EN ZARAGOZA Y ME HAN AYUDADO DESDE CUANDO YA HE DESPERTADO LA CONCIENCIA.
EL ELEGYDO....HERMANO DE TODOS
EL ELEGYDO....HERMANO DE TODOS
EL ELEGYDO- Cantidad de envíos : 505
Nivel de Aportación : 656
Fecha de inscripción : 14/03/2010
Edad : 54
Localización : Autopista de La FUENTE
Re: El Retorno de los Brujos
PALABRAS DE GURDJIEFF
«Para comprender la diferencia entre los estados de conciencia, es preciso que volvamos al primero, que es el sueño. Es éste un estado de conciencia totalmente subjetivo. El hombre queda sumido en sus sueños, y poco importa que conserve o no su recuerdo. Aun en el caso de que algunas impresiones reales lleguen hasta el durmiente, tales como sonidos, voces, calor, frío y sensaciones de su propio cuerpo, sólo provocan en él imágenes fantásticas. Después el hombre se despierta. A primera vista, es un estado de conciencia completamente distinto. Puede moverse, hablar con otras personas, hacer proyectos, ver los peligros, evitarlos, y así sucesivamente. Parece razonable pensar que se encuentra en una situación mejor que cuando estaba dormido.
Pero, si calamos un poco más hondo, si arrojamos una mirada a su mundo interior, a sus pensamientos, a las causas de sus acciones, comprenderemos que se halla casi en el mismo estado de cuando dormía. Incluso peor, porque, durante el sueño, permanece pasivo, lo que equivale a decir que no puede hacer nada. Por el contrario, en el estado de vigilia puede actuar continuamente, y el resultado de sus acciones repercutirá sobre él y sobre los que le rodean. Sin embargo, no se acuerda de sí mismo. Es una máquina, todo le viene de fuera. No puede detener la corriente de sus ideas, no puede dominar su imaginación, sus emociones, su atención. Vive en el mundo subjetivo del "yo amo", "yo no amo", "esto me gusta", "esto me disgusta", "deseo" "no deseo", es decir, en un mundo hecho de lo que cree amar o no amar, desear o no desear. No ve el mundo real. Se lo oculta el muro de su imaginación. Vive en el sueño. Duerme. Y lo que llama su "conciencia lúcida" no es más que sueño... y un sueño mucho más peligroso que el de la noche, en su lecho.
»Consideremos algunos acontecimientos de la vida de la Humanidad. Por ejemplo, la guerra. En este momento hay guerra. ¿Qué quiere decir esto? Significa que muchos millones de durmientes se esfuerzan en destruir a muchos millones de durmientes. Cosa que no harían, naturalmente, si despertaran. Todo lo que ocurre actualmente es debido a aquel sueño.
«Estos dos estados de conciencia, sueño y vigilia, son igualmente subjetivos. Sólo empezando a acordarse de sí mismo puede el hombre realmente despertar. Entonces, toda la vida toma a su alrededor un sentido diferente. La ve como una vida de gente dormida, una vida de sueño. Todo lo que dice la gente, todo lo que hace, lo dice y lo hace en sueños. Nada de ello puede tener, pues, el menor valor. Sólo el despertar y lo que conduce al despertar tiene un valor real.»
«¿Cuántas veces me habéis preguntado si sería posible evitar las guerras? Ciertamente, sería posible. Bastaría con que la gente despertase. Esto parece ser muy poca cosa. Por el contrario, nada hay más difícil, puesto que el sueño es provocado y mantenido por toda la vida ambiente, por todas las condiciones del ambiente. »¿Cómo despertar? ¿Cómo librarnos de aquel sueño? Estas preguntas son las más importantes, las más vitales que puede formularse un hombre. Pero, antes de hacérselas, deberá convencerse del hecho mismo de su sueño. Y no le será posible convencerse más que tratando de despertarse. Cuando haya comprendido que no se acuerda de sí mismo y que el recuerdo de sí mismo significa un despertar hasta cierto punto, y cuando haya visto por experiencia lo difícil que es acordarse de sí mismo, comprenderá que el deseo de despertar no basta para lograrlo.
