Buscar
Conectarse
¿Quién está en línea?
En total hay 25 usuarios en línea: 0 Registrados, 0 Ocultos y 25 Invitados :: 1 Motor de búsquedaNinguno
El record de usuarios en línea fue de 1301 durante el 1/7/2011, 08:48
EL CODIGO GENETICO DEL UNIVERSO.MATERIA ANTIMATERIA
Concienciacción :: Ciencia :: Ciencia
Página 1 de 1.
EL CODIGO GENETICO DEL UNIVERSO.MATERIA ANTIMATERIA
EL CODIGO GENETICO DEL UNIVERSO Por Liliana Ferreira
Aunque
nuestra experiencia en la vida cotidiana esté caracterizada por la apariencia de
la continuidad, la noción de que la materia está formada por partículas
microscópicas en estructuras organizadas, obedeciendo a determinadas leyes, es
hoy una evidencia científica experimental conocida. Su aplicación practica ha
tenido importantísimas consecuencias, que van desde la comprensión de la
bioquímica de la vida, hasta la exploración de diferentes formas de energía
(incluyendo su utilización en la medicina); desde el desenvolvimiento de nuevas
y casi instantáneos medios de comunicación, hasta la comprensión de los graves
problemas ambientales de nuestra era o, más aún, la increíble aventura de
intentar percibir si este Universo en que vivimos existe desde siempre y para
siempre, o tuvo un inicio y tendrá, un día, un final –quien sabe si para volver
a tener otro inicio y otro fin … y así cíclicamente…[/color][/font]¡EN EL BUEN CAMINO!
Abstrayéndonos de
esfuerzos de conocimiento afortunadamente más antiguos, y tomando solo en cuenta
la llamada civilización occidental, es cierto que los filósofos griegos de la
antigüedad ya especulaban sobre la posible divisibilidad de la materia y sobre
la existencia de una básica simplicidad responsable de la inmensa variedad que
nos rodea. En el Siglo VI a. de C., Demócrito llegó a desarrollar la idea de que
toda la materia estaba constituida de minúsculas partes, a las que dio el nombre
de átomos –palabra que significa “imposible de dividir”-. Entre tanto, no fue
hasta 1.808, con los trabajos de John Dalton, que se fijaron definidamente las
bases de la teoría atómica de la materia. Se demostraba que una gran cantidad de
substancias se podían descomponer en otras más simples, denominadas como
substancias elementales o elementos, que no podían ser descompuestas más; era el
caso del hidrogeno, del carbono, del oxigeno, del sodio o del cloro, entre
otros.
Dalton propuso que la formación de sustancias compuestas, resultante de
la ligación de esos elementos, podía ser explicada si cada uno de ellos estaban
formados por átomos –nombre que escogió para homenajear a Demócrito y por
considerar que los átomos eran unidades indivisibles- que se asociaban para
constituir unidades más complejas (o moléculas).
La investigación continuó durante el siglo XIX, llegando a ser posible
calcular la masa de los átomos de cada elemento. Así, en 1.869, Dimitri
Mendeleev organizó una tabla –conocida como “Tabla Periódica”-, ordenando todos
los elementos conocidos entonces, desde el más ligero (Hidrógeno) hasta el más
pesado (Uranio), de acuerdo con sus masas atómicas. El resultado fue
sorprendente: los elementos vecinos exhibían propiedades químicas semejantes. La
regularidad manifestada en la Tabla Periódica daba indicios sobre la analogía en
la constitución fundamental de los átomos de esos elementos.
COMO UN SOL Y SUS PLANETAS
En 1897 quedó experimentalmente demostrada la divisibilidad del átomo,
cuando J. J. Thomson descubrió que el filamento de un metal caliente emitía
partículas con carga eléctrica negativa. Estas partículas podían ser obtenidas a
partir de una tan gran variedad de elementos que Thomson concluyó correctamente
que ellas debían existir en todos los elementos. Les dió el nombre de
electrones. Pensaba que el átomo era una especia de “puding de pasas”; la masa
del puding tenía carga positiva, y los electrones, negativos, se desplegaban
como pasas dispersas, de forma que el conjunto tenía carga eléctrica total
nula.