Hablando con mayor rigor, diremos que un hombre no puede despertarse por sí mismo. Pero, si veinte hombres convienen en que el primero de ellos que lo haga despertará a los demás, tienen ya una posibilidad de conseguirlo. Sin embargo, incluso esto es insuficiente, porque los veinte hombres pueden dormirse al mismo tiempo y soñar que se despiertan. Por consiguiente, no basta. Se necesita más. Los veinte hombres deben estar vigilados por otro hombre que no esté dormido o que no se duerma tan fácilmente como los demás, o que se duerma conscientemente cuando sea posible, cuando no pueda resultar de ello ningún mal para él ni para los otros. Deben encontrar a este hombre y contratarle para que les despierte e impida que vuelvan a caer en el sueño. Sin esto, es imposible despertar.
»Es posible pensar durante un millar de años, es posible escribir bibliotecas enteras, inventar millones de teorías, y todo esto en pleno sueño, sin ninguna posibilidad de despertar. Por el contrario, estas teorías y estos libros escritos o fabricados por los durmientes, tendrán por único efecto arrastrar al sueño a otros hombres, y así sucesivamente.
»No hay nada nuevo en la idea de sueño. Casi desde la creación del mundo, se ha dicho a los hombres que estaban dormidos y que debían despertar. Cuántas veces por ejemplo, leemos en el Evangelio: "Despertaos", "velad", "no os durmáis". Incluso los discípulos de Cristo dormían en el huerto de Getsemaní, mientras su Maestro oraba por última vez. Con esto queda dicho todo. Pero, ¿lo comprenden los hombres? Lo toman por una figura retórica, por una metáfora. No ven en absoluto que hay que tomarlo al pie de la letra. Y aun en esto es fácil comprender la razón. Tendrían que despertar un poco, o al menos intentarlo. Hablo en serio cuando digo que a menudo me han preguntado por qué los Evangelios no hablan jamás del sueño... Y éste se cita en todas sus páginas. Lo cual demuestra sencillamente que la gente lee el Evangelio durmiendo.»
«En términos generales, ¿qué hace falta para despertar a un hombre dormido? Se precisa una buena impresión. Pero, cuando el sueño es profundo, una sola impresión no es bastante. Se requiere un largo período de impresiones incesantes. Por consiguiente, se necesita alguien que las produzca. Ya he dicho que el hombre deseoso de despertar debe contratar a un ayudante que se encargue de sacudirle durante largo tiempo. Pero, ¿a quién puede contratar, si todo el mundo duerme? Toma a alguien para que le despierte, y éste a su vez se queda dormido. ¿Cuál puede ser su utilidad? En cuanto al hombre capaz de mantenerse realmente despierto, probablemente se negará a perder su tiempo despertando a los otros: puede tener otros trabajos mucho más importantes para él.
«También existe la posibilidad de despertarse por medios mecánicos. Se puede emplear un despertador.
Lo malo es que uno se acostumbra pronto a los despertadores, de varios sonidos. El hombre debe rodearse materialmente de despertadores que le impidan dormir. Y todavía en esto existen dificultades. El despertador debe ser montado; para ello es indispensable acordarse de él; para acordarse de él, es preciso despertar. Pero he aquí lo peor: el hombre se acostumbra a todos los despertadores, y, al cabo de algún tiempo, aún duerme con ellos. Por consiguiente, hay que cambiar continuamente los despertadores, inventar otros nuevos. Con el tiempo, esto puede ayudar al hombre a despertar. Ahora bien, existen muy pocas probabilidades de que realice todo este trabajo de inventar, de montar y de cambiar todos los despertadores por sí mismo, sin ayuda exterior. Es mucho más probable que, comenzado su trabajo, no tarde en dormirse, y que, en su sueño, sueñe que inventa despertadores, que los monta y que los cambia... y, como ya he dicho, con ello dormirá aún mejor.
»Luego, para despertar, se requiere todo un conjunto de esfuerzos. Es indispensable que haya alguien que despierte al durmiente; es indispensable que haya alguien que vigile al encargado de despertarle; tiene que haber despertadores, y hay que inventar constantemente otros nuevos.
»Pero, para llevar a buen término esta empresa y obtener resultados de ella, varias personas deben trabajar juntas.