En 1911, E. Rutherford descubrió que la carga positiva del átomo, y
prácticamente la totalidad de su masa, estaba de hecho concentrada en un
pequeñísimo núcleo central, y Niels Bohr propuso para el átomo un modelo
semejante al del Sistema Solar: un núcleo central de carga positiva (protones),
alrededor del cual gravitarían electrones en “orbitas” bien
identificadas.
Newton había sistematizado en su ley de gravitación (siglo XVII) que
entre todos los cuerpos con masa actúa la fuerza de la gravedad. Es ésta la
fuerza de cohesión del Sistema Solar y de las Galaxias, más importante a escala
cósmica. Entretanto, las masas de las partículas constituyentes al átomo son tan
pequeñas (10 -27 Kg. en el caso del protón y de 10-31 Kg. en el del electrón)
que la fuerza gravitacional entre ellas es despreciable en comparación con otras
fuerzas. Así, la cohesión del átomo se debe más bien a la “fuerza
electromagnética” que actúa entre cargas eléctricas y que, siendo atractiva para
cargas de signo contrario, asegura la ligación ente el núcleo positivo y los
electrones (negativos).
Ciertamente las órbitas de los electrones tienen energías bien definidas
de acuerdo a la mecánica quántica –rama de la física que estudia las leyes del
mundo extremadamente pequeño-.
Los electrones de una órbita con determinada energía solo pueden cambiar
a otra si el átomo absorbe o libera cantidades de energía bien determinadas. La
distribución de los electrones por niveles concretos de energía en los átomos
explica con éxito la regularidad de las propiedades químicas de los elementos,
patente en la Tabla Periódica de Mendeleev.
En los años 30, J. Chadwick descubrió el neutrón. El núcleo atómico no
estaba constituido solo de protones; incluía también partículas con masa
semejante a la de los protones aunque sin carga eléctrica, los neutrones. Para
explicar la cohesión del núcleo- que tendería a deshacerse por la fuerza
electromagnética de repulsión entre los protones –se propuso la existencia de la
“fuerza fuerte”, una fuerza de enorme intensidad, mas de muy corto alcance,
independiente de la carga eléctrica, y que confinaría las partículas
intranucleares en una pequeñísima región del espacio-.
La materia que conocemos representa una gran diversidad. Todavía los
protones, los neutrones y los electrones son indistinguibles entre si. No hay
electrones “más pesados”, ni neutrones más “gordos”, o protones ligeramente
diferentes unos de otros. Por tanto, átomos con igual numero de protones en el
núcleo son átomos del mismo elemento químico: el hidrógeno tiene un protón, el
helio dos, el carbono doce, e igual ocurre con los restantes. En un átomo, el
número de protones del núcleo es igual al número de electrones que gravitan a su
alrededor, lo que justifica su neutralidad eléctrica. Las diferencias y
semejanzas que Mendeleev encontró en las propiedades químicas de los elementos
ordenados en la Tabla Periódica eran justificadas por las semejanzas y
diferencias encontradas en la constitución de los átomos respectivos.
AUNQUE, ENTRETANTO …
…a finales del siglo XIX, Henri Becquerel descubrió el fenómeno de la
radioactividad exhibido por algunas substancias. Se trataba de la desintegración
espontánea de sus núcleos atómicos en uno o más núcleos diferentes, con emisión
de uno o varios de los tres tipos diferentes de radiación: alfa, beta o gamma.
Se comprendió posteriormente que esta radiación correspondía a núcleos de helio,
a electrones y fotones (“packs” de energía luminosa, también conocidos como
“cuantos” de elevada energía), respectivamente.
LA radiación beta corresponde a la desintegración de un neutrón,
originando un protón, un electrón y un neutrino. Esta última partícula,
idealizada por Pauli y Fermi en 1.931, no fue detectada hasta 1.956. En la
naturaleza existen tres tipos de neutrinos, todos son carga eléctrica nula.
Actualmente se realizan muchas experiencias con el objetivo de intentar conocer
su masa, admitiéndose que sean también nulas o muy próximas a cero. Los
neutrinos son muy abundantes en nuestro Universo; no obstante, su interacción
con la materia es tan débil que son muy difíciles de detectar. De hecho, un
neutrino producido en una desintegración beta en la superficie del Sol puede
atravesar la Tierra como si ésta fuese un espacio vacío. La fuerza que gobierna
los procesos que envuelven estos neutrinos (y por tanto la radiación beta) es la
“fuerza débil”. Su alcance es tan corto que su efecto es cerca de un billón de
veces más débil que el de la “fuerza fuerte”.
A pesar de no ser uno de los constituyentes fundamentales del átomo, y
por tanto de los cuerpos materiales, el neutrino puede representar un papel
relevante en la Naturaleza a escala cósmica.
MATERIA Y ANTIMATERIA
En 1.928 Paul Dirac verificó que su teoría quántica implicaba la
existencia de particulas de anti-materia. El primer ejemplo de estas
anti-partículas fue descubierto en 1.932 por D. Anderson: el positrón, la
antipartícula del electrón. Una antipartícula tiene la misma masa que la
partícula correspondiente, aunque una carga eléctrica simétrica (es decir, de
signo contrario). Por ejemplo, el antiprotón tiene la misma masa del protón,
aunque su carga es negativa. ¡Es un protón negativo!
Materia y antimateria pueden
aniquilarse mutuamente y convertirse en otras formas de energía. Inversamente,
si existe suficiente energía contenida en una pequeña región del espacio-tiempo,
puede producirse materia y antimateria en igual
cantidad. Aunque puedan crearse y ser detectadas, las antipartículas no parecen
ser parte del Universo que conocemos. Nuestros átomos, y por tanto todas las
substancias de nuestro mundo físico, son formados por electrones alrededor de
protones, y no de positrones que envuelven antiprotones. ¿Por qué no detectamos
mundos constituidos de antimateria? Si el Universo
se desenvuelve a partir de una singularidad energética (como hoy se admite), ¿no
debería haber sido creada, en el proceso de surgimiento tanta antimateria como materia?
¿Por qué no hay señales de antigalaxias, antisoles, anti…? Este es un importante
enigma de la Cosmología actual.
¡PARTICULAS Y MAS PARTICULAS!
Como ya indicamos, los electrones se producen sencillamente calentando un
pedazo del metal (son ellos lo que crean las imágenes en nuestros televisores),
y los protones se obtienen retirando al átomo de hidrogeno su único electrón,
por ejemplo usando luz. Para estudiar partículas más exóticas, los científicos
tienen que recurrir a otras fuentes posibles: los rayos cósmicos, especialmente
protones que constantemente bombardean la Tierra venidos del espacio, y
provocando la colisión con los átomos de las capas superiores de la atmósfera,
verdaderos manantiales de otras partículas secundarias; los reactores nucleares,
donde se desintegran núcleos radioactivos emitiendo una diversidad de
partículas, como neutrones, neutrinos, partículas alfa, beta, rayos gamma, entre
otras; y finalmente los aceleradores de partículas donde los electrones
protones son acelerados y estrellados contra blancos, o unos contra otros,
generando series de otras partículas y antipartículas, muchas de las cuales a su
vez pueden ser aceleradas separadamente y usadas para crear nuevos
productos.
Utilizando estos medios, la Física de partículas descubrió desde los años
30 un verdadero “submundo”, de más de 100 partículas y
antipartículas.
[size=9]En los inicios de la década de los 60, agrupándose las partículas
conocidas de acuerdo con las propiedades que evidenciaban, fue posible constatar
algo semejante a lo que pasaba con Mendeleev y su Tabla Periódica un siglo
antes. Esta sistematización fue propuesto por Ne’eman y Gell-Man,
independientemente, y permitió no solo prever la existencia de otras partículas,
que fueron siendo descubiertas en los años siguientes, sino también percibir que
aquella organización debería tener algo subyacente común en su estructura
interna.[/size
SI
RESOLVEMOS EL MISTERIO DE LA ANTIMTERIA.¿ENCONTRAREMOS LA SOLUCION AL
FENOMENO OVNI,Y AL DE LOS FENOMENOS PARANORMALES?¿LA ANTIMATERIA ES LA
LLAVE Q ABRE LA PUERTA,TRAS LA Q SE ESCONDE LA VERDAD DE LA CREACION?