»Un hombre solo, nada puede hacer.
»Antes que nada, tiene necesidad de ayuda. Un hombre solo no puede tener un ayudante. Los que son capaces de ayudar valoran su tiempo a muy alto precio. Naturalmente, prefieren ayudar a veinte o treinta personas deseosas de despertar, que a una sola. Además, como ya he dicho, el hombre puede muy bien equivocarse sobre su despertador, tomar por vigilia lo que no es más que un nuevo sueño. Si varias personas deciden luchar juntas contra el sueño, se despertarán mutuamente. A menudo ocurrirá que veinte de ellas dormirán, pero la veintiuno se despertará y despertará a las otras. Lo mismo puede decirse de los despertadores. Un hombre inventará un despertador, otro hombre inventará otro, después de lo cual podrán hacer un intercambio. Todos juntos pueden prestarse una gran ayuda, y, sin esta ayuda mutua, ninguno de ellos puede lograr nada.
»Así, pues, el hombre que quiere despertar debe buscar otras personas que quieran lo mismo, con el fin de trabajar junto a ellas. Pero esto cuesta menos de decir que de hacer, porque la puesta en marcha de tal labor y su organización requieren un conocimiento que el hombre corriente no posee. Tiene que organizarse el trabajo, y tiene que haber un jefe. Sin estas condiciones, el trabajo no puede dar los resultados apetecidos, y todos los esfuerzos serán en vano. La gente podrá torturarse; pero estas torturas no la despertarán. Nada parece más difícil de comprender por. ciertas personas. Pueden ser capaces de grandes esfuerzos por sí mismas y por propia iniciativa, pero nada es capaz de persuadirlas de que sus primeros sacrificios deben consistir en obedecer a otra persona.
»No quieren reconocer que todos sus sacrificios, en este caso, no sirven para nada.
»E1 trabajo debe ser organizado. Y sólo puede serlo por un hombre que conozca sus problemas y sus fines, que conozca sus métodos, por haber pasado él mismo, en su tiempo, por tal trabajo organizado.»
Estos párrafos de Gurdjieff han sido transcritos en la obra de P. D. Ouspensky, Fragments d'un Enseignement Inconnu, Éd. Stock, París, 1950
«Para comprender la diferencia entre los estados de conciencia, es preciso que volvamos al primero, que es el sueño. Es éste un estado de conciencia totalmente subjetivo. El hombre queda sumido en sus sueños, y poco importa que conserve o no su recuerdo. Aun en el caso de que algunas impresiones reales lleguen hasta el durmiente, tales como sonidos, voces, calor, frío y sensaciones de su propio cuerpo, sólo provocan en él imágenes fantásticas. Después el hombre se despierta. A primera vista, es un estado de conciencia completamente distinto. Puede moverse, hablar con otras personas, hacer proyectos, ver los peligros, evitarlos, y así sucesivamente. Parece razonable pensar que se encuentra en una situación mejor que cuando estaba dormido.
Pero, si calamos un poco más hondo, si arrojamos una mirada a su mundo interior, a sus pensamientos, a las causas de sus acciones, comprenderemos que se halla casi en el mismo estado de cuando dormía. Incluso peor, porque, durante el sueño, permanece pasivo, lo que equivale a decir que no puede hacer nada. Por el contrario, en el estado de vigilia puede actuar continuamente, y el resultado de sus acciones repercutirá sobre él y sobre los que le rodean. Sin embargo, no se acuerda de sí mismo. Es una máquina, todo le viene de fuera. No puede detener la corriente de sus ideas, no puede dominar su imaginación, sus emociones, su atención. Vive en el mundo subjetivo del "yo amo", "yo no amo", "esto me gusta", "esto me disgusta", "deseo" "no deseo", es decir, en un mundo hecho de lo que cree amar o no amar, desear o no desear. No ve el mundo real. Se lo oculta el muro de su imaginación. Vive en el sueño. Duerme. Y lo que llama su "conciencia lúcida" no es más que sueño... y un sueño mucho más peligroso que el de la noche, en su lecho.