[/td][/tr][/table]
Aunque
nuestra experiencia en la vida cotidiana esté caracterizada por la apariencia de
la continuidad, la noción de que la materia está formada por partículas
microscópicas en estructuras organizadas, obedeciendo a determinadas leyes, es
hoy una evidencia científica experimental conocida. Su aplicación practica ha
tenido importantísimas consecuencias, que van desde la comprensión de la
bioquímica de la vida, hasta la exploración de diferentes formas de energía
(incluyendo su utilización en la medicina); desde el desenvolvimiento de nuevas
y casi instantáneos medios de comunicación, hasta la comprensión de los graves
problemas ambientales de nuestra era o, más aún, la increíble aventura de
intentar percibir si este Universo en que vivimos existe desde siempre y para
siempre, o tuvo un inicio y tendrá, un día, un final –quien sabe si para volver
a tener otro inicio y otro fin … y así cíclicamente…[/color][/font]¡EN EL BUEN CAMINO!
Abstrayéndonos de
esfuerzos de conocimiento afortunadamente más antiguos, y tomando solo en cuenta
la llamada civilización occidental, es cierto que los filósofos griegos de la
antigüedad ya especulaban sobre la posible divisibilidad de la materia y sobre
la existencia de una básica simplicidad responsable de la inmensa variedad que
nos rodea. En el Siglo VI a. de C., Demócrito llegó a desarrollar la idea de que
toda la materia estaba constituida de minúsculas partes, a las que dio el nombre
de átomos –palabra que significa “imposible de dividir”-. Entre tanto, no fue
hasta 1.808, con los trabajos de John Dalton, que se fijaron definidamente las
bases de la teoría atómica de la materia. Se demostraba que una gran cantidad de
substancias se podían descomponer en otras más simples, denominadas como
substancias elementales o elementos, que no podían ser descompuestas más; era el
caso del hidrogeno, del carbono, del oxigeno, del sodio o del cloro, entre
otros.
Dalton propuso que la formación de sustancias compuestas, resultante de
la ligación de esos elementos, podía ser explicada si cada uno de ellos estaban
formados por átomos –nombre que escogió para homenajear a Demócrito y por
considerar que los átomos eran unidades indivisibles- que se asociaban para
constituir unidades más complejas (o moléculas).
La investigación continuó durante el siglo XIX, llegando a ser posible
calcular la masa de los átomos de cada elemento. Así, en 1.869, Dimitri
Mendeleev organizó una tabla –conocida como “Tabla Periódica”-, ordenando todos
los elementos conocidos entonces, desde el más ligero (Hidrógeno) hasta el más
pesado (Uranio), de acuerdo con sus masas atómicas. El resultado fue
sorprendente: los elementos vecinos exhibían propiedades químicas semejantes. La
regularidad manifestada en la Tabla Periódica daba indicios sobre la analogía en
la constitución fundamental de los átomos de esos elementos.
COMO UN SOL Y SUS PLANETAS
En 1897 quedó experimentalmente demostrada la divisibilidad del átomo,
cuando J. J. Thomson descubrió que el filamento de un metal caliente emitía
partículas con carga eléctrica negativa. Estas partículas podían ser obtenidas a
partir de una tan gran variedad de elementos que Thomson concluyó correctamente
que ellas debían existir en todos los elementos. Les dió el nombre de
electrones. Pensaba que el átomo era una especia de “puding de pasas”; la masa
del puding tenía carga positiva, y los electrones, negativos, se desplegaban
como pasas dispersas, de forma que el conjunto tenía carga eléctrica total
nula.
En 1911, E. Rutherford descubrió que la carga positiva del átomo, y
prácticamente la totalidad de su masa, estaba de hecho concentrada en un
pequeñísimo núcleo central, y Niels Bohr propuso para el átomo un modelo
semejante al del Sistema Solar: un núcleo central de carga positiva (protones),
alrededor del cual gravitarían electrones en “orbitas” bien
identificadas.
Newton había sistematizado en su ley de gravitación (siglo XVII) que
entre todos los cuerpos con masa actúa la fuerza de la gravedad. Es ésta la
fuerza de cohesión del Sistema Solar y de las Galaxias, más importante a escala
cósmica. Entretanto, las masas de las partículas constituyentes al átomo son tan
pequeñas (10 -27 Kg. en el caso del protón y de 10-31 Kg. en el del electrón)
que la fuerza gravitacional entre ellas es despreciable en comparación con otras
fuerzas. Así, la cohesión del átomo se debe más bien a la “fuerza
electromagnética” que actúa entre cargas eléctricas y que, siendo atractiva para
cargas de signo contrario, asegura la ligación ente el núcleo positivo y los
electrones (negativos).
Ciertamente las órbitas de los electrones tienen energías bien definidas
de acuerdo a la mecánica quántica –rama de la física que estudia las leyes del
mundo extremadamente pequeño-.
Los electrones de una órbita con determinada energía solo pueden cambiar
a otra si el átomo absorbe o libera cantidades de energía bien determinadas. La
distribución de los electrones por niveles concretos de energía en los átomos
explica con éxito la regularidad de las propiedades químicas de los elementos,
patente en la Tabla Periódica de Mendeleev.
En los años 30, J. Chadwick descubrió el neutrón. El núcleo atómico no
estaba constituido solo de protones; incluía también partículas con masa
semejante a la de los protones aunque sin carga eléctrica, los neutrones. Para
explicar la cohesión del núcleo- que tendería a deshacerse por la fuerza
electromagnética de repulsión entre los protones –se propuso la existencia de la
“fuerza fuerte”, una fuerza de enorme intensidad, mas de muy corto alcance,
independiente de la carga eléctrica, y que confinaría las partículas
intranucleares en una pequeñísima región del espacio-.
La materia que conocemos representa una gran diversidad. Todavía los
protones, los neutrones y los electrones son indistinguibles entre si. No hay
electrones “más pesados”, ni neutrones más “gordos”, o protones ligeramente
diferentes unos de otros. Por tanto, átomos con igual numero de protones en el
núcleo son átomos del mismo elemento químico: el hidrógeno tiene un protón, el
helio dos, el carbono doce, e igual ocurre con los restantes. En un átomo, el
número de protones del núcleo es igual al número de electrones que gravitan a su
alrededor, lo que justifica su neutralidad eléctrica. Las diferencias y
semejanzas que Mendeleev encontró en las propiedades químicas de los elementos
ordenados en la Tabla Periódica eran justificadas por las semejanzas y
diferencias encontradas en la constitución de los átomos respectivos.
AUNQUE, ENTRETANTO …
…a finales del siglo XIX, Henri Becquerel descubrió el fenómeno de la
radioactividad exhibido por algunas substancias. Se trataba de la desintegración
espontánea de sus núcleos atómicos en uno o más núcleos diferentes, con emisión
de uno o varios de los tres tipos diferentes de radiación: alfa, beta o gamma.
Se comprendió posteriormente que esta radiación correspondía a núcleos de helio,
a electrones y fotones (“packs” de energía luminosa, también conocidos como
“cuantos” de elevada energía), respectivamente.
LA radiación beta corresponde a la desintegración de un neutrón,
originando un protón, un electrón y un neutrino. Esta última partícula,
idealizada por Pauli y Fermi en 1.931, no fue detectada hasta 1.956. En la
naturaleza existen tres tipos de neutrinos, todos son carga eléctrica nula.
Actualmente se realizan muchas experiencias con el objetivo de intentar conocer
su masa, admitiéndose que sean también nulas o muy próximas a cero. Los
neutrinos son muy abundantes en nuestro Universo; no obstante, su interacción
con la materia es tan débil que son muy difíciles de detectar. De hecho, un
neutrino producido en una desintegración beta en la superficie del Sol puede
atravesar la Tierra como si ésta fuese un espacio vacío. La fuerza que gobierna
los procesos que envuelven estos neutrinos (y por tanto la radiación beta) es la
“fuerza débil”. Su alcance es tan corto que su efecto es cerca de un billón de
veces más débil que el de la “fuerza fuerte”.