»Consideremos algunos acontecimientos de la vida de la Humanidad. Por ejemplo, la guerra. En este momento hay guerra. ¿Qué quiere decir esto? Significa que muchos millones de durmientes se esfuerzan en destruir a muchos millones de durmientes. Cosa que no harían, naturalmente, si despertaran. Todo lo que ocurre actualmente es debido a aquel sueño.
«Estos dos estados de conciencia, sueño y vigilia, son igualmente subjetivos. Sólo empezando a acordarse de sí mismo puede el hombre realmente despertar. Entonces, toda la vida toma a su alrededor un sentido diferente. La ve como una vida de gente dormida, una vida de sueño. Todo lo que dice la gente, todo lo que hace, lo dice y lo hace en sueños. Nada de ello puede tener, pues, el menor valor. Sólo el despertar y lo que conduce al despertar tiene un valor real.»
«¿Cuántas veces me habéis preguntado si sería posible evitar las guerras? Ciertamente, sería posible. Bastaría con que la gente despertase. Esto parece ser muy poca cosa. Por el contrario, nada hay más difícil, puesto que el sueño es provocado y mantenido por toda la vida ambiente, por todas las condiciones del ambiente. »¿Cómo despertar? ¿Cómo librarnos de aquel sueño? Estas preguntas son las más importantes, las más vitales que puede formularse un hombre. Pero, antes de hacérselas, deberá convencerse del hecho mismo de su sueño. Y no le será posible convencerse más que tratando de despertarse. Cuando haya comprendido que no se acuerda de sí mismo y que el recuerdo de sí mismo significa un despertar hasta cierto punto, y cuando haya visto por experiencia lo difícil que es acordarse de sí mismo, comprenderá que el deseo de despertar no basta para lograrlo.
Hablando con mayor rigor, diremos que un hombre no puede despertarse por sí mismo. Pero, si veinte hombres convienen en que el primero de ellos que lo haga despertará a los demás, tienen ya una posibilidad de conseguirlo. Sin embargo, incluso esto es insuficiente, porque los veinte hombres pueden dormirse al mismo tiempo y soñar que se despiertan. Por consiguiente, no basta. Se necesita más. Los veinte hombres deben estar vigilados por otro hombre que no esté dormido o que no se duerma tan fácilmente como los demás, o que se duerma conscientemente cuando sea posible, cuando no pueda resultar de ello ningún mal para él ni para los otros. Deben encontrar a este hombre y contratarle para que les despierte e impida que vuelvan a caer en el sueño. Sin esto, es imposible despertar.
»Es posible pensar durante un millar de años, es posible escribir bibliotecas enteras, inventar millones de teorías, y todo esto en pleno sueño, sin ninguna posibilidad de despertar. Por el contrario, estas teorías y estos libros escritos o fabricados por los durmientes, tendrán por único efecto arrastrar al sueño a otros hombres, y así sucesivamente.
»No hay nada nuevo en la idea de sueño. Casi desde la creación del mundo, se ha dicho a los hombres que estaban dormidos y que debían despertar. Cuántas veces por ejemplo, leemos en el Evangelio: "Despertaos", "velad", "no os durmáis". Incluso los discípulos de Cristo dormían en el huerto de Getsemaní, mientras su Maestro oraba por última vez. Con esto queda dicho todo. Pero, ¿lo comprenden los hombres? Lo toman por una figura retórica, por una metáfora. No ven en absoluto que hay que tomarlo al pie de la letra. Y aun en esto es fácil comprender la razón. Tendrían que despertar un poco, o al menos intentarlo. Hablo en serio cuando digo que a menudo me han preguntado por qué los Evangelios no hablan jamás del sueño... Y éste se cita en todas sus páginas. Lo cual demuestra sencillamente que la gente lee el Evangelio durmiendo.»
«En términos generales, ¿qué hace falta para despertar a un hombre dormido? Se precisa una buena impresión. Pero, cuando el sueño es profundo, una sola impresión no es bastante. Se requiere un largo período de impresiones incesantes. Por consiguiente, se necesita alguien que las produzca. Ya he dicho que el hombre deseoso de despertar debe contratar a un ayudante que se encargue de sacudirle durante largo tiempo. Pero, ¿a quién puede contratar, si todo el mundo duerme? Toma a alguien para que le despierte, y éste a su vez se queda dormido. ¿Cuál puede ser su utilidad? En cuanto al hombre capaz de mantenerse realmente despierto, probablemente se negará a perder su tiempo despertando a los otros: puede tener otros trabajos mucho más importantes para él.