A pesar de no ser uno de los constituyentes fundamentales del átomo, y
por tanto de los cuerpos materiales, el neutrino puede representar un papel
relevante en la Naturaleza a escala cósmica.
MATERIA Y ANTIMATERIA
En 1.928 Paul Dirac verificó que su teoría quántica implicaba la
existencia de particulas de anti-materia. El primer ejemplo de estas
anti-partículas fue descubierto en 1.932 por D. Anderson: el positrón, la
antipartícula del electrón. Una antipartícula tiene la misma masa que la
partícula correspondiente, aunque una carga eléctrica simétrica (es decir, de
signo contrario). Por ejemplo, el antiprotón tiene la misma masa del protón,
aunque su carga es negativa. ¡Es un protón negativo!
Materia y antimateria pueden
aniquilarse mutuamente y convertirse en otras formas de energía. Inversamente,
si existe suficiente energía contenida en una pequeña región del espacio-tiempo,
puede producirse materia y antimateria en igual
cantidad. Aunque puedan crearse y ser detectadas, las antipartículas no parecen
ser parte del Universo que conocemos. Nuestros átomos, y por tanto todas las
substancias de nuestro mundo físico, son formados por electrones alrededor de
protones, y no de positrones que envuelven antiprotones. ¿Por qué no detectamos
mundos constituidos de antimateria? Si el Universo
se desenvuelve a partir de una singularidad energética (como hoy se admite), ¿no
debería haber sido creada, en el proceso de surgimiento tanta antimateria como materia?
¿Por qué no hay señales de antigalaxias, antisoles, anti…? Este es un importante
enigma de la Cosmología actual.
¡PARTICULAS Y MAS PARTICULAS!
Como ya indicamos, los electrones se producen sencillamente calentando un
pedazo del metal (son ellos lo que crean las imágenes en nuestros televisores),
y los protones se obtienen retirando al átomo de hidrogeno su único electrón,
por ejemplo usando luz. Para estudiar partículas más exóticas, los científicos
tienen que recurrir a otras fuentes posibles: los rayos cósmicos, especialmente
protones que constantemente bombardean la Tierra venidos del espacio, y
provocando la colisión con los átomos de las capas superiores de la atmósfera,
verdaderos manantiales de otras partículas secundarias; los reactores nucleares,
donde se desintegran núcleos radioactivos emitiendo una diversidad de
partículas, como neutrones, neutrinos, partículas alfa, beta, rayos gamma, entre
otras; y finalmente los aceleradores de partículas donde los electrones
protones son acelerados y estrellados contra blancos, o unos contra otros,
generando series de otras partículas y antipartículas, muchas de las cuales a su
vez pueden ser aceleradas separadamente y usadas para crear nuevos
productos.
Utilizando estos medios, la Física de partículas descubrió desde los años
30 un verdadero “submundo”, de más de 100 partículas y
antipartículas.
[size=9]En los inicios de la década de los 60, agrupándose las partículas
conocidas de acuerdo con las propiedades que evidenciaban, fue posible constatar
algo semejante a lo que pasaba con Mendeleev y su Tabla Periódica un siglo
antes. Esta sistematización fue propuesto por Ne’eman y Gell-Man,
independientemente, y permitió no solo prever la existencia de otras partículas,
que fueron siendo descubiertas en los años siguientes, sino también percibir que
aquella organización debería tener algo subyacente común en su estructura
interna.[/size
SI
RESOLVEMOS EL MISTERIO DE LA ANTIMTERIA.¿ENCONTRAREMOS LA SOLUCION AL
FENOMENO OVNI,Y AL DE LOS FENOMENOS PARANORMALES?¿LA ANTIMATERIA ES LA
LLAVE Q ABRE LA PUERTA,TRAS LA Q SE ESCONDE LA VERDAD DE LA CREACION?
[/td][/tr][/table]
yo soy- Cantidad de envíos : 199
Nivel de Aportación : 598
Fecha de inscripción : 30/12/2009
Concienciacción :: Ciencia :: Ciencia
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.