«También existe la posibilidad de despertarse por medios mecánicos. Se puede emplear un despertador.
Lo malo es que uno se acostumbra pronto a los despertadores, de varios sonidos. El hombre debe rodearse materialmente de despertadores que le impidan dormir. Y todavía en esto existen dificultades. El despertador debe ser montado; para ello es indispensable acordarse de él; para acordarse de él, es preciso despertar. Pero he aquí lo peor: el hombre se acostumbra a todos los despertadores, y, al cabo de algún tiempo, aún duerme con ellos. Por consiguiente, hay que cambiar continuamente los despertadores, inventar otros nuevos. Con el tiempo, esto puede ayudar al hombre a despertar. Ahora bien, existen muy pocas probabilidades de que realice todo este trabajo de inventar, de montar y de cambiar todos los despertadores por sí mismo, sin ayuda exterior. Es mucho más probable que, comenzado su trabajo, no tarde en dormirse, y que, en su sueño, sueñe que inventa despertadores, que los monta y que los cambia... y, como ya he dicho, con ello dormirá aún mejor.
»Luego, para despertar, se requiere todo un conjunto de esfuerzos. Es indispensable que haya alguien que despierte al durmiente; es indispensable que haya alguien que vigile al encargado de despertarle; tiene que haber despertadores, y hay que inventar constantemente otros nuevos.
»Pero, para llevar a buen término esta empresa y obtener resultados de ella, varias personas deben trabajar juntas.
»Un hombre solo, nada puede hacer.
»Antes que nada, tiene necesidad de ayuda. Un hombre solo no puede tener un ayudante. Los que son capaces de ayudar valoran su tiempo a muy alto precio. Naturalmente, prefieren ayudar a veinte o treinta personas deseosas de despertar, que a una sola. Además, como ya he dicho, el hombre puede muy bien equivocarse sobre su despertador, tomar por vigilia lo que no es más que un nuevo sueño. Si varias personas deciden luchar juntas contra el sueño, se despertarán mutuamente. A menudo ocurrirá que veinte de ellas dormirán, pero la veintiuno se despertará y despertará a las otras. Lo mismo puede decirse de los despertadores. Un hombre inventará un despertador, otro hombre inventará otro, después de lo cual podrán hacer un intercambio. Todos juntos pueden prestarse una gran ayuda, y, sin esta ayuda mutua, ninguno de ellos puede lograr nada.
»Así, pues, el hombre que quiere despertar debe buscar otras personas que quieran lo mismo, con el fin de trabajar junto a ellas. Pero esto cuesta menos de decir que de hacer, porque la puesta en marcha de tal labor y su organización requieren un conocimiento que el hombre corriente no posee. Tiene que organizarse el trabajo, y tiene que haber un jefe. Sin estas condiciones, el trabajo no puede dar los resultados apetecidos, y todos los esfuerzos serán en vano. La gente podrá torturarse; pero estas torturas no la despertarán. Nada parece más difícil de comprender por. ciertas personas. Pueden ser capaces de grandes esfuerzos por sí mismas y por propia iniciativa, pero nada es capaz de persuadirlas de que sus primeros sacrificios deben consistir en obedecer a otra persona.
»No quieren reconocer que todos sus sacrificios, en este caso, no sirven para nada.
»E1 trabajo debe ser organizado. Y sólo puede serlo por un hombre que conozca sus problemas y sus fines, que conozca sus métodos, por haber pasado él mismo, en su tiempo, por tal trabajo organizado.»
Estos párrafos de Gurdjieff han sido transcritos en la obra de P. D. Ouspensky, Fragments d'un Enseignement Inconnu, Éd. Stock, París, 1950
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Re: El Retorno de los Brujos
Qué libro más bueno. Yo lo heredé de mi padre, jejeje.
Por cierto que J. Bergier tiene más libros igualmente interesantes.
Por cierto que J. Bergier tiene más libros igualmente interesantes.
